Translate

miércoles, 23 de diciembre de 2020

LAS ESCRITURAS: ¡PALABRA DE DIOS!

 

               LAS ESCRITURAS: ¡PALABRA DE DIOS!  
                                          Breve reflexión                                                 
              En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios,
                y el Verbo era Dios.
                                       Texto: Juan 1:1                

      Dios es el Verbo, la Palabra; por consiguiente, Dios tiene su palabra y esa palabra tuvo que ser revelada como forma y manera de expresar su pensamiento, sus deseos, sus propósitos y la esencia misma de su persona, esto es, Amor.

            Y fue ese inmenso amor que le impulso a comunicarse con su criatura, y por medio de la palabra revelarnos su persona y propósitos divinos; manifestándose unas veces en forma angelical, otras hablando a los Padres (Patriarcas) y por medio de los profetas; vehículo este que dio origen a su Palabra escrita –amén de haber él primero con su dedo escrito el Decálogo del Sinaí – (Exd.31:18 – 32:16)

            Así, esa revelación de Dios a su criatura, si bien tuvo en su  pricipio una comunicación verbal, como de la misma escritura se desprende, puesto que, hablo a Adán en el huerto del Edén y Abraham en Harán, a Moisés en el Horeb; también otras veces ha escogido Dios a un hombre y le ha manifestado interiormente y sin el sonido vocal su pensamiento, infundiéndole conceptos, imágenes y juicios por vía extraordinaria y sobrenatural, revelándole aquello que por su conducto ha querido manifestar a los hombres, es lo que conocemos como locución llamada profética; referencias a esta forma de comunicación la encontramos en las Escrituras, con frases como estas: “Habló Dios” “Así ha dicho el Señor”

“fue palabra del señor al profeta” etc.

            Esta revelación fue recogida y escrita para que pudiera ser un medio en el que lo revelado por Dios a sus santos varones, pudiera ser trasmitido en el tiempo. a todas las generaciones como palabra de Dios o revelación de Dios a todos los hombres; inspirada por el Espíritu de Dios y útil para enseñar, redargüir, corregir, instruir en justicia (verdad) (2ª. Tim.3:16)  Su Espíritu nos guía a toda verdad… porque tomará de lo mío y os lo hará saber. (Jn.16:13/14)

            Esta inspiración emerge a través de esa Palabra revelada de una manera notable en su cualidad y distinción, porque puede leerse bajo varios aspectos, pero ninguno de ellos se interpone con el otro, ya que un rayo de luz divina traza la línea que les une, dejando fuera cualquier clase o intento breve de sentencia doctrinal desconectada de su genuina inspiración divina.

            Ahora bien, lo importante para nosotros es saber hasta qué punto las escrituras influyen en nosotros, bien en cuanto a la justicia (verdad) para obedecerla y no ya para aplicarla en nuestra particular interpretación. “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2ª.Pdr.1:20)

            No olvidemos que las Escrituras son en sí, un libro de principios unidos entre sí por el Espiritu divino y no de aforismos desconectados; tratar de apoyarse en un texto aislado, en costumbre y prácticas locales de un país o provincia, puede darse que aprobemos cosas a las cuales los principios de las Escrituras sean totalmente opuestos, y no puede haber dirección divina en aquello que contradiga o sea opuesto a los principios trazados por la revelación de Dios en las Escrituras.

            Así pues, arrancar un texto de su verdadero contexto y construir sobre él una doctrina, práctica o relación social, revela o una gran ignorancia o una perversidad farisaica en donde priven más los intereses que la armonía perfecta de toda la Santa Escritura, al desencajar dicho texto del conjunto de principios de la sana doctrina bíblica.

            La advertencia del que era la palabra hecha carne

Nuestro Señor Jesucristo; cuando los fariseos le preguntaron mal intencionadamente sobre el repudio o divorcio fue: ¿No habéis leído que al principio, varón y hembra los hizo…. mas al principio no fue así. (Mt.19:4-8)  Dios nunca muda, los principios revelados por él son inmutables. “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios yo os ordeno” (Deut.4:2) “…no añadirás a ello, ni de ello quitarás.

(Deut.12:32)

            Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso. (Prov.30:5/6)

                                                                                 

                                                                          V. Ibáñez

           

 

                       


viernes, 9 de octubre de 2020

TE PIDO PERDÓN...

TE PIDO PERDÓN…

Jeremías 31:34

Seguramente en más de una ocasión te has sentido OFENDIDO por alguna circunstancia que te han causado a la que esperas unas disculpas. Pero si somos sinceros, podemos estar de acuerdo tu y yo que mucho más a menudo de lo que pensamos, los que hemos causado ese dolor hemos sido nosotros mismos.

La Biblia habla de estas situaciones tan cotidianas en nuestro día a día y la manera en la que debemos tratar esa reconciliación a una ofensa o herida en busca de un PERDÓN genuino. Pero antes de adentrarnos en la esfera del perdón horizontal entre las personas, tendremos que ver como Dios actúa con nosotros en esa relación de perdón vertical, pues será nuestro referente y gran ejemplo.

Dios ofrece el perdón a toda persona que confiesa y expresa su maldad contra el creador a través de una oración que nace de un ARREPENTIMIENTO verdadero, pues “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1ª Juan1:9). Además, en ese perdón vertical Dios da un paso más al decir: “perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34) y no sólo eso, sino que metafóricamente lo entierra en lo profundo del mar (Miqueas 7:19), por tanto, no hay RENCOR alguno por parte de Dios.

Si ahora pasamos al plano horizontal, en muchas ocasiones, el orgullo humano nos impide buscar esa RECONCILIACIÓN entre la pareja, con nuestros padres, hijos o familiares, con amigos, compañeros de trabajo, del instituto o incluso con personas que no conocemos pero que nos han causado gran dolor.

El orgullo es el muro que dificulta en primer lugar ir a pedir perdón y en segundo lugar perdonar y restaurar relaciones deterioradas o incluso rotas. La Biblia expresa “Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.” (Efesios 4:32). Al entender que uno ha sido perdonado por Dios, debe actuar con la misma MISERICORDIA y también perdonar al prójimo. (Recuerda la parábola del hijo pródigo y como corre el padre cuando ve llegar a su hijo en busca de perdón).

Pero además, el perdón bíblico va mucho más allá de lo que la sociedad entiende como perdón, pues como leemos en Mateo 5:23-24 el mismo Jesús dice: “si llevas al altar del templo una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas de que alguien está enojado contigo, deja la ofrenda delante del altar, ve de inmediato a reconciliarte con esa persona, y después de eso regresa a presentar tu ofrenda a Dios.” El perdón del que Jesús habla no es pasivo esperando que alguien venga a restaurar la ofensa, sino que es activo, o como diríamos hoy en día PROACTIVO. Es de un nivel superior, pues reclama que demos el primer paso aun cuando uno sea el mismo ¡ofendido! entendiendo que ese problema debe solucionarse cuanto antes y no enquistarse. Y lo prioriza incluso al momento dar una ofrenda a Dios.

Cuando nos acercamos a la mesa del Señor para tomar el pan y el vino, vemos que es un espacio donde no hay ninguna diferencia entre pobres y ricos, entre mujeres y hombres, entre razas humanas ni tampoco etnias, pues es un lugar para todos a un mismo nivel. Es donde recordamos y reconocemos que Dios siendo el ofendido también dio el primer paso de reconciliación acercándose primeramente al hombre en forma humana y posteriormente entregando a su hijo Jesús en la cruz, la mayor ofrenda jamás realizada, para pagar el precio causado en busca de RESTAURACIÓN y perdón contigo y conmigo.

Dios quiera que estas líneas nos ayuden a entender la dimensión del perdón bíblico y nos animen a restaurar de una vez y para siempre relaciones humanas destruidas, sin rencores del pasado, con un sencillo y verdadero “TE PIDO PERDÓN…”

 

Josué Ibáñez Valera

miércoles, 15 de julio de 2020

SI ALGUNO ME SIRVE SÍGAME

 

 

 

SI ALGUNO ME SIRVE, SÍGAME

 

                  Lectura Juan. 12:12 al 27

                            Texto: 12:26

Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

 

La escena que el evangelista Juan nos presenta en esta porción de su evangelio, viene precedida de unos acontecimientos relacionados con la entrada de nuestro señor Jesucristo en Jerusalén, y el hecho de haberse divulgado por la gente que había presenciado como el Señor llamó a Lázaro del sepulcro y la resucitó de los muertos. (vers.17)

El testimonio de aquellas gentes, origino cierto interés en recibir a aquel que había hecho esta señal, entre ellos; nos dice Juan: ciertos griegos que habían subido a adorar en la fiesta, se acercaron a Felipe rogándole querer ver a Jesús (Vsr.21)

Por lo que nos relata, estos griegos estaban motivados por lo que se divulgaba sobre él y por el triunfal recibimiento que aquellas gentes tributaron al Señor Jesús en aquel domingo en Jerusalén, y es evidente que esto haya sido así; puesto que la respuesta que Jesús dio a Felipe y Andrés fue bastante clara sobre su verdadero triunfo, cuya hora había llegado para ser verdaderamente glorificado. ¡Sí! Su nombre seria en adelante reconocido como verdadero triunfante entre los judíos y gentiles por su muerte y posterior resurrección; esto es lo que nos enseña en su contestación, al decir: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (vrs.24)

La hora había llegado, su triunfo, su glorificación pasan por su pasión, muerte, resurrección, ascensión y venida del Espíritu Santo por el que producirá abundante fruto. El Señor está afirmando que su inmolación era la condición indispensable para la verdadera fructificación espiritual, y toma como ejemplo el grano de trigo para ello, el cual tiene el germen de vida en sí, pero ese origen de vida, no llega a producir otros granos con vida en sí mismos, a menos que sea sometido a un proceso de muerte por enterramiento en la tierra.

Esta es la ley establecida y el Señor Jesús nos la presenta acto seguido, como estableciendo cuales han de ser los intereses y prioridades espirituales en nuestra vida; puesto que el amar en demasía la vida natural, va en detrimento de la más elevada, (vrs.25) esto es; el negarse a sí mismo que con frecuencia proclamaba el Señor. Y esta ha de ser la actitud de todo creyente que quiera servirle y seguirle para poder estar con él en la gloria. “Donde yo estuviere, allí también estará mi servidor.” De esta forma nos anticipa una realización próxima.

 

I.-  SI ALGUNO ME SIRVE

El Señor Jesús nos está indicando un camino por el cual todo ministro o servidor que quiere seguirle tendrá que recorrer, si es que quiere estar donde él estuviere; pero el énfasis que quiero resaltar está en servir y seguir, porque esto trae recompensa.

Fijémonos pues, con motivo del texto leído que es lo que nos dice a nosotros; independientemente de cualquier otro servicio, este requiere vocación, dedicación e ir en compañía con la persona a la cual se le sirve, sígueme; lo cual requiere una actitud de ánimo que ha de manifestarse en una aversión de su vida en este mundo.

Es cierto que el hombre por naturaleza es “siervo del pecado” y que sin más por esa misma naturaleza está inclinado a esa tendencia de hallar placer en ello; por consiguiente, no está capacitado para servir a Cristo. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? (Rom.6:16)

Por esta misma razón, para servir a Nuestro Señor Jesucristo, es indispensable, la regeneración del hombre viejo que equivale, (en la figura del grano de trigo) a nacer de nuevo, es decir, nacer de arriba por la infusión milagrosa del Espíritu Santo que obra en nosotros una nueva naturaleza. Este es el proceso indicado por el Señor Jesús; debemos morir al pecado para que en una novedad de vida podemos servirle y seguirle, pues en la condición de muertos al pecado y al mundo es cuando se lleva mucho fruto.

 

II.-  SÍGAME

Es pues necesario para servir al Señor, seguirle en las condiciones expresadas por el Señor, hasta el punto de menospreciar nuestra vida; lo cual requiere dedicación, consagración y una entrega total para que su Espíritu nos impulse a estar donde el estuviere; toda vez que por nosotros mismos no somos suficientemente capaces de seguirle: “porque separados de mi nada podéis hacer” Jn.15:4/5)  Y todo verdadero siervo de Dios, admitirá juntamente con el apóstol Pablo: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia o suficiencia proviene de Dios” (2ª.Cort.3:5/6)

Ni que decir tiene, que este seguir al Señor Jesús, requiere del servidor una absoluta dependencia y continua comunión con él; obedecer su palabra, hacer su voluntad conforme al modelo y ejemplo que él mismo nos ofrece. ¡Fuera entonces mi voluntad, mi imaginación, mi sabiduría, mi plan, mi gusto, mi parecer! Diciendo Cristo “sígueme,” contestemos heme aquí, Señor, para hacer tu voluntad.

 

III.-  MI PADRE LE HONRARA

El mundo suele premiar a sus hombre ilustres, tiene sus honores predestinados, para sus Jefes de estado, para sus héroes, para sus campeones deportivos, para los grandes de la humanidad: Dios tiene una honra y gloria para los suyos que perdurara por la eternidad; no olvidemos que él fue quien nos escogió, nos eligió, para que llevemos fruto (Jn.15:16) “Dios no es injusto para olvidar nuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hbr.6:10)

Aun cuando un siervo del Señor no se sienta merecedor de nada, él recompensará a cada uno dándole su parabién: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mat.25:21)  El honrara a su manera y en  gran medida a sus siervos ya en esta vida, pues gran honra es ya, el saberse amado y aceptado; nosotros indignos de las menores de sus misericordias, nos aceptó en su hijo amado y nos dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Jn.1:12) y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser… (1ª.Jn.3:1/2)  ¡Cuanta honra, cuanto honor! El corona el trabajo, el esfuerzo y la lucha con una corona incorruptible. (1ª. Cort.9:25)

No es cierto que estamos habituados a contemplar escenas y a leerlas, cuando un cierto personaje visita o mora en tal casa u hotel; como sus propietarios suelen poner unas placas como recuerdo que conmemora tal acontecimiento. ¿Qué diremos nosotros de nuestro Rey y Señor que por su espíritu ha tenido a bien morar perpetuamente en el corazón del más humilde siervo suyo?

Con todo, no es tiempo de recibir los honores y la honra efectiva que en su tiempo Dios conferirá a sus siervos; el día viene presto y mi galardón conmigo nos dice en Apc.22:12.  ¡Que privilegio, que recompensa para sus siervos! a los cuales dijo: “seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre…os entregarán a tribulación y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”Mt.10:22 y 24:9  ¡Ahora que cambio! Los despreciados, maltratados, perseguidos y objeto de toda mofa y desprecio, honrados, coronados y constituidos en jueces de las gentes. ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? (1ª.Cort.6:2)                   

 

V. Ibáñez

 

 

 

 

 

domingo, 5 de abril de 2020

¡HE AQUÍ EL HOMBRE!

                                    ¡HE  AQUÍ  EL  HOMBRE!
                                        Lectura. Juan 19: 1 al 16
                                               Texto: Juan 19:5
Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!

            La lectura de los evangelios nos relata los hechos históricos de la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, de cuya transcendencia sale beneficiado todo aquel que en él cree.
            El evangelista Juan nos refiere los sucesos acaecidos en la noche que comenzaron en el huerto de Getsemaní y terminaron en el sepulcro abierto en una peña.
            Por lo que podemos apreciar en estos acontecimientos históricos, Juan nos narra episodios omitidos por los otros evangelistas, o si coinciden con ellos, los completa de alguna otra manera para nuestra mayor comprensión de todo lo sucedido.
            Los puntos más sobresalientes de la pasión y muerte de Cristo, según Juan son: La declaración del Señor y su presentación ante Caifás, (18:1/14) la triple negación de Pedro, (18:15/18 – 25/27) y el primer interrogatorio ante Pilato. (18:28/38)
            La lectura que me ha servido de texto para esta reflexión, es una de las más culminantes de la pasión de Cristo; el momento en que Pilato presenta a Cristo Jesús ante los principales sacerdotes y aguaciles como Ecce Homo -¡He aquí el Hombre! es de suma trascendencia, aun que nunca supo él, la importancia que sus palabras tenían para la humanidad y mucho más para los creyentes.
            Allí estaba Cristo, desollado por el terrible suplicio de la flagelación, su rostro hundido, en su cabeza a guisa de burla una corona entretejida con arbustos espinosos, su faz demudada por el dolor y por los cuajos de sangre que bajaban desde su frente y por los salivazos de la soldadesca, su cuerpo cubierto con una túnica de púrpura y entre sus manos,  una caña cual cetro; burlas, escarnios y bofetadas, y en tal condición, Pilato lo presenta a aquellos sacerdotes y aguaciles y les dice con admiración: ¡He aquí el hombre!
            Poco sabía Pilato que tenía ante sí; al “siervo de Dios”
 que vino a ser “varón de dolores” “de tal manera – dice Isaías – fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, de tal forma que no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. (Isa.52:14 y 53:2/3)
            Pilato conmovido sin duda por su interrogatorio y por la majestad serena del reo, y por la afirmación que había hecho
Cristo, de un reino suyo que no era de este mundo, trata sin éxito de conmover a los principales del pueblo y les dice: “Mirad os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él.”
            Esta aparición emocionante de Cristo, llevando su manto de púrpura, su corona de espinas y la caña –cual cetro- entre sus manos; es la figura más profunda de su humillación y de sus sufrimientos que ha quedado grabada en los recuerdos más profundos de su iglesia, y la palabra pronunciada por el gobernador romano, ha tenido un significado santo y profundo para la salvación del hombre que Pilato no se imaginaba; como en el caso de Caifás que profetizó, sin saberlo, que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo” (Jn.11:49/52)
                        ¡HE AQUÍ EL HOMBRE!
            Lo que Pilato inconsciente dijo y que tampoco pudieron comprender sus enemigos enfervorecidos de rabia, tratemos de meditarlo a 20 siglos de distancia.
            Y concretando mi pensamiento diré: ¡He aquí el hombre! esto es; el hombre tipo establecido por Dios, cuyos eventos históricos los hallamos en las Escrituras, porque Cristo es el cumplimiento de la restauración histórica del hombre caído; ved sino la gran catástrofe que nos introdujo Adán, por desobedecer a Dios su creador, rompiendo así los lazos que le unían  a él; desde entonces todo quedo trastornado, al pecar se arruino y hundió consigo a toda la humanidad: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores; así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.(Rom.5:19)
            Ahí esta Jesucristo, el hijo del hombre, como se llamaba el así mismo, es decir, el hombre por excelencia, verdadero tipo humano que responde al ideal del hombre perfectísimo que hay en la mente de Dios. El escritor sagrado nos dice en Hbr.1:1/6 que fue hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredo más excelente nombre que ellos” Luego hemos de admitir que Jesucristo está por encima de todo hombre, siendo así el tipo supremo de la humana perfección. Es más las Sagradas Escrituras, se complacen en revelarnos como por obra y gracia del espíritu Santo, Cristo ha venido a ser consanguíneo y hermano nuestro; “por lo cual no se avergüenza de llamarnos hermanos” (Hbr.2:11) es el Adán segundo por tanto espiritual, constituyéndose en Hombre-Dios, Emmanuel-Dios con nosotros; y en su encarnación toma forma de hombre anonadándose en forma de siervo, y en esta condición poder restaurar todo cuanto cayó y se arruino en la caída del primer Adán, el hombre terrenal que fue formado del barro de la tierra (1ª.Cort.15:45/47) Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1ª.Cort.15:22)
            ¡He aquí el hombre! Que de las alturas inconmensurables de su grandeza, se ha hundido voluntariamente en la cima de la más profunda miseria, Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (2ª.Cort.8:9)
            Mis queridos lectores, todos y cada uno de vosotros, meditad en Cristo Jesús como nuestro pariente consanguíneo, como nuestro hermano redentor que toma forma de hombre y participa de lo nuestro, para que nosotros podamos participar de lo suyo, esto es la vida eterna.
            ¡He aquí el hombre! El hombre como dijera la Samaritana que me ha dicho todo cuanto he hecho” –“este es el hombre que saco de mí una legión de demonios, diría el Gadareno” ¡Y que de la viuda de Naín! “este es el hombre que saco del féretro a mi hijo” El paralitico del estanque de Betesda, diría alborozado, “¡Ya tengo hombre que me restaure! “El ciego del estanque de siloé pudo decir a sus convecinos; el hombre que se llama Jesús untó los ojos con barro y recibí la vista”
            Y cuantos más podíamos estar contando nuestra propia experiencia de nuestro ir a él, de nuestro encuentro muy personal con él y cuan dichosos nos ha hecho perdonándonos nuestros pecados y darnos la vida eterna. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo –dice el Señor- os haré descansar” (Mt.11:28)
            Bienaventurados todos los que podemos cantar el cántico nuevo diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apoc.5:9)
                                                                         V. Ibáñez 



sábado, 11 de enero de 2020

SI SABÉIS ESTAS COSAS..


                          SI SABÉIS ESTAS COSAS...
 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.
                               Texto. Juan 13:1
                               Lectura, Juan. 13: 1/2

            Nuestro Señor Jesucristo había terminado su ministerio terrenal, que fue dirigido a su propia nación y que a causa de sus dirigentes “los hijos del reino” permanecieron en tinieblas espirituales no reconociéndole como “el reino de Dios entre vosotros” Mt.23:13
            Si hiciéramos un breve recorrido sobre el contenido del Cap. 12 de este mismo evangelio, observaremos que fue el principio de la última semana de la vida de nuestro Señor y que se encontraba en Betania, en el hogar de Lázaro, María y Marta los cuales hicieron una cena donde María servía y Lázaro era uno de los que estaban en la mesa. (Jn.12:2)  Sus modos de obrar, así como sus palabras y portentos realizados; según nos relata el evangelista Juan, tenían soliviantados a los Judíos que juntamente con los sacerdotes, acordaron dar muerte a Lázaro,  porque a causa de él muchos de los Judíos se apartaban y creían e Jesús. (Jn.12:11)
            El evangelista Juan, tiene mucho cuidado en recapitular las enseñanzas del Señor, que en sus diversos discurso pronuncio; Jesús había pedido fe en él como enviado de Dios (Jn.12:44/45) repitió que él vino como luz al mundo (vers.46) que no era  un juez que venía a juzgar, sino a salvar,
(vers.47) declara que a causa de la actitud antagónica a su palabra ellos mismos se condenan diciéndoles, que todo cuanto él ha hablado no era de su propia cuenta; su Padre que le envió le dio tal mandamiento de vida eterna; termina diciendo: Así que lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.( vers.48/50)
            He aquí y como en todas partes de los evangelios se manifiesta a  sí mismo como unido al Padre.  Un buen ejemplo a seguir por todos los que habiendo sido engendrados por el Padre, Hijo y Espíritu Santo pueda oír de nosotros semejante testimonio de unión, de forma y manera que las gentes puedan escuchar de nosotros las palabras que el Padre me  encargo decir.
                        I.- EN EL CENÁCULO
            Juan se muestra muy detallista en todo cuanto menciona; mientras los demás evangelistas cuentan los pormenores ordenados por el Señor para la celebración de la pascua. Mt.26:17/29 – Mc.14:12/25 – Lc.22:17/30  El evangelista Juan se dedica a completarlos magníficamente con un relato exhaustivo de aquellas palabras pronunciadas por Jesús como colofón a la cena  con los discursos que el maestro pronuncio y que empiezan en Jn.13:31 y continua por los cap.14- 15-16, culminando con la oración del cap.17
            En este cap. 13 empieza pormenorizando los detalles y circunstancias que concurrían en el estado anímico de nuestro Señor, y nos relata que sabiendo Jesús que su hora había llegado; consciente de la brevedad del poco tiempo que le faltaba se expresa indicando que era antes de la fiesta de la pascua y es de todos sabido que la palabra pascua significa “paso o pasar de y Juan nos aclara este concepto diciendo: “para que pasase de este mundo al Padre” No es de extrañar que Pablo escribiera; “nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada” (1ª Cor.5:7)
            “Sabiendo” esto es, consciente nos dice el evangelista,
“como había amado a los suyos…los amó hasta el fin” hasta en fin de su vida que es ofrecida en propiciación por la nuestra.
            ¡Que amor tan inmenso, Señor, en ti he visto!
           ¡Que amor me revela tu hondo sufrir¡
          ¿Quien puede su vista posar en el leño, y luego                       
            insensible su ruta seguir?      
         ¿Que viste en mí, pobre hombre para amarme hasta el       
         fin?

            II.-  ¿TÚ  ME  LAVAS?
            Las pruebas de amor y condescendencia que el Señor había dado a los suyos, eran muchas, amó y soportó, y en esta escena la misma noche que iba a ser entregado manifiesta de una forma externa, tanto significado de amor, servicio y humildad que encierra su alma; debió estar en todos y cuantos detalles fueron necesarios sin omitir ninguno por insignificante que fuere para la celebración de la pascua cuya figura central había de ser él.
            Se trataba ahora de demostrar de una forma fehaciente todo cuanto en su ministerio les advirtió y enseñó, con el propósito  real de que si sabían estas cosas las hicieran; así que levantándose de la cena, vrs.4 y antes de volverse a sentar de nuevo; vers.12 el Señor realiza un acto de humildad que debió impactar profundamente a sus discípulos, hasta el punto que Pedro tubo que exclamar, ¿tú me lavas los pies?
            Y es que la escena que nos relata Juan, con todos sus más significativos detalles, no hay para más; fijémonos se levanta de la cena, (o a mitad de la cena)  se quito su manto, (su ropa exterior) y se quedo con su túnica interior que acostumbraba a ser de manga corta, como la típica figura de un esclavo; tomo una toalla y se la ciño. Luego puso agua en    un lebrillo y comenzó a lavar los pies de sus discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
            Esta es la típica figura real y verdadera, que el apóstol Pablo nos describe: “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil.2:7/8)
            Sin duda alguna esta fue la clave de su encarnación; ¡Qué lección tan sublime! El que les había enseñado con palabras, cuando las pretensiones de los hijos de Zebedeo y cuando disputaban entre ellos, cuál sería el mayor; (Mt.20:27/28 –Mt.23:11 –Mc.9:35) ahora lo está rubricando con los hechos, tirando por el suelo todo cuanto de ambición, orgullo, y protagonismo había en ellos. ¡Sí! el verdadero servicio o ministerio tiene su mayor eficacia en la humildad, y el amor es más sentido y apreciado cuando se ejerce en un estado o condición de humildad.

            III.-  SI SABÉIS ESTAS COSAS...
            Después que hubo lavado los pies a sus discípulos, tomando de nuevo su manto, ocupo de nuevo su lugar en la mesa: Es ahora cuando el maestro y Señor, les va a explicar la lección y significado del acto que protagonizó de una forma y manera más incisiva y personalizada. Les dice: ¿Sabéis lo que os he hecho? Se dirige a ellos con una pregunta que él mismo va a responder, subrayando el ejemplo que les había dado, con el fin y como resultado, que ellos mismos mostraran esa misma disposición y actitud en el trato los unos con los otros como fieles imitadores de su Señor, y añade; “el siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envió”  Este acto es y debe ser ejemplarizante, pues debemos notar que el Señor y Maestro está diciendo, “como yo os he hecho” esto es, como yo he obrado con vosotros con amor, humildad, mansedumbre y asiduidad, así debéis obrar y comportaros vosotros. (No riñendo en el camino, quien es el mayor, quien es el que va hacer el servicio más vistoso, -uno a  tu derecha y el otro a tu izquierda-)
            No se trata de lo “que yo he hecho,” sino más bien de cómo yo os he hecho: ¡Bástele al discípulo ser como su maestro!  El Señor apela a la responsabilidad de todos, mayormente de los siervos y enviados; porque la base y éxito del ministerio está basado en la humildad manifestando amor hacia los demás sin reclamar nada para sí: “vosotros cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido mandado, decid Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos”  Lc.17:10
            Si sabéis estas cosas Vrs. 17; parece ser que el Señor esta afirmando en ellos una realidad ya sabida; por lo tanto les faltaba experimentarlo llevándolo a la práctica: Existe una gran diferencia, entre el saber o conocer y el hacer, el tener conocimiento de las cosas nos hace más responsables, si con ese saber solamente nos quedamos, la porción más dichosa, feliz y útil para  -unos con otros- no sería efectiva y todo cuanto del Señor hemos aprendido, en vano: “Sed hacedores de la palabra , y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Sg.1:22/25)
            El cristianismo genuino de Cristo, no es meramente un credo, es más que esto; es un conocimiento íntimo, una experiencia, unas vivencias del poder y del amor de Cristo en el creyente, que se ha de traducir en hechos, obras, prácticas y actitudes humildes en beneficio de los demás. Ni que decir tiene, que toda esa actividad responsable por el saber estas cosas, viene sin duda por el hecho incuestionable que encontramos en el primer versículo de esta capitulo; “como había amado a los suyos… los amó hasta el fin” y que relacionado con en vrs.34, donde el Señor nos da un mandamiento nuevo; que os améis unos a otros; como yo os he amado, nos abre una dimensión más amplia sobre lo que es el amor fraterno y mutuo que el Señor promulga. –no contemplado en Lv.19:18 – porque sigue una norma enteramente nueva “como yo os he amado”  es decir de igual modo y manera desinteresada, humilde y gratuita, que redunde en beneficio de los demás,  no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado (1ª.Pdr.5:3)
            Y lejos de cualquier otra interpretación sobre el amor, el Señor nos manda y enseña prácticamente como tenemos que ejercer el amor, independientemente de que a nosotros nos amen o parezca que así no sea.
            IV.- BIENAVENTURADO… SI LAS HICIEREIS
            La lección que el Maestro ha querido imprimir en el ánimo y conciencia de sus discípulos dándoles ejemplo por el acto realizado en ellos, es una enseñanza de igualdad no solamente en la carne  (hecho semejante a los hombre) sino en un sentido más profundo y espiritual, (el siervo no es mayor que su Señor) resaltando con el ejemplo, que la única forma y manera de ser el mayor, es tener una actitud de servicio humilde y de amor basado en ese conocimiento de “saber..” cuyo resultado y premio es la dicha, la felicidad, la bienaventuranza que siempre está en el “hacer estas cosas.”
--- Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. (Mt. 25:21)
                                                                       V. Ibáñez