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lunes, 7 de julio de 2014

MIRARAN AL QUE TRASPASARON


                                     MIRARÁN AL QUE TRASPASARON
                                                  Lectura: Juan. 19:17 al 37
                                                        Texto. Juan: 19:37
                                      Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron”
 
            La narración que el apóstol Juan hace de la Crucifixión de Cristo, está avalada no tan solo por lo que el “vio,” (Vrs.35) sino que se apresura a mostrarnos esta verdad ya revelada por los profetas en las Escrituras, muchos años antes de este acontecimiento; teniendo buen cuidado y por inspiración Divina, de colocar, junto al hecho sucedido, las palabras: “estas cosas fueron hechas para que se cumpliese las Escrituras” (Vers.24- 28- 36/37)
            Así pues, por lo que podemos apreciar del relato leído; es que hay en la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, hechos vaticinados por los profetas, que no podían ser por lo mismo, conocidos sino por Dios y preanunciados solamente por El en las Escrituras a través de los profetas.
            Estos hechos son narrados y se produjeron, para confirmar la veracidad de la Divinidad de Jesucristo: Siglos antes de que naciera la profecía y de que Cristo viniera en carne a este Mundo, hubo como una existencia prehistórica en la que se concertó, por determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, las condiciones de su vida futura; siendo posteriormente la profecía quien lo identifica como el Mesías ó Ungido de Dios, ya que esta; no es más que la previsión y el anuncio cierto y preciso de un hecho futuro, cuyo conocimiento no puede ser deducido de las cosas naturales.
            Si la profecía y los milagros han dado este relieve extraordinario a este Hombre-Dios colgado del madero de la cruz; es porque su crucifixión es la síntesis y el punto de partida de su obra redentora. Así dice el apóstol Pedro a los ciudadanos de Jerusalén que presenciaron la pasión y muerte de Cristo: “Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él como vosotros mismos sabéis; a éste entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole…..a este Jesús a quién vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.  (Hch.2:22/23 y 36)
            Esta es la profunda y simple teología del Crucificado, en orden a cada uno de nosotros.  Mirad al crucificado, he aquí la obra de Dios a tu favor y al mío; así lo confiesa el apóstol Pedro diciendo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro hombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”(Hch.4:12)
            En la Historia Universal hay dos momentos culminantes para la Humanidad: -El Árbol del Paraíso (Edén) con el fruto de maldición que nos trajo la ruina, y el Árbol de la Cruz con el fruto de Dios, Cristo-Jesús, que reparo la catástrofe y ruina del primer Hombre-Adam en el huerto del Edén: Y por 20 siglos, las generaciones cristianas tienen sus ojos fijos en la Cruz de Cristo; eje y cifra de paz, para un Mundo que gime bajo el peso del pecado y de la culpa.
            I.-MIREMOS LA REALIDAD DEL POR QUÉ DE LA CRUCIFIXIÓN.
                Podemos decir que casi todos los profetas se han dado cita en el Calvario: La revelación del Antiguo Testamento cuenta con soberana maestría, la descripción de los sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo y el motivo por el cual tenía que pasar por ellos.
            El profeta Isaías muestra la imagen del futuro redentor 700 años antes de su muerte en Cruz; denunciando que sería: “despreciado desechado, entre los hombres, varón de dolores experimentado en quebranto… (Isa.53:3) ¿Que es lo que ve a tantos siglos de distancia?  No una figura regia y soberana vestida de majestad adorada por los pueblos y naciones de la tierra; no, antes ve un varón de dolores sin hermosura, sin apariencia, desechado, desatendido de todos, herido y señalado por la mano de Dios y abatido hasta el polvo.
            Pero completa su revelación descifrando ya el enigma de la redención y su crucifixión diciendo: “ciertamente llevó El nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, - fue herido por nuestras rebeliones, -dice: molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra Paz, fue sobre él y por su llaga (herida) fuimos curados”. Isa.53:4/5 
            He aquí la realidad del porque de su crucifixión. - ¡Si! Jesús es el redentor, - la causa de verse tan envilecido no fueron sus culpas, sino el haber él llevado nuestras enfermedades, nuestras iniquidades, nuestro pecado. “Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados.”
            Después de la visión del profeta y el haber transcurrido los siglos, acercándose el momento en que se ha de cumplir el vaticinio profético, llega por fin el hombre preanunciado, Jesucristo, y verifica él mismo, lo que las profecías dijeron. “He aquí dijo a sus discípulos: subimos a Jerusalén y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del hijo del hombre, porque será entregado a las gentes y será  escarnecido é injuriado, escupido y después que le hubieren azotado, le matarán: más al tercer día resucitará” (Luc.18:31/33)
            Lo que dijo Jesús, conforme lo predicho por los profetas, se verifica luego y se consuma en la Cruz del Calvario, con incontables dolores y tormentos. Después los apóstoles anuncian este sacrificio a todo el Mundo diciendo: “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Ro.5:8) La predicación del apóstol Pablo era esta: “Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras.” (1ª.Cor.15:3) “Cristo fue propuesto por Dios, en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia los pecados pasados.” (Ro.3:25) “Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, más para aquel que murió y resucitó por ellos.”(2ª.Cor.5:15)
            El apóstol Pedro predico: “Cristo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero de la Cruz, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia, por la herida del cual habéis sido sanados.”(1ª.Pdr.2:24)  Juan el apóstol predicaba lo mismo: “El Cristo es la propiciación por nuestros pecados y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1ª.Jn.2:2)
            De esta manera forman perfecta armonía como tres voces unísonas; es decir: El vaticinio de los profetas. La revelación del propio Señor Jesucristo y la predicación y doctrina de los apóstoles; que como poderoso acorde, sigue resonando hoy día por la predicación de su iglesia. Hemos visto la realidad del porqué de su Crucifixión.
            II.- OBSERVEMOS AHORA LA REALIDAD DE LA MIRADA DE  
                    LOS QUE CONTEMPLABAN LA CRUCIFIXIÓN.
                En el evangelio de San Lucas, 23:35, leemos: “Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo:
A otros salvó; sálvese a sí mismo si éste es el Cristo, el escogido de Dios.”
            La comitiva de los ajusticiados había despertado gran interés
En el pueblo, porque aquel que en un Domingo entró triunfante sobre un pollino en la ciudad de Jerusalén, había sido condenado por aquella misma muchedumbre que antes le aclamó. Amigos, existen siempre esa masa humana que se deja llevar de acá para allá, que un día aclaman a unos y otro día aplauden a otros; que hoy dice reverenciar a Cristo y mañana sin duda se postraran ante al anticristo.
En Jerusalén, hubo esa clase de gente el día que había de decidirse la suerte de Cristo; era esa gente que gusta seguir el pensamiento de otros, sin molestarse en pensar por sí mismos.
            Los judíos., como los religiosos de hoy día, eran religiosos por tradición más que por naturaleza ó convicción, y cualquier cuestión religiosa la dejaban en manos de los sacerdotes y doctores de la ley; estos lo sabían y dirigían a su antojo a las masas y estas ponían en manos de ellos sus destinos y cuestiones espirituales; si decían que Cristo había de ser crucificado; ellos clamaban ante Pilato, Crucifícale.
            Paciente lector; me temo que todavía existen en nuestros días muchas personas semejantes; que van a donde otros les llevan o a donde van otros sin pararse a reflexionar por sí mismos, que miran a la Cruz porque sus padres miraron, no porque se sientan llamados a identificarse con el crucificado: Es la mirada superficial e indiferente en el aspecto espiritual la que dirigen a Cristo.
            En Lucas, 23:39, leemos: “Y uno de los malhechores que estaba colgado, le injuriaba, diciendo: si tu eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.”  El malhechor que estaba en la misma condenación injuriaba al Señor; había vivido por tiempo en la impiedad: Es un cuadro fiel del hombre natural, descrito por el apóstol en Ro.3:14, “su boca está llena de maldición y de amargura, quebrantamiento y desventura hay en sus caminos, no conocieron camino de paz, no hay temor de Dios delante de sus ojos.”
            Sin duda que también el malhechor tiene sus seguidores e imitadores; son aquellos que no pueden avenirse y conformarse en manera alguna, con sus penas a que está sujeta la vida de pecado del hombre. Aquellos que con el sufrir no saben acercarse a Dios como su Salvador, y en vez de mejorar y hacerse más compasivos y considerados con ellos mismos y con el prójimo; se hacen por el contrario más amargos y agresivos  contra Dios y los hombres, volviéndose impíos y blasfemos.
            ¿Cuántas veces hemos tenido que oír expresiones tan mal sonantes como las de este malhechor colgado en la cruz? - ¡Si es que Dios existe, si es cierto que hay Dios en los cielos! ¿Por qué permite esto, o lo otro, porque no interviene?  Así preguntan aquellos que tan solo quieren de Dios un auxilio inmediato y externo, que solo apetecen ventajas temporales, ganancias terrenales y no ven que la causa de tanta calamidad, miseria, odios raciales y guerras, son hijas de la ambición, de la injusticia, del orgullo, del egoísmo y del pecado de los hombres.
            Nos dice Lucas, 23:40/42, que: “respondiendo el otro malhechor, le reprendió diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”  Eh aquí el hombre cuya mirada al crucificado le llevó al reconocimiento y confesión de su condición de malhechor y por supuesto de pecador; fue una mirada sincera, llena de esperanza.
            También este malhechor, tiene sus seguidores o imitadores, pocos cierto, pero los hay: Hombres y mujeres que reconocen su condición y se identifican con la muerte del Salvador, confesándole lo que son y han hecho, es decir, sus pecados: Y tú mi paciente lector puedes ser uno de ellos; Entre tanta multitud uno miró con sinceridad y fe, no pidiendo beneficios para ahora, no beneficios materiales, no pidió un auxilio inmediato y externo, no apetece ventajas temporales, sino que su petición es trascendental; es para cuando vinieres á tú reino.”  La respuesta del Señor Jesús fue: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”   El poeta escribió así: Oigo a los necios decir: No pudo, salvando a otros, salvarse así, y exclamo Cristo yo te saludo, porque en tu muerte, vida no dudo hay para mí”
            III.-  NUESTRA MIRADA HOY
                Querido amigo, como es hoy nuestra mirada al crucificado. ¿Será como la de aquel pueblo indiferente, que no piensa por sí mismo, dejando que otros decidan,  lo que tan solo te afecta a ti personalmente?  “Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían goleándose el pecho” (Luc.23:48)
            ¿Serás capaz de impresionarte, hasta el punto de volverte como ellos lo hicieron, golpeándose sus pechos, pero que pasada esa impresión y en vísperas de la fiesta de la pascua que se avecinaba, se olvidad que son pecadores necesitados de la salvación que Dios ofrece por medio del sacrificio de Cristo en la Cruz? Acuérdate, él llevó nuestros pecados, nuestras iniquidades, fue herido por nuestras rebeliones y el castigo que merecieron nuestros hechos y olvidos, fue sobre él, para que también por su herida pudiéramos ser sanados.
            No cabe duda que esta escena de la crucifixión de nuestro Señor Jesucristo, nos invita a la reflexión. Pronto se celebrará la Pascua y nuestras impresiones tal vez desaparezcan con la fiesta; suele ocurrir esto siempre, pero no olvides, que la Cruz que salvo a uno, esa misma cruz condeno a otro.
            ¿Vamos a ser como ese malhechor injuriador, añadiendo más pecado sobre la carga ya pesada de nuestra culpa e iniquidad, buscando tan solo los beneficios temporales, sin reconocer nuestra precaria condición de pecadores no arrepentidos?  ¡Oh tal vez vamos a ser sinceros por lo menos una vez, y ante su palabra Divina y ante su Cruz le reconozcamos como Rey y Señor de nuestra vida, solicitando de él un recuerdo, un sitio en su reino!
            Hemos estando reflexionando sobre la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, y como los profetas, por las Escrituras profetizaban anunciando este hecho histórico tan trascendental para cada uno de nosotros y por supuesto para todo aquel que en él cree. El apóstol Juan dice, que en aquellos momentos se cumplía una de las profecías pronunciadas por el profeta Zacarías, en su libro cap. 12:10 que dice así: mirarán a mí, a quien traspasaron”
La lanza del soldado romano fue el punto culminante del cumplimiento de esta verdad; verdad que trasciende en el tiempo, porque la profecía de Zacarías dice así: “Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. Y tendrá su cumplimiento definitivo cuando aparezca en su segunda venida, porque el ojo despierto del profeta, está captando una visión futura; (después de la realidad de la crucifixión de Cristo y su traspasamiento) de la próxima victoria del reino de Dios en la tierra, en conexión con el retorno del Mesías; entonces todo Israel será salvo. (Ro.11:26)
A así como los antiguas Israelitas, (Num.21:9)  miraban a la serpiente de bronce en el desierto, -figura de la Cruz- y quedaban curados de las mordeduras de las serpientes; así también mirarán en su segunda venida y serán salvos. Esta es la verdad profetizada y esta corroborada en el momento de la ascensión o traspasamiento de Cristo al cielo, por aquellos varones con vestiduras blancas, que dijeron a sus discípulos: Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”  Y también está apoyada por el apóstol Juan en Apc.1:7  “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.”
Que estas simples reflexiones puedan ayudarte a comprender la obra de redención que el Señor Jesús llevó a cabo, y la aceptes como único media de salvación; porque: en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Ro.4:12)
                                                                       V. Ibáñez
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