OBRERO
APROBADO
Lectura. 2ª. Timoteo,
2:1/26
Texto. 2ª. Timoteo.2:15
“Procura con
diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”
Antes de iniciar esta reflexión,
sobre un obrero aprobado diré: Que me mueve a ello, el hecho de haber
encontrado entre mis apuntes y bocetos de sermones pronunciados; uno que me
sirvió de base para una exhortación, años ha, y que por su contenido que he
resumido creo no ha perdido vigencia alguna.
Así pues, procurare dar forma en
manera de escrito cuanto en su día dije:
En la confianza que pueda servir de enseñanza y amonestación cariñosa, el poder
ser aprobados ante Dios como obreros que no tienen de que avergonzarse que trazan
bien la palabra de verdad.
La exhortación que encontramos en la
lectura citada, tiene por objeto el infundir ánimo en la adversidad por un mal
testimonio de algunos, cuyos nombres menciona el apóstol, y trata de reforzar y
alentar a Timoteo, poniendo como ejemplo la vida de los soldados, la de los
atletas y labradores; ejemplo estos, del sentido del deber, esfuerzo y trabajo.
(cap.2:3/7)
Pablo quiere acentuar el sentido de
responsabilidad, y se esfuerza lo máximo para asegurarse la transmisión fiel del
evangelio que Timoteo había oído y aprendido de él, ante muchos testigos, con
el objeto y como encargo para enseñar a otros.
Recuérdales esto, enfatiza el
apóstol; lo que oíste y aprendiste de mí, ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Y mis queridos
lectores; si no hacemos nuestras las verdades bíblicas que en su día aprendimos
de nuestros mayores; tarde o temprano nos veremos abocados a ser cristianos de
tertulias profanas y de vanas palabras que nos llevaran a la controversia; como
en el caso de Himeneo y Fileto, los cuales trastornaban la fe de algunos
perturbando el sentido de las cosas, persuadiendo así el ánimo de ellos y
haciéndoles declinar o mudar los términos doctrinales, sosteniendo tesis sobre
la resurrección muy lejos de la realidad apostólica.
Timoteo se encontraba frente a una
difícil situación, producida por la doctrina que difundían aquellos falsos
doctores, a quienes Pablo entregó a Satanas para que aprendan a no blasfemar
por haberse desviado de la verdad; (1ª.Tim.1:20) y le advierte que el mal había
invadido todas las esferas de la iglesia; la cual ha venido a ser como una casa
grande, en la que hay toda clase de utensilios, de oro, plata, madera y barro;
unos para usos honrosos y otros para usos viles.
Ante tal situación, el apóstol
establece claramente la posición del testimonio en la separación; unos para
usos honrosos y otros para usos viles y dice: Pero el fundamento de Dios está
firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y apártese de
iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo; esto es, todo
aquel que invoca el nombre de Cristo, reconociendo su autoridad y se somete a
ella, apártese de iniquidad. Esta es la responsabilidad de los fieles, es
nuestra responsabilidad, aquí, ahora y siempre, hasta que el Señor venga; es
una responsabilidad primordial e individual; apártese de iniquidad todo aquel.
APARTESE DE INIQUIDAD
Debemos tener en cuenta que el
apóstol se está refiriendo a los que el Señor conoce como suyos, por
consiguiente el término de iniquidad
empleado aquí, no significa un camino sin freno transgrediendo la ley,
que caracteriza al hombre natural no poseyendo la vida de Dios, como en
1ª.Jn.3:4; si esto fuera así, retirarse de iniquidad significaría apartarse de
los incrédulos, y el apóstol no utilizaría la metáfora comparando a los
cristianos como utensilios de una casa con diversos usos, ni insistiría en la
limpieza de estas cosas a fin de
ser instrumentos para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto
para toda buena obra. Es pues bien evidente que iniquidad
aquí tiene otro sentido, en griego es “adikia” y tiene el significado de injusticia,
(considerar en oposición la justicia) de ahí que el apóstol ruegue a Timoteo
que siga la justicia: Apártese de iniquidad, consiste en separarse de los que
en la práctica no andan según la verdad de Dios, y cuando la injusticia, falta,
culpa o error, son sostenidas como doctrina, (Himeneo y Fileto)
Es más, ¿no es esto lo que quiso
decir Cristo en Mateo 7:21/23 a aquellos que falsamente proclamaban ser sus
seguidores? “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores
de maldad, (según traducciones, hacedores de iniquidad) El
creyente fiel debe apartarse, no solo de la falsa doctrina sino de los que la
propagan y de los que la aceptan, sea tácitamente o no, aun contra conciencia.
No es de extrañar que el apóstol
insista en la limpieza de una forma individual y genérica, al decir: “de
modo que si alguno se limpiare,” (Vers.21) condición indispensable para ser
instrumento
para honra. >Atendamos bien,
no se trata de cualidad personal como instrumento “de” honra como cualidad individual; el apóstol insiste en para honra, lo cual determina una
acción, servicio o uso que se ha de dar a una cosa; < así pues, podemos decir
que el servicio del obrero debe ser para
honra de su Señor, demostrando su acatamiento y buena disposición a fin de ser
utensilio para honra en esa casa grande que según el apóstol Pablo ha venido a
ser la iglesia.
Es evidente que Pablo al decir que: en
una casa grande no solamente hay utensilios, etc. etc. nos está alertando del peligro
existente que conlleva una actividad colectiva; pues si bien la fe es algo
individual, bien pudiera darse el caso que alguien fuere impulsado a obrar por
encima de la medida de su fe y posibilidades, persuadiendo a personas de dudosa
conversión o situación espiritual a colaborar en un servicio determinado, y
esto sería un agravio y una manifestación de irresponsabilidad que forzosamente
tendríamos que soportar como “casa grande,”
puesto que -solamente el Señor conoce a los que son suyos.
La exhortación recomendada por el
apóstol a todos y a cada uno de nosotros es: “Apártese, huye y sigue”
(Vers.19-22) He aquí tres actitudes potestativas
de nuestro albedrio que nos corresponde razonablemente reflexionar; tras la
separación, (Apártese) viene una importante recomendación huir,
y todo lo contrario a presumir trata el apóstol de advertir a Timoteo en su
juventud, a huir de las pasiones propias de la pubertad; pues esta
recomendación está más bien dirigida a evitar un celo desmedido de ser y ocupar
rango elevado, en el que pudiera manifestar ambición desproporcionada de dominio que pudiera
trastornar el ánimo y la fe de algunos.
Acto seguido la exhortación es, seguir la justicia, la fe, el amor y la
paz; la separación que recomienda Pablo no ha de acarrear inactividad, todo lo
contrario, se ha de perseguir la justicia que proporcionara paz al no existir
discriminación, confiando y manifestando amor y buen trato con todos los que
invocan al Señor de limpio corazón.
Un corazón limpio es aquel que se ha
limpiado de estas cosas que no profesan un cristianismo nominal, desviándose
de la verdad, antes han purificado sus almas por la obediencia a la verdad,
(practican verdad) mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido,
amándonos unos a otros entrañablemente, de corazón puro (1ª. Pedr.1:22)
Así que la obediencia, - la fe - en
la palabra de verdad purifica, limpia nuestro corazón, de forma y manera que sabremos
amarnos como Cristo nos amó, en le humildad, sin reclamar nada a cambio para
sí, independientemente y condición de
la clase de utensilio que seamos; barro, madera, plata u oro.
Pues el propósito de este
mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe
no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería.
(1ª.Tim. 1:5/6)
V.
Ibáñez