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domingo, 5 de marzo de 2017

¿ME AMAS?

                                     ¿ME  AMAS?

                               Texto.  Juan.  21:15/17

        "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?
      
            La lectura de este capítulo último del evangelio de San Juan, nos presenta la persona de Simón Pedro, en el episodio más trascendente para su vida espiritual. Si bien en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son los únicos que relatan la negación a Jesús por Pedro; en este evangelio de Juan tenemos además, la historia de su restauración y rehabilitación a la actividad apostólica.
            Me supongo que todos estamos al corriente de las circunstancias en que fue dirigida esta pregunta del Señor a Pedro, pues lo cierto es, que éste estaba soportando una crisis moral de la cual debería salir a partir de su amargo arrepentimiento (Mt.26:75)
            Ahora Pedro se encuentra con seis de sus compañeros tratando de pescar, cuando el Señor les llama la atención, preguntándoles si tenían algo para comer; (Jn.21:5) ante la negativa, les da instrucciones con el fin de echar las redes a la derecha de la barca; el resultado fue tal que no podían arrastrar la red por tanta provisión de peces.
                        I.-  LA ESCENA RECONCILIADORA
                Debemos hacer notar que es el Señor quien les dice: Venid comed. El es el gran previsor y proveedor de forma y manera que cuando estuvieron en tierra, vieron brasas puestas y un pez encima de ellas, y pan. Esta escena tan entrañable, trae a mi mente aquella otra, cuando Pedro sentado alrededor del fuego en casa del sumo sacerdote negó al Señor por tres veces. Se creyó fuerte cuando dijo: aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré; (Mt.26:33/35) pero cayo lastimosamente, pues como siempre la carne es débil.
            Así cuando hubieron comido, Jesús mira a Simón Pedro, que estaba junto a los otros alrededor del fuego, y notemos la forma y manera que el Señor emplea para hacerle recordar su condición y caída. Le pregunta a él, (como en aquella ocasión a él le preguntaron; no eres tú su discípulo) pero esta vez, esta pregunta no es de acusación ni de reproche, sino de restauración y de rehabilitación. ¿Me amas?
            Le recuerda sí, su caída y por tres veces le hace la misma pregunta; Cristo sabia de su amargo arrepentimiento y no le reprocha nada de todo ello, El no le recuerda que ya se lo advirtió, ni siquiera le pregunta por su fe; Cristo solamente quiere una confesión de amor hacia El. ¡ Cuanta gracia, compasión y comprensión el Señor muestra en nuestras debilidades !
            ¿Me amas?  Que conformidad por parte de Jesús, solo quiere nuestro amor; y esta bendita solicitud, ¡como escudriña nuestra conciencia! Claro Señor que te amo, pero tú me amaste primero.
            Pedro apela a la comprensión de su maestro y le dice: tú sabes expresando así su experiencia y desconfianza en sí mismo. Es en esta actitud de humildad y amor que se adquiere la virtud que le hace apto para apacentar las ovejas de su Señor.
                        II.-  EL AMOR COMO FUNDAMENTO
                Mis queridos lectores, el amor a nuestro Señor Jesucristo es y ha de ser el fundamento y el motivo dinámico de cuanto hagamos en y para su servicio, y ha de ser la base de todas nuestras actividades en su obra y en nuestra convivencia en la iglesia.
            Sin duda alguna, de esto se olvido la iglesia de Efeso de tal manera que, El, que juzgaba su conducta tenía que reprenderle  diciendo: tengo contra ti que has dejado tu primer amor. (Ap.2:4) 
            Como sabemos se trataba de una iglesia activa, sufrida, paciente, que trabajaba sin desfallecer y sin admitir doctrinas contrarias a la verdad; no obstante, estaba en peligro de perder su testimonio porque todo lo que hacía, fallaba por la base que debía ser impulsada; el amor al Señor, y en este sentido es amonestada a que recuerde su caída y que se arrepienta.
            El trabajo que Pedro iba a emprender una vez rehabilitado, tenía que tener esta base fundamental y ha de ser nuestra base, si aspiramos a agradar a Dios y no a los hombres. Desgraciadamente es posible que se infiltren en nuestro corazón, otros motivos subalternos e indignos: La palabra de Dios ofrece ejemplos de algunos que obraban así; Juan mismo tiene que escribir sobre Diótrefes el que amaba tener el primado. (3ª.Jn.vrs.9)  Este hombre no era constreñido por el amor a Cristo, sino por sus propias ambiciones y su afición  al mando o a la primacía sobre los demás. Pablo advierte a Timoteo de los tiempos peligrosos, de los postreros días cuando habrán hombres amadores de sí mismos, (2ª. Tim.3:1/4) infatuados amadores de los deleites más que de Dios.
            A menudo el testimonio de la iglesia es menospreciado y no lo suficiente valorado en el mundo contemporáneo, por causa de amar más los personalismos y conveniencias humanas que llegan a eclipsar por completo ese amor a Cristo.
            Hay todavía otro amor que pretende competir sutilmente con el amor que debemos al Señor, y muchos son los que sin darse cuenta sucumben en él; con respecto a esto Pablo dice: Demas me ha desamparado, amando este mundo (Tim.4:10)  Recordemos todos y cada uno de nosotros, las salutaciones y exhortaciones del último capítulo de primera de Corintios (1ª.Cor.16:22), en ellas se hallan estas palabras muy acordes y significativas.  “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.
            Consideremos y reflexionemos en nuestro interior la pregunta que Jesús hizo a Pedro y tratemos de contestarla honestamente ante el Señor; porque un mero asentimiento del evangelio acompañado de una fe intelectual desprovista del amor a nuestro Señor, es la que, según Santiago profesan los demonios. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” (Stg.2:19)
            Hermanos todos, el amor a Cristo ha de ser la fuerza que ha de impulsar un verdadero servicio o ministerio cristiano. Poco vamos a poder hacer en nuestro servicio, si este es motivado e impulsado por el simple sentido del deber cumplido, como si de un requisito legal se tratare.   “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestare a él.” ( Jn.14:21)
                                                                                              V. Ibáñez
Comentarios: Vicenteibanezsaez@hotmail.com