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miércoles, 8 de julio de 2015

¡HOMBRE DE POCA FE!

                               ¡HOMBRE DE POCA FE!....
                Lecturas. Mat.14:22/32  -  Marc.6:45/52  -  Juan. 6:15/21
                                                    Texto. Mat.14:31
            Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él y le dijo:
                      ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?        

                               La lectura de estas porciones contiene en sí, la narración del acontecimiento milagroso de Nuestro Señor Jesucristo andando sobre el mar. Y en la narración de tal prodigio, los evangelistas Mateo, Marcos y Juan, complementan contando los hechos y todo cuanto aconteció, sin omitir detalle alguno.
                        Este acontecimiento sucede pocas horas después del milagro de la multiplicación de los cinco panes y dos peces, que dio de comer a cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños (Mat.14:21)
                        Mateo y Marcos, nos relatan que el Señor Jesús, mando a sus discípulos subir a la barca con el fin de que fuesen delante de él hasta la otra ribera, entretanto despedía a la multitud que querían hacerlo rey; según el relato de Juan, ya estaba oscureciendo el día cuando el Señor subió al monte a orar, sorprendiéndole la noche, allí solo.
                        Juan da aquí dos detalles que nos revelan la ansiedad y temor con que realizaban el viaje los discípulos; la oscuridad de la noche y la falta de la compañía del Maestro. (Jn.6:17)  Mateo, 14:24 acentúa esta congoja diciendo: “la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas;
Marcos añade: y él solo en tierra.”
                        Los evangelistas relatan que los vientos les eran contrarios; esto explica la fatiga y la zozobra que pasaron desde que embarcaron al oscurecer hasta La cuarta vigilia ( de tres a seis, hora de la mañana)
                        I.-  JESÚS ANDA SOBRE EL MAR
                               Marcos dice que: cerca de la cuarta vigilia y viéndoles remar, el Señor viene a ellos andando sobre el mar y observan, que su intención era el adelantarles, esto es, dejándolos atrás. Es de notar este detalle, porque ven al Señor aproximarse a ellos, pero no de frente, sino en ademan de pasar de largo por un lado de la barca; aquí entra el pánico, se turban, le ven acercarse y creen ver un fantasma; gritan se desesperan y es el Señor quién les dice con su voz reconocida. “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis”!
                        Las palabras del Señor Jesús obran lo que expresan, prueba de ello lo fue el ánimo de Pedro quien dice: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas,”  el Señor le respondió; “Ven”  y Pedro anduvo un trecho sobre las aguas, pero el fuerte viento que azotaba y violentaba las olas, surtió sus efectos y volvió el pánico y tuvo miedo.
                        ¡Que hombre, con todos sus defectos y cualidades humanas, no ha pasado por alguna experiencia como esta en la vida¡  ¿Quién no ha recibido o recibe en esta vida, los embates de fuerte viento azotándole en su cuerpo en forma de prueba, por falta de salud, trabajo o soportando tribulación de diversas formas y maneras hasta el punto de debilitar nuestra fe?
                        Y en esta nuestra debilidad, que por las vicisitudes naturales de la vida padecemos; experimentamos la oportunidad del obrar del Señor a nuestro favor, cuando conscientes de nuestra situación, gritamos como Pedro: ¡Señor sálvame! La mano del Señor esta cerca para cogernos y ponernos en lugar seguro. Aquí mis queridos lectores podíamos muy bien oír las palabras de salmista: “No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”(Sal.23:4)
                        II. - ¡HOMBRE DE POCA FE!
                               No es la primera vez que el Señor pronuncia estas palabras en relación a sus discípulos; (Mat.8:26 – 14:31 – Luc.12:28)  pues nadie como el Señor Jesús conoce nuestra condición: “se acuerda de que somos polvo” (Sal.103:14) y que heredamos las consecuencias de la transgresión;
trastornando y debilitando nuestra carne y mente, haciendo presa en nosotros todo suerte de dudas y temores.
                        Jesús era consciente de todo esto y se admira de la poca fe, que hizo caminar un trecho sobre el mar a Pedro; y notemos que el Señor le dice: ¡hombre de poca fe!  No le dice: de ninguna fe, sino de poca fe, pues él sabe que la fe es un proceso de continuo crecimiento, según la medida del conocimiento que de su persona y palabra tengamos.
                        Buena lección sobre esto, son los casos en que el Señor delante de sus discípulos, alaba la fe de: la mujer cananea (Mat.15:28) la del Centurión en Capernaum (Mat.8:10)  y en otras tantas situaciones el Señor pudo enseñar con sus milagros la importancia y el valor de la fe, que por muy pequeña que sea, no llega al tamaño del grano de mostaza: y con esto parece contentarse, al decir:  ·Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mat.25:23)
                        “Hay una fe que es débil, pero que sin embargo es verdadera; y aunque sea débil, por el hecho de ser verdadera, Cristo no la rechazará” (Richard Ward)
                        “Debemos distinguir entre una fe débil y una falta de fe. Una fe débil es una fe verdadera. La caña cascada es débil, pero aún siendo débil Cristo no la romperá. Aunque tu fe sea débil, no te desanimes. Una fe débil puede recibir a un Cristo fuerte”(Thomas Waston)   Cristo puede sacarnos de las aguas tempestuosas, aunque sea una cruz, nuestra única luz, mi asiduo lector.
                        ¡ Cuantos hay que en su leal entender y saber, tienen como referencia; la cruz como única claridad que irradia salvación y perdón¡ El ladrón en la cruz junto a Jesús, no alcanzó un grado elevado de fe; sin embargo al ejercitar su débil fe, recibió respuesta de salvación.
                        III. - ¿POR QUÉ DUDASTE?
                               Pedro inicio sus primeros pasos sobre el mar, queriendo confiar en aquel “Ven” pronunciado por el Señor Jesús; pero dudó y este fue su reproche:¿Por qué dudaste? Esto es Pedro; ¿por qué dudaste de mí? No cabe duda que nos debilitamos en la fe, a medida que cuestionamos la palabra del Señor.
                        Mis queridos y pacientes lectores, la duda es una mala compañera para el creyente, en cualquier condición y circunstancias de nuestra vida; nuestro corazón puede ser enfriado y debilitado a causa del medio en que podamos encontrarnos;  es algo que nos acompaña en nuestra vida como creyentes, puesto que Judas el Apóstol, nos exhorta de esta forma: A algunos que dudan, convencedlos. No olvidemos que con respecto a la “duda” en la Escritura encontramos advertencias significativas para nuestra reflexión; el mismo Señor Jesucristo, fija la atención en la ineficacia de la fe; si “dudaremos en nuestro corazón” (Marc.11:23)  Santiago en su epístola, cap.1:6/7 dice: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.”
                        Bienaventurados seremos si reconocemos nuestra falta de fuerzas; pues aun nuestra poca fe,” arrancara de nosotros aunque angustioso un grito de fe, como Pedro: ¡Señor sálvame!  Pasaremos por momentos difíciles de prueba, que sin duda Dios permitirá en sus designios, pero aun así serán para nuestra salvación y santificación. En nuestra travesía por la vida, El Señor no nos prometió que estuviéramos exentos de pruebas i dificultades; pero sí nos ha prometió una llegada feliz.
                        Dios de amor, tu gracia basta
                        Y no debo desconfiar;
                        Tus promesas nunca faltan,
                        Ni jamás me dejarás.         (Enrique Turrall)

Comentarios a:                                                                       V. Ibáñez
vicenteibanezsaez@hotmail.com                               
                         
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