MIRARÁN AL QUE TRASPASARON
Lectura:
Juan. 19:17 al 37
Texto. Juan: 19:37
“Y también otra Escritura dice: Mirarán al
que traspasaron”
La narración que el apóstol Juan
hace de la Crucifixión de Cristo, está avalada no tan solo por lo que el “vio,” (Vrs.35) sino que se apresura a
mostrarnos esta verdad ya revelada por los profetas en las Escrituras, muchos
años antes de este acontecimiento; teniendo buen cuidado y por inspiración
Divina, de colocar, junto al hecho sucedido, las palabras: “estas cosas fueron hechas para
que se cumpliese las Escrituras” (Vers.24- 28- 36/37)
Así pues, por lo que podemos
apreciar del relato leído; es que hay en la pasión y muerte de nuestro Señor
Jesucristo, hechos vaticinados por los profetas, que no podían ser por lo
mismo, conocidos sino por Dios y preanunciados solamente por El en las
Escrituras a través de los profetas.
Estos hechos son narrados y se
produjeron, para confirmar la veracidad de la Divinidad de Jesucristo: Siglos
antes de que naciera la profecía y de que Cristo viniera en carne a este Mundo,
hubo como una existencia prehistórica en la que se concertó, por determinado
consejo y anticipado conocimiento de Dios, las condiciones de su vida futura;
siendo posteriormente la profecía quien lo identifica como el Mesías ó Ungido
de Dios, ya que esta; no es más que la previsión y el anuncio cierto y preciso
de un hecho futuro, cuyo conocimiento no puede ser deducido de las cosas
naturales.
Si la profecía y los milagros han
dado este relieve extraordinario a este Hombre-Dios colgado del madero de la
cruz; es porque su crucifixión es la síntesis y el punto de partida de su obra
redentora. Así dice el apóstol Pedro a los ciudadanos de Jerusalén que
presenciaron la pasión y muerte de Cristo: “Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre
vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros
por medio de él como vosotros mismos sabéis; a éste entregado por el
determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis
por manos de inicuos, crucificándole…..a este Jesús a quién vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. (Hch.2:22/23 y 36)
Esta es la profunda y simple
teología del Crucificado, en orden a cada uno de nosotros. Mirad al crucificado, he aquí la obra de Dios
a tu favor y al mío; así lo confiesa el apóstol Pedro diciendo: “Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro hombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos.”(Hch.4:12)
En la Historia Universal hay dos momentos
culminantes para la Humanidad: -El Árbol del Paraíso (Edén) con el fruto de
maldición que nos trajo la ruina, y el Árbol de la Cruz con el fruto de Dios,
Cristo-Jesús, que reparo la catástrofe y ruina del primer Hombre-Adam en el
huerto del Edén: Y por 20 siglos, las generaciones cristianas tienen sus ojos
fijos en la Cruz de Cristo; eje y cifra de paz, para un Mundo que gime bajo el
peso del pecado y de la culpa.
I.-MIREMOS LA REALIDAD DEL
POR QUÉ DE LA CRUCIFIXIÓN.
Podemos decir que casi todos los profetas se han
dado cita en el Calvario: La revelación del Antiguo Testamento cuenta con
soberana maestría, la descripción de los sufrimientos de Nuestro Señor
Jesucristo y el motivo por el cual tenía que pasar por ellos.
El profeta Isaías muestra la imagen
del futuro redentor 700 años antes de su muerte en Cruz; denunciando que sería: “despreciado
desechado, entre los hombres, varón de dolores experimentado en quebranto…
(Isa.53:3) ¿Que es lo que ve a tantos siglos de distancia? No una figura regia y soberana vestida de
majestad adorada por los pueblos y naciones de la tierra; no, antes ve un varón
de dolores sin hermosura, sin apariencia, desechado, desatendido de todos,
herido y señalado por la mano de Dios y abatido hasta el polvo.
Pero completa su revelación
descifrando ya el enigma de la redención y su crucifixión diciendo: “ciertamente
llevó El nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, - fue herido por
nuestras rebeliones, -dice: molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra
Paz, fue sobre él y por su llaga (herida) fuimos curados”. Isa.53:4/5
He aquí la realidad del porque de su
crucifixión. - ¡Si! Jesús es el redentor, - la causa de verse tan envilecido no
fueron sus culpas, sino el haber él llevado nuestras enfermedades, nuestras
iniquidades, nuestro pecado. “Más él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados.”
Después de la visión del profeta y
el haber transcurrido los siglos, acercándose el momento en que se ha de
cumplir el vaticinio profético, llega por fin el hombre preanunciado,
Jesucristo, y verifica él mismo, lo que las profecías dijeron. “He
aquí dijo a sus discípulos: subimos a Jerusalén y serán cumplidas todas las
cosas que fueron escritas por los profetas, del hijo del hombre, porque será
entregado a las gentes y será
escarnecido é injuriado, escupido y después que le hubieren azotado, le
matarán: más al tercer día resucitará” (Luc.18:31/33)
Lo que dijo Jesús, conforme lo predicho
por los profetas, se verifica luego y se consuma en la Cruz del Calvario, con
incontables dolores y tormentos. Después los apóstoles anuncian este sacrificio
a todo el Mundo diciendo: “siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros.” (Ro.5:8) La predicación
del apóstol Pablo era esta: “Cristo fue muerto por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras.” (1ª.Cor.15:3) “Cristo fue propuesto por Dios, en propiciación
por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber
pasado por alto, en su paciencia los pecados pasados.” (Ro.3:25) “Y por todos
murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, más para aquel que murió y
resucitó por ellos.”(2ª.Cor.5:15)
El apóstol Pedro predico: “Cristo llevó nuestros pecados
en su cuerpo sobre el madero de la Cruz, para que nosotros siendo muertos a los
pecados, vivamos a la justicia, por la herida del cual habéis sido
sanados.”(1ª.Pdr.2:24) Juan el apóstol predicaba lo mismo: “El
Cristo es la propiciación por nuestros pecados y no solamente por los nuestros,
sino también por los de todo el mundo.” (1ª.Jn.2:2)
De esta manera forman perfecta
armonía como tres voces unísonas; es decir: El vaticinio de los profetas. –La
revelación del propio Señor Jesucristo y la predicación y doctrina de
los apóstoles; que como poderoso acorde, sigue resonando hoy día por la
predicación de su iglesia. Hemos visto la realidad del porqué de su
Crucifixión.
II.- OBSERVEMOS AHORA
LA REALIDAD DE LA MIRADA DE
LOS QUE CONTEMPLABAN LA
CRUCIFIXIÓN.
En el evangelio de San Lucas, 23:35, leemos: “Y el
pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo:
A otros salvó;
sálvese a sí mismo si éste es el Cristo, el escogido de Dios.”
La comitiva de los ajusticiados
había despertado gran interés
En el pueblo,
porque aquel que en un Domingo entró triunfante sobre un pollino en la ciudad
de Jerusalén, había sido condenado por aquella misma muchedumbre que antes le
aclamó. Amigos, existen siempre esa masa humana que se deja llevar de acá para
allá, que un día aclaman a unos y otro día aplauden a otros; que hoy dice
reverenciar a Cristo y mañana sin duda se postraran ante al anticristo.
En Jerusalén, hubo
esa clase de gente el día que había de decidirse la suerte de Cristo; era esa
gente que gusta seguir el pensamiento de otros, sin molestarse en pensar por sí
mismos.
Los judíos., como los religiosos de
hoy día, eran religiosos por tradición más que por naturaleza ó convicción, y
cualquier cuestión religiosa la dejaban en manos de los sacerdotes y doctores
de la ley; estos lo sabían y dirigían a su antojo a las masas y estas ponían en
manos de ellos sus destinos y cuestiones espirituales; si decían que Cristo
había de ser crucificado; ellos clamaban ante Pilato, Crucifícale.
Paciente lector; me temo que todavía
existen en nuestros días muchas personas semejantes; que van a donde otros les
llevan o a donde van otros sin pararse a reflexionar por sí mismos, que miran a
la Cruz porque sus padres miraron, no porque se sientan llamados a identificarse
con el crucificado: Es la mirada superficial e indiferente en el aspecto
espiritual la que dirigen a Cristo.
En Lucas, 23:39, leemos: “Y
uno de los malhechores que estaba colgado, le injuriaba, diciendo: si tu eres
el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.” El malhechor que estaba en la misma
condenación injuriaba al Señor; había vivido por tiempo en la impiedad: Es un
cuadro fiel del hombre natural, descrito por el apóstol en Ro.3:14, “su
boca está llena de maldición y de amargura, quebrantamiento y desventura hay en
sus caminos, no conocieron camino de paz, no hay temor de Dios delante de sus
ojos.”
Sin duda que también el malhechor
tiene sus seguidores e imitadores; son aquellos que no pueden avenirse y
conformarse en manera alguna, con sus penas a que está sujeta la vida de pecado
del hombre. Aquellos que con el sufrir no saben acercarse a Dios como su
Salvador, y en vez de mejorar y hacerse más compasivos y considerados con ellos
mismos y con el prójimo; se hacen por el contrario más amargos y agresivos contra Dios y los hombres, volviéndose impíos
y blasfemos.
¿Cuántas veces hemos tenido que oír
expresiones tan mal sonantes como las de este malhechor colgado en la cruz? -
¡Si es que Dios existe, si es cierto que hay Dios en los cielos! ¿Por qué
permite esto, o lo otro, porque no interviene?
Así preguntan aquellos que tan solo quieren de Dios un auxilio inmediato
y externo, que solo apetecen ventajas temporales, ganancias terrenales y no ven
que la causa de tanta calamidad, miseria, odios raciales y guerras, son hijas
de la ambición, de la injusticia, del orgullo, del egoísmo y del pecado de los
hombres.
Nos dice Lucas, 23:40/42, que: “respondiendo
el otro malhechor, le reprendió diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en
la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque
recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a
Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” Eh aquí el hombre cuya mirada al crucificado
le llevó al reconocimiento y confesión de su condición de malhechor y por
supuesto de pecador; fue una mirada sincera, llena de esperanza.
También este malhechor, tiene sus
seguidores o imitadores, pocos cierto, pero los hay: Hombres y mujeres que
reconocen su condición y se identifican con la muerte del Salvador,
confesándole lo que son y han hecho, es decir, sus pecados: Y tú mi paciente
lector puedes ser uno de ellos; Entre tanta multitud uno miró con sinceridad y
fe, no pidiendo beneficios para ahora, no beneficios materiales, no pidió un
auxilio inmediato y externo, no apetece ventajas temporales, sino que su
petición es trascendental; es para cuando “vinieres á tú reino.” La respuesta del Señor Jesús fue: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso” El poeta escribió
así: “Oigo
a los necios decir: No pudo,
salvando a otros, salvarse así, y
exclamo Cristo yo te saludo, porque en tu muerte, vida no dudo hay para mí”
III.- NUESTRA MIRADA HOY
Querido amigo, como es hoy nuestra mirada al
crucificado. ¿Será como la de aquel pueblo indiferente, que no piensa por sí
mismo, dejando que otros decidan, lo que
tan solo te afecta a ti personalmente? “Y toda
la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que
había acontecido, se volvían goleándose el pecho” (Luc.23:48)
¿Serás capaz de impresionarte, hasta
el punto de volverte como ellos lo hicieron, golpeándose sus pechos, pero que
pasada esa impresión y en vísperas de la fiesta de la pascua que se avecinaba,
se olvidad que son pecadores necesitados de la salvación que Dios ofrece por
medio del sacrificio de Cristo en la Cruz? Acuérdate, él llevó nuestros
pecados, nuestras iniquidades, fue herido por nuestras rebeliones y el castigo
que merecieron nuestros hechos y olvidos, fue sobre él, para que también por su
herida pudiéramos ser sanados.
No cabe duda que esta escena de la
crucifixión de nuestro Señor Jesucristo, nos invita a la reflexión. Pronto se
celebrará la Pascua y nuestras impresiones tal vez desaparezcan con la fiesta;
suele ocurrir esto siempre, pero no olvides, que la Cruz que salvo a uno, esa
misma cruz condeno a otro.
¿Vamos a ser como ese malhechor
injuriador, añadiendo más pecado sobre la carga ya pesada de nuestra culpa e
iniquidad, buscando tan solo los beneficios temporales, sin reconocer nuestra
precaria condición de pecadores no arrepentidos? ¡Oh tal vez vamos a ser sinceros por lo menos
una vez, y ante su palabra Divina y ante su Cruz le reconozcamos como Rey y
Señor de nuestra vida, solicitando de él un recuerdo, un sitio en su reino!
Hemos estando reflexionando sobre la
pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, y como los profetas, por las
Escrituras profetizaban anunciando este hecho histórico tan trascendental para
cada uno de nosotros y por supuesto para todo aquel que en él cree. El apóstol Juan
dice, que en aquellos momentos se cumplía una de las profecías pronunciadas por
el profeta Zacarías, en su libro cap. 12:10 que dice así: “mirarán a mí, a quien
traspasaron”
La
lanza del soldado romano fue el punto culminante del cumplimiento de esta
verdad; verdad que trasciende en el tiempo, porque la profecía de Zacarías dice
así: “Y
derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu
de gracia y de oración; y mirarán a mí a quien traspasaron, y llorarán como se
llora por hijo unigénito afligiéndose por él como quien se aflige por el
primogénito. Y tendrá su cumplimiento definitivo cuando aparezca en su
segunda venida, porque el ojo despierto del profeta, está captando una visión
futura; (después de la realidad de la crucifixión de Cristo y su
traspasamiento) de la próxima victoria del reino de Dios en la tierra, en conexión
con el retorno del Mesías; entonces todo Israel será salvo. (Ro.11:26)
A
así como los antiguas Israelitas, (Num.21:9)
miraban a la serpiente de bronce en el desierto, -figura de la Cruz- y
quedaban curados de las mordeduras de las serpientes; así también mirarán en su
segunda venida y serán salvos. Esta es la verdad profetizada y esta corroborada
en el momento de la ascensión o traspasamiento de Cristo al cielo, por aquellos
varones con vestiduras blancas, que dijeron a sus discípulos: Este
mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis
visto ir al cielo” Y también está
apoyada por el apóstol Juan en Apc.1:7 “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo
le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán
lamentación por él. Sí, amén.”
Que
estas simples reflexiones puedan ayudarte a comprender la obra de redención que
el Señor Jesús llevó a cabo, y la aceptes como único media de salvación; porque: en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos” (Ro.4:12)
V. Ibáñez
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