Translate

miércoles, 15 de julio de 2020

SI ALGUNO ME SIRVE SÍGAME

 

 

 

SI ALGUNO ME SIRVE, SÍGAME

 

                  Lectura Juan. 12:12 al 27

                            Texto: 12:26

Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

 

La escena que el evangelista Juan nos presenta en esta porción de su evangelio, viene precedida de unos acontecimientos relacionados con la entrada de nuestro señor Jesucristo en Jerusalén, y el hecho de haberse divulgado por la gente que había presenciado como el Señor llamó a Lázaro del sepulcro y la resucitó de los muertos. (vers.17)

El testimonio de aquellas gentes, origino cierto interés en recibir a aquel que había hecho esta señal, entre ellos; nos dice Juan: ciertos griegos que habían subido a adorar en la fiesta, se acercaron a Felipe rogándole querer ver a Jesús (Vsr.21)

Por lo que nos relata, estos griegos estaban motivados por lo que se divulgaba sobre él y por el triunfal recibimiento que aquellas gentes tributaron al Señor Jesús en aquel domingo en Jerusalén, y es evidente que esto haya sido así; puesto que la respuesta que Jesús dio a Felipe y Andrés fue bastante clara sobre su verdadero triunfo, cuya hora había llegado para ser verdaderamente glorificado. ¡Sí! Su nombre seria en adelante reconocido como verdadero triunfante entre los judíos y gentiles por su muerte y posterior resurrección; esto es lo que nos enseña en su contestación, al decir: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (vrs.24)

La hora había llegado, su triunfo, su glorificación pasan por su pasión, muerte, resurrección, ascensión y venida del Espíritu Santo por el que producirá abundante fruto. El Señor está afirmando que su inmolación era la condición indispensable para la verdadera fructificación espiritual, y toma como ejemplo el grano de trigo para ello, el cual tiene el germen de vida en sí, pero ese origen de vida, no llega a producir otros granos con vida en sí mismos, a menos que sea sometido a un proceso de muerte por enterramiento en la tierra.

Esta es la ley establecida y el Señor Jesús nos la presenta acto seguido, como estableciendo cuales han de ser los intereses y prioridades espirituales en nuestra vida; puesto que el amar en demasía la vida natural, va en detrimento de la más elevada, (vrs.25) esto es; el negarse a sí mismo que con frecuencia proclamaba el Señor. Y esta ha de ser la actitud de todo creyente que quiera servirle y seguirle para poder estar con él en la gloria. “Donde yo estuviere, allí también estará mi servidor.” De esta forma nos anticipa una realización próxima.

 

I.-  SI ALGUNO ME SIRVE

El Señor Jesús nos está indicando un camino por el cual todo ministro o servidor que quiere seguirle tendrá que recorrer, si es que quiere estar donde él estuviere; pero el énfasis que quiero resaltar está en servir y seguir, porque esto trae recompensa.

Fijémonos pues, con motivo del texto leído que es lo que nos dice a nosotros; independientemente de cualquier otro servicio, este requiere vocación, dedicación e ir en compañía con la persona a la cual se le sirve, sígueme; lo cual requiere una actitud de ánimo que ha de manifestarse en una aversión de su vida en este mundo.

Es cierto que el hombre por naturaleza es “siervo del pecado” y que sin más por esa misma naturaleza está inclinado a esa tendencia de hallar placer en ello; por consiguiente, no está capacitado para servir a Cristo. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? (Rom.6:16)

Por esta misma razón, para servir a Nuestro Señor Jesucristo, es indispensable, la regeneración del hombre viejo que equivale, (en la figura del grano de trigo) a nacer de nuevo, es decir, nacer de arriba por la infusión milagrosa del Espíritu Santo que obra en nosotros una nueva naturaleza. Este es el proceso indicado por el Señor Jesús; debemos morir al pecado para que en una novedad de vida podemos servirle y seguirle, pues en la condición de muertos al pecado y al mundo es cuando se lleva mucho fruto.

 

II.-  SÍGAME

Es pues necesario para servir al Señor, seguirle en las condiciones expresadas por el Señor, hasta el punto de menospreciar nuestra vida; lo cual requiere dedicación, consagración y una entrega total para que su Espíritu nos impulse a estar donde el estuviere; toda vez que por nosotros mismos no somos suficientemente capaces de seguirle: “porque separados de mi nada podéis hacer” Jn.15:4/5)  Y todo verdadero siervo de Dios, admitirá juntamente con el apóstol Pablo: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia o suficiencia proviene de Dios” (2ª.Cort.3:5/6)

Ni que decir tiene, que este seguir al Señor Jesús, requiere del servidor una absoluta dependencia y continua comunión con él; obedecer su palabra, hacer su voluntad conforme al modelo y ejemplo que él mismo nos ofrece. ¡Fuera entonces mi voluntad, mi imaginación, mi sabiduría, mi plan, mi gusto, mi parecer! Diciendo Cristo “sígueme,” contestemos heme aquí, Señor, para hacer tu voluntad.

 

III.-  MI PADRE LE HONRARA

El mundo suele premiar a sus hombre ilustres, tiene sus honores predestinados, para sus Jefes de estado, para sus héroes, para sus campeones deportivos, para los grandes de la humanidad: Dios tiene una honra y gloria para los suyos que perdurara por la eternidad; no olvidemos que él fue quien nos escogió, nos eligió, para que llevemos fruto (Jn.15:16) “Dios no es injusto para olvidar nuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hbr.6:10)

Aun cuando un siervo del Señor no se sienta merecedor de nada, él recompensará a cada uno dándole su parabién: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mat.25:21)  El honrara a su manera y en  gran medida a sus siervos ya en esta vida, pues gran honra es ya, el saberse amado y aceptado; nosotros indignos de las menores de sus misericordias, nos aceptó en su hijo amado y nos dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Jn.1:12) y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser… (1ª.Jn.3:1/2)  ¡Cuanta honra, cuanto honor! El corona el trabajo, el esfuerzo y la lucha con una corona incorruptible. (1ª. Cort.9:25)

No es cierto que estamos habituados a contemplar escenas y a leerlas, cuando un cierto personaje visita o mora en tal casa u hotel; como sus propietarios suelen poner unas placas como recuerdo que conmemora tal acontecimiento. ¿Qué diremos nosotros de nuestro Rey y Señor que por su espíritu ha tenido a bien morar perpetuamente en el corazón del más humilde siervo suyo?

Con todo, no es tiempo de recibir los honores y la honra efectiva que en su tiempo Dios conferirá a sus siervos; el día viene presto y mi galardón conmigo nos dice en Apc.22:12.  ¡Que privilegio, que recompensa para sus siervos! a los cuales dijo: “seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre…os entregarán a tribulación y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”Mt.10:22 y 24:9  ¡Ahora que cambio! Los despreciados, maltratados, perseguidos y objeto de toda mofa y desprecio, honrados, coronados y constituidos en jueces de las gentes. ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? (1ª.Cort.6:2)                   

 

V. Ibáñez