Lectura. 2ª.Timoteo. 1:3 al 11
Texto.
2ª. Timoteo. 9/10
“ vrs 9- quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según
el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en
Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, vrs. 10- pero que ahora ha
sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio.”
El apóstol
Pablo trata de exhortar a Timoteo, su hijo espiritual, a fin de fortalecerle en
las tareas de su ministerio, trayendo a su memoria la fe de sus más íntimos
familiares, recordándole su propia fe y confianza en el testimonio que ambos
profesaban del evangelio.
Pablo está
efectuando una mirada retrospectiva, porque se encontraba preso (probablemente
a finales de su segunda prisión en Roma,) presagiando el desenlace de su
partida. “Porque yo ya estoy para ser
sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.”(Cap.4:6)
Y en estas
circunstancias nos deja escrita la revelación, sin duda, la más clara y concisa
del eterno propósito de Dios que describe la obra redentora de Cristo y tal vez
la más completa por su transcendencia que pueda aparecer en las Escrituras.
Así pues nos
declara, “que ahora (la Gracia de Dios) ha sido manifestada por la aparición de
nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio.”
Sin la
aparición personal de nuestro Señor Jesucristo, es obvio que no hubiéramos
tenido la revelación de la promesa de la vida, que por su evangelio nos es ofrecida
En este
evangelio; “la promesa de la vida,” según Vrs.1; se hace realidad en Cristo
Jesús, recordándole a Timoteo y por ande a todos y a cada uno de nosotros, que
Jesucristo resucitó de los muertos, de cuyo testimonio se constituyó en
predicador, significando para él motivo o causa propia; (2ª.Tim.2:8/9) ya que
el evangelio que el predicaba era el revelado de conformidad a la promesa, que
de la descendencia de David, Dios levantaría a Jesús por salvador el cual no
vería corrupción, por resucitarle de
entre los muertos. (Hch.13:23-30-33-35-37)
Esta doctrina
contenida y revelada en todo el Antiguo Testamento, fue el objeto primordial de
este Apóstol constituido por el mismo Cristo resucitado, y se esforzaba en sus
predicaciones y escritos en enseñarnos a identificarnos como propia en la
resurrección de Cristo, ya que ha su tiempo también lo será la nuestra. (Ro.6:4/8
- 1ª.Co.15:16/23 –Fil. 3:10/11- 2ª.Tim.2/11)
I.-
SACO A LUZ, LA
VIDA
Por lo que
se deduce de la lectura de los versículos 8/9 vemos bien a las claras, ( “según el poder de Dios, quien nos salvó y
llamó…según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús
antes de los tiempos de los siglos;”) que nuestro presente y futuro se
enlaza con el pasado y que el propósito de Dios en Cristo es quitar la causa de
nuestra muerte, el pecado; ya que la intención original de Dios al crear al
hombre, lo fue “conforme a su imagen y
semejanza”(Gen.2:7) y esta semblanza del hombre con su creador, en su orden
natural, consiste en la espiritualidad e inmortalidad por el soplo o aliento de
vida que en él se alentó; viniendo a constituirse de esta forma en “alma viviente” esto es, - elemento
espiritual e inmortal del ser humano capaz de entender, querer, sentir
racionalmente y moralmente, de forma y manera que nos distingue de la
irracionalidad de los animales más dóciles y desarrollados.- Superioridad que
le fue concedida sobre toda la creación.
De esta forma
el hombre fue dotado de una personalidad, de cualidades racionales y morales
que le permiten relacionarse y tener comunión con Dios dentro de un orden
espiritual; otorgándole además el “enseñorearse
de toda la tierra y sobre todo animal.”(Gen.1:26)
No obstante y
en el uso de su libre albedrío, transgredió el mandamiento que Dios su creador
le dio. (Gen.2:16/17) La transgresión de este precepto trajo como consecuencia
el pecado, - que en su traducción literal en “fallar,” – introduciéndose por
esta causa, la muerte en el hombre y a decir del apóstol Pablo en (Rom. 5:12)
como la más triste herencia que nos sobreviene, no como fin natural, sino todo
lo contrario, más bien como un fin sobrenatural, puesto que lo natural en el
hombre era y es la inmortalidad, por el aliento de vida que en su rostro se le
alentó, a diferencia de todo animal creado: “Dios puso eternidad en el corazón de los hombres”(Ecl.3:11)
Dios había
coronado al hombre de gloria y honor, la luz de Dios, por decirlo así, brillaba
sobre esta obra de sus manos, pero ya hemos considerado como el hombre se afeó
así mismo, borrando la imagen que Dios había impreso de sí mismo en él,
perdiendo esa intima relación y armonía trayendo la discordia y la muerte.
La aparición
de Nuestro Señor Jesucristo, mediante su obra redentora de conformidad con el
propósito Divino, fue para “quitar
nuestro pecado” (1ª.Jn.3:15) que en sí, es la causa de nuestra muerte y
viene a rehacer al hombre y a romper las cadenas que le aprisionaban, “y librar a todos los que por el temor de la
muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre; y destruir por medio
de su muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo.”
(Heb.2:14/15) Pablo nos dice que”despojando
a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz” (Col.2:15)
Es evidente
que Nuestro Señor Jesucristo había efectuado la purgación de nuestros pecados
Heb.1:3, (esto es la liberación de nuestros pecados) quitó la causa de nuestra
muerte, restaurando así la vida que habíamos hipotecado o vendido al pecado.
Rom. 7:14
Sacó a luz la
vida, la autentica, la eterna, aquella que habíamos perdido por nuestra
transgresión, así que, la promesa de la vida se ha hecho real en El, sacándola
a la luz por el evangelio, para que todo aquel que crea en El pueda obtenerla, “y yo les doy vida eterna; y no perecerán,
jamás ni nadie las arrebatará de mi mano” Jn.10:28
El carácter de
esta vida está relacionada, en su plenitud, con la Gloria de Dios, (Jn.11:40)
es decir con la eternidad que no tiene fin; (Jn.11:25/226) El mismo nos asegura que los suyos no
perecerán y promete guardarnos de cualquier enemigo. Jn.10:29, léase también
Jn. 17:2/5 y 24
II.- SACO A LUZ, LA
INMORTALIDAD
Es bien
patente que por el evangelio llegamos a conocer y obtener la vida eterna, desde
el mismo momento en que arrepentidos de nuestros pecados aceptamos a nuestro
Señor Jesucristo como nuestro salvador personal, por reconocer que su sangre
nos limpia de todo pecado; y que esta vida eterna la disfrutamos ya, ahora, -
léase 1ª.Jn.5:11/13 y 20. - Pablo ante
esta realidad, manifestaba su deseo de “partir
y estar con Cristo” Fil.1:23” “El
tiempo de mi partida esta cercano”2ª.Tim.4:6
Ahora bien, al
decir el apóstol que sacó a luz también la inmortalidad (incorruptibilidad),
viene a corroborar lo que el Señor Jesús nos dijo por su evangelio, que hay
otra vida para justos e injustos, y que Dios no es Dios de muertos, sino de
vivos. Léase Luc.20:37/38 Por
consiguiente la existencia más allá de la muerte física, aun de los injustos es
una realidad Bíblica, léase Isa.14:9/10
–Ezq. 32:21-32
El mismo Señor
Jesucristo, nos enseña que los no arrepentidos fuera de esta esfera terrenal,
llegan a ser conscientes en su lugar de tormento. Luc.16:19/31 – léase en
Dan.12:2 y Mat.25:46
Esta doctrina
contenida en la Biblia, nos manifiesta que todas aquellas personas que han
confiado en la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, estarán donde El esté;
Jn.14:2/3 y que aquellos otros que por
su incredulidad y pecado no arrepentido despertaran en un lugar de tormento.
Porque mi
querido amigo, la muerte solo es un momento, es un accidente en la vida que no
mejora el carácter ni la condición de nadie; es como una fotografía
instantánea, que si te sorprende con la mueca del pecado y la incredulidad, así
sale la foto, con la realidad sorprendida.
Una
ilustración de esto la encontramos en 1ª.Co. 15:35/36, la semilla puesta en
tierra, “no se vivifica sino muere
antes.” Pregunto yo, ¿deja de existir este germen? de ninguna de las maneras; y si este germen
esta emponzoñado por el pecado y la incredulidad; ¿con que cuerpo
resucitara.? Pablo nos dice: “Cual el terrenal, tales también los
terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales” (1ª. Co.
15:48). En Lucas 16:28/30, el Señor Jesús nos enseña que la incredulidad y
el pecado siguieron al rico hasta el lugar de tormento, siendo allí, el mismo
pecador e incrédulo como había vivido en la tierra, esto es; trayendo la imagen
de su propia vida terrenal.
Creo haber
dejado, más o menos cloro, que según las Escrituras, en realidad lo que muere
es el cuerpo, (grano de trigo o semilla) toda vez que es corruptible y se
vuelve polvo, (Gen.3:19) y no el soplo de vida “anima viviente”, pues ésta al
morir el cuerpo pasa a la presencia de Dios quien la dio. Ecl.12:7
Pero la
inmortalidad, según las citas leídas, tiene su interpretación y sentido Bíblico
en la manifestación de la resurrección corporal de justos e injustos; “ y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad. (1ª.Co.15:52/53)
III. -
LA INMORTALIDAD PARA LA ETERNIDAD
Hemos estado
considerando, que la inmortalidad se culminara o manifestara plenamente en la
resurrección, cuando los cuerpos mortales, “se vistan de inmortalidad,” lo cual
indica una vida gloriosa para la Eternidad, o una existencia eterna de
condenación.
En cuanto a
esto último, mi querido amigo, permíteme que te exponga lo que el evangelio
saca a luz, para tu conocimiento a fin de que tengas tiempo de reflexionar y
tomar tu propia decisión, para vida o para condenación.
¡ Dime,¡ ¿Quién como el evangelio o mejor dicho, quién
como el Señor Jesucristo, por el evangelio ha sacado a la luz del día la
existencia perpetua, esto es, eterna y espantosa del inconverso e incrédulo. ? El dijo: ”no
os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de
vida más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” Jn.5:28/29
El castigo
eterno del diablo, de los hombres inconversos y de los ángeles caídos, es cosa
tan claramente enseñada y revelada en el evangelio, como clara es la luz del
sol. Pues así como enseña que Dios es eterno, (1ª.Tim. 1:17 y 6:16) así lo es
la salvación y la Gloria que por Jesucristo nos es ofrecida; enseña también que
la pena será eterna, por cuanto el hombre no muere para siempre, esto es, no
deja de existir.
Es él, quien
dijo: “no temáis a los que matan el
cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir
(arruinar) el alma y el cuerpo en el infierno.” (Mat.10:28) Y lejos de
poder pensar, como el refrán, “muerto el perro se acabo la rabia,” esto es se
acabo todo por haber sido >
destruido, < ya no hay pena ni sufrimiento, es todo lo contrario, porque
añade “en el infierno,” y este lugar
denota un sitio de eterno sufrimiento y pena. Muy lejos de pensar en acabar del
todo una existencia, el verdadero significado de la palabra > destruir, < es el de “arruinar,” echar por tierra una cosa
o hacerla inútil.
No hay lugar
en la Biblia que pruebe el fin de la existencia de los seres humanos. Isa.66/24
– Mrc.9:44
Expresiones
como “fuego que nunca se apaga” – “e irán
al tormento eterno” – “ tinieblas de afuera” – “allí será el lloro y el crujir
de dientes;” (Mrc. 9:44 – Mt. 25:41 y 25:46 Luc.13:28 – Mt.22:13) muestran
bien a las claras, que la existencia es eterna; aun hay más, si la primera
muerte significa dejar de existir, no tendría lugar la Segunda Muerte;
(Apoc.2:11) donde el infierno y la muerte serán lanzados en el lago de fuego.
Esta es la muerte segunda; Apc.20:14 la muerte para condenación, referida en
Jn.5:29, lo cual indica, una existencia de condenación por la separación eterna
de Dios y de todo lo bueno. Esto son los que tomaran parte en el segunda muerte
citada en Apc.20:11/14-
“ Y el que no se halló inscrito en el libro
de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Apc.20:15
No quiero
perder la oportunidad, mi querido amigo, de significarte esta solemne
advertencia, donde se indica, cual ha de ser la condición de los incrédulos no
inscritos en el libro de la vida; e invitarte a que creas el Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo, aceptándole a él, como a tu único salvador, cuya
sangre derramada en el Calvario, nos limpia de todo pecado.
· Bienaventurado y santo el que tiene parte
en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos,
sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con el mil años”
V. Ibáñez