TOMA TU
CRUZ
Lectura.
Mateo. Cap.10
Breve Reflexión
sobre
Mateo. Cap. 10:38
“Y
el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.”
La lectura de este capítulo en el
Evangelio de San Mateo comprende un amplio discurso pronunciado por Nuestro
Señor Jesucristo a sus apóstoles previamente elegidos y contiene una serie de
instrucciones relacionadas con la obra misionera que se les encomendaba.
El Señor, por lo que podemos
apreciar, parece que divide su disertación en tres partes.
La primera; contiene los avisos para
determinar la conducta que deben adoptar en su misión en la Galilea. (Vers.
5/15)
La segunda encierra las advertencias
que deberán tener presente en una misión futura, donde los apóstoles y discípulos,
tendrían que enfrentarse no solo con el desprecio, sino también con la
persecución. (Vers. 16/23)
La tercera conciencia a sus
discípulos a tomar ejemplo de su maestro y del cuidado amoroso del Padre, de
tal forma que no deben temer por sus vidas puesto que sus almas son potestad
del Padre. (Vers. 24/39)
Termina el Señor este discurso con
los vers. 40/42, resaltando la dignidad del discípulo en su ministerio
diciendo: “El que a vosotros recibe, a mí me recibe” mostrando en estas declaraciones, cuan unidos está el Señor a sus
discípulos.
Hemos estando considerando estas
secciones del sermón, para poder tener una clara noción de la importancia de un
testimonio responsable, el cual como hemos podido apreciar, no está excepto de
dificultades, pruebas, desprecios y persecuciones, las cuales el Señor tuvo que
soportar en su ministerio y que él nos advierte a tomar conciencia de ello,
puesto que el discípulo no está sobre su maestro, ni el que sirve no está sobre
su señor; manifestándonos a sí, nuestro privilegio y gloria al ser iguales a
nuestro maestro “Bástele al discípulo ser como su maestro”… Recuerdo que solíamos cantar:
“No soy
más que mi Maestro, no soy más que mi Señor,
Tengo por un privilegio que padezca por su amor”
Es
cierto que estamos muy lejos de aquellos tiempos, en que costaba ser cristiano,
por lo menos en mi país; ahora estamos sumergido otorgándonos ciertas
permisibilidades, que lejos de manifestar lo que en el Señor somos
ensombrecemos nuestro testimonio; no es de extrañar pues, que nuestro Señor nos
amoneste con clara contundencia diciéndonos: “Y cualquiera que me niegue
delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en
los cielos” (vers.33)
Como
conclusión a lo que precede del discurso que no es más que lealtad al Señor y a
su enseñanza, (independientemente de los sufrimientos y antagonismos esgrimidos
en nuestro tiempo moderno) apela al amor hacia él para que sean dominados y
vencidos llegando si es preciso a soportar los vituperios de Cristo como si de
una cruz se tratase.
I.-
TOME SU CRUZ
El
Señor, en esta tercera parte de su discurso -vers.24/39- pone ante nosotros una disyuntiva¸
el tomar la cruz y seguirle: Ni que decir tiene, que la cruz es el signo
representativo de todo género de tormento y también de todas las penas
interiores y exteriores; significando todo un conjunto de aflicciones y pruebas
por las cuales atravesamos los creyentes al seguir con fidelidad al Señor
Jesús. Es en este sentido significativo lo que el Maestro quiso decirnos al declarar:
“el
que no toma su cruz y sigue en pos de mí”…
El
Maestro aclara y enfatiza que se trata de tú cruz y de la mía, esto es, de
nuestra cruz y no de su cruz; él llevo su cruz con dignidad en todo su ministerio
hasta ser clavado en una cruz material de madera; pero aquí se trata de nuestra
cruz, tu cruz, mi cruz, cada uno tenemos una que forma parte de ese conjunto de
facultades morales y espirituales del cual está dotado el hombre.
El
sufrir reproches y desaires por testificar o querer testificar con limpia
conciencia del amor de Cristo hacia el pecador, tiene este mismo significado de
toma
tu cruz: Mi cruz, tu cruz, es
llevar su vituperio. (Hbr.13:13) Es el resistir la tentación. (Stg.1:12) Es el padecer persecución. (2ª.Tim.3:12)
Como
discípulos suyos debemos negarnos a nosotros mismos, aplicando la muerte a todo
cuanto la carne pudiera amar, si fuere ajeno a ese lugar que a Cristo le
pertenece en nuestro ser.
II.-
TOMALA Y SIGUEME
Notemos
aquí, que se nos dice que la tomemos; tomar significa más bien, recibir
deliberadamente, con dignidad, gozosamente, porque mi Señor es quien me la
asigna; por tanto es una cruz santificada y santificante a la vez, la cual me
ha de proporcionar comunión con él –“sígueme” esto es tener una relación
intima en el caminar diario con él; y nos hace pensar que nos va a ser más
fácil y bienaventurado tomarla, que arrastrarla. ¡Cuidado con esto! No se me
está permitido murmurar, si quejarme de la cruz que me ha sido (nos ha sido)
asignada, ni debo hacerme una cruz propia por mis terquedades y petulancias.
Debemos
llevarla pacientemente, pues solo se nos pide llevarla un poco de trecho; “esta
leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y
eterno peso de gloria”. (2ª.Cort.4:17)
(Hch.14:22)
III.- QUE DEBE ANIMARNOS A TOMARLA
El
poder ser dignos de nuestro Señor y maestro, debe ser motivo de ánimo para
tomar nuestra cruz: Su amor manifestado en su sacrificio en la Cruz del
Calvario a nuestro favor a de ser motivo más que suficiente para tomarla, pues
él llevo una cruz más pesada que la mía o la tuya; ello nos ha de proporcionar
una esperanza de gloria. ”Las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”
(Rom.8:18) Nos debe animar, porque somos sus colaboradores; “cumplo
en mi cuerpo lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia” (Col.1:24)
Cuando
Cristo nos manda tomar nuestra cruz y seguir en pos de él, no dudes hermano,
porque él exclamará ¡a medias, por cuanto eres uno de mis “pequeñitos!” “no os dejará ser tentados más de lo que
podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar” (1ª. Cort.10:13)
“Considerad
a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo para que
vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hbr.12:3)
V. Ibáñez