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viernes, 9 de octubre de 2020

TE PIDO PERDÓN...

TE PIDO PERDÓN…

Jeremías 31:34

Seguramente en más de una ocasión te has sentido OFENDIDO por alguna circunstancia que te han causado a la que esperas unas disculpas. Pero si somos sinceros, podemos estar de acuerdo tu y yo que mucho más a menudo de lo que pensamos, los que hemos causado ese dolor hemos sido nosotros mismos.

La Biblia habla de estas situaciones tan cotidianas en nuestro día a día y la manera en la que debemos tratar esa reconciliación a una ofensa o herida en busca de un PERDÓN genuino. Pero antes de adentrarnos en la esfera del perdón horizontal entre las personas, tendremos que ver como Dios actúa con nosotros en esa relación de perdón vertical, pues será nuestro referente y gran ejemplo.

Dios ofrece el perdón a toda persona que confiesa y expresa su maldad contra el creador a través de una oración que nace de un ARREPENTIMIENTO verdadero, pues “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1ª Juan1:9). Además, en ese perdón vertical Dios da un paso más al decir: “perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34) y no sólo eso, sino que metafóricamente lo entierra en lo profundo del mar (Miqueas 7:19), por tanto, no hay RENCOR alguno por parte de Dios.

Si ahora pasamos al plano horizontal, en muchas ocasiones, el orgullo humano nos impide buscar esa RECONCILIACIÓN entre la pareja, con nuestros padres, hijos o familiares, con amigos, compañeros de trabajo, del instituto o incluso con personas que no conocemos pero que nos han causado gran dolor.

El orgullo es el muro que dificulta en primer lugar ir a pedir perdón y en segundo lugar perdonar y restaurar relaciones deterioradas o incluso rotas. La Biblia expresa “Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.” (Efesios 4:32). Al entender que uno ha sido perdonado por Dios, debe actuar con la misma MISERICORDIA y también perdonar al prójimo. (Recuerda la parábola del hijo pródigo y como corre el padre cuando ve llegar a su hijo en busca de perdón).

Pero además, el perdón bíblico va mucho más allá de lo que la sociedad entiende como perdón, pues como leemos en Mateo 5:23-24 el mismo Jesús dice: “si llevas al altar del templo una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas de que alguien está enojado contigo, deja la ofrenda delante del altar, ve de inmediato a reconciliarte con esa persona, y después de eso regresa a presentar tu ofrenda a Dios.” El perdón del que Jesús habla no es pasivo esperando que alguien venga a restaurar la ofensa, sino que es activo, o como diríamos hoy en día PROACTIVO. Es de un nivel superior, pues reclama que demos el primer paso aun cuando uno sea el mismo ¡ofendido! entendiendo que ese problema debe solucionarse cuanto antes y no enquistarse. Y lo prioriza incluso al momento dar una ofrenda a Dios.

Cuando nos acercamos a la mesa del Señor para tomar el pan y el vino, vemos que es un espacio donde no hay ninguna diferencia entre pobres y ricos, entre mujeres y hombres, entre razas humanas ni tampoco etnias, pues es un lugar para todos a un mismo nivel. Es donde recordamos y reconocemos que Dios siendo el ofendido también dio el primer paso de reconciliación acercándose primeramente al hombre en forma humana y posteriormente entregando a su hijo Jesús en la cruz, la mayor ofrenda jamás realizada, para pagar el precio causado en busca de RESTAURACIÓN y perdón contigo y conmigo.

Dios quiera que estas líneas nos ayuden a entender la dimensión del perdón bíblico y nos animen a restaurar de una vez y para siempre relaciones humanas destruidas, sin rencores del pasado, con un sencillo y verdadero “TE PIDO PERDÓN…”

 

Josué Ibáñez Valera