LA HISTORIA DE NUESTRA SALVACIÓN
Lectura en Hechos Cap. 13:13/43
Los hechos relatados en la citada lectura, corresponden a los comienzos de la obra misionera en su primer viaje del apóstol Pablo y también de su primera predicación que se nos deja narrada.
Esta predicación es considerada como modelo de la exposición de la Historia de la Salvación, tanto para Judíos como para nosotros los gentiles; en ella se esboza de una manera clara y sobre un fondo histórico, la gracia de Dios trayendo salvación a todos los hombres y mujeres, mostrando la conformidad de esta Buena Nueva con las Sagradas Escrituras y resultando en todo, superior a la ley.
La exposición del apóstol, está claramente diferenciada en tres partes que convergen en una oferta de salvación de parte de Dios para todo aquel que en él cree.
I.- FONDO HISTORICO ( Vers. 15 al 25
Por lo que leemos en el vers. 15, y que reseña muy bien el narrador de esta historia; “tan pronto como se dio fin a la lectura de la ley y los profetas, los principales de la Sinagoga les invitaron a dar una palabra de exhortación” El apóstol hecha señal de silencio principia su predicación haciendo referencia al hecho histórico del pueblo de Israel, con el propósito de resaltar la gracia de Dios contenida en el Antiguo Testamento y con el objeto de ganar así, la atención de sus oyentes; antes de hablarles de aquel a quien él quería que llegasen a conocer.
Para ello, les recuerda cono Dios ha intervenido en el pasado y en el presente en beneficio de su pueblo, y en virtud de esa acción el apóstol hace un alegato de todas y cada una de las ocasiones en que Dios tomó parte en la vida e historia de Israel; poniendo en primera persona a Dios en cada crisis de su historia; les habla así, de sus antepasados para mostrarles por cual camino Dios quería conducirles hasta que llegasen a conocer al Mesías
Prometido por salvador a Israel.
La elección de los patriarcas, la emancipación de Egipto, el establecimiento en Canáan bajo los jueces, la monarquía con el reinado de Saúl y la elección de David; son pasos que a través de los tiempos fueron preparatorios para este nuevo periodo que ahora se abre con el anuncio que de la simiente de David, conforme a su promesa, Dios levantó a Jesús por salvador a Israel.
Y seguidamente se apresura a
presentar el testimonio de Juan el Bautista, el último de los profetas cuyo prestigio y honor era reconocido por
todo el pueblo; su mensaje fue el
bautismo de arrepentimiento; y antes de la venida o manifestación del
ministerio público de nuestro Señor Jesucristo decía: mas he aquí viene tras de mí uno
de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies (Vers.25- y Luc 3:16/17.)
II.-
IGNORANCIA A CERCA DE JESÚS Y LOS PROFETAS
Nadie puede ser salvo si no se reconoce pecador perdido y no se puede sentir la necesidad de ser pecador a no ser que sea sacudido por el Espíritu, mediante la predicación del Evangelio que ponga de manifiesto la condición y estado pecaminoso del hombre delante de Dios.
Y esto mismo es lo que trata de dar
a conocer a sus oyentes, llamando su atención acerca de los hechos acontecidos
en Jerusalén cuando Cristo fue apresado y crucificado, advirtiéndoles del error
que cometieron aquellos habitantes y gobernantes de Jerusalén; al no conocer a
través de las palabras de los profetas a Jesús como Mesías salvador; y que en
su rechazamiento y muerte cumplían así lo anunciado por los profetas. (Léase
en Sal.22:7 y 16/18 e Isa.53:3/6)
A vosotros insistía el apóstol y a los que teméis a Dios os es enviada la palabra de esta salvación, porque se han cumplido todas las cosas que de él estaban escritas; quitándolo del madero lo pusieron en el sepulcro y enfatiza por cuarta vez el apóstol declarando que es Dios
el que interviene en este maravilloso plan de
salvación; puesto que ahora no se trataba de una salvación política o nacional,
sino algo más personal, ser salvos de la condenación diciéndoles: “Sabed
pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de
pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser
justificado, en él es justificado todo aquel que cree” por haberle
levantado de los muertos. (vers.37/38)
Esta realidad y evidencia fue
probada por muchos testigos ante el pueblo de Israel y ante sus gobernantes que
no llegaron a reconocer a Jesús; por tal razón Pablo les anuncia el evangelio
de aquella promesa que se había cumplido
a los hijos de ellos y a nosotros resucitando a Jesús y citando a continuación
el Salmo segundo. (Vers.33 al 37)
El apóstol quiso dejar bien claro la filiación Divina de nuestro Señor Jesucristo como hijo de Dios, y argumenta que puesto que David murió y vio corrupción, es pues bien evidente que estos pasajes citados de las escrituras correspondes a las promesas del Mesías hechas a nuestros antepasados, cumpliéndose ahora en Cristo; las misericordias fieles de David, en cuanto a su santo no verá corrupción, (Sal.16:10) por haberle levantado de los muertos.
Este es el evangelio que se predicaba y quiera Dios que se continúe predicando hasta el día de su venida. Porque lo que os anunciamos queridos amigos, es un mensaje de salvación que no viene de los hombres; sino de parte de Dios, para todos vosotros y nosotros; mirad sino como Pablo se esfuerza en señalar que es Dios el que interviene en la Historia de los hombres y por siete veces lo menciona en vers. 17-21-23- en los hechos históricos preparatorios a la manifestación personal de Jesucristo como portador de salvación y vida eterna: en los vers.30-33-36-37- se nos presenta la doctrina de la resurrección preanunciada en las profecías como promesa de Dios, hecha ahora realidad en la vida muerte y resurrección de Cristo.
III.- EL PRIVILEGIO DEL PERDÓN; JUSTIFICACIÓN
Después de haberles probado por las Escrituras que Jesús es verdaderamente el Mesías, el Salvador, no un caudillo nacional o político como ellos esperaban, sino todo lo contrario; algo más trascendental que supera a la muerte venciéndola y resucitando por gracia y poder de Dios conforme a su promesa; anunciándonos por él, el perdón de nuestros pecados mediante el arrepentimiento y justificación por medio de la fe en Jesucristo, ya que “todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree;”(Vers. 39) esta fue la predicación del apóstol en Atenas y ha de ser la nuestra también, (Hch. 17:30/31) porque el evangelio que os debemos predicar, mis queridos amigos, es la palabra de salvación de parte de Dios, donde su gracia y su amor por todos nosotros, se manifiesta en la persona de nuestro Señor Jesucristo al realizar una obra de sacrificio expiatorio por nuestros pecados y que es ofrecida a todo aquel que en él cree.
Mis queridos lectores, esta palabra de salvación enviada a todos los que tememos reverentemente a Dios, no es exclusiva para el pueblo Judío, sino para todo aquel que en él cree, y en él somos justificados por fe, esto es, Dios nos ve justos por habernos apropiado todos los beneficios que emanan del sacrificio expiatorio llevado a cabo en la cruz del Calvario por nuestro Señor Jesucristo:
Pues en esa ofrenda fueron cargados en él los pecados de todos nosotros “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Dios cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isa.53:6)
Hemos sido objeto de su
predilección, de su amor, de su gracia y de su misericordia, todo por su buena
voluntad, y esto nos sitúa en un estado privilegio y de favor singular; puesto
que el mismo Señor Jesucristo dijo: “Porque de cierto os digo, que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron; y oír lo que oís y
no lo oyeron” (Mat.13:17)
Oíd pues, mis queridos lectores, esta palabra de salvación y aceptarla por fe en vuestro corazón para vuestro perdón y justificación; no olvidéis que esta palabra es para vosotros y ella encierra el anuncio y proclamación de la gracia de Dios obrando a través de la Historia a favor nuestro.
Existe mis queridos lectores todos,
una gran advertencia, no solamente para aquellos judíos, sino para todos y cada
uno de nosotros, y que a pesar del privilegio que tenemos por tener un mensaje
completo de la salvación que Dios nos ofrece; entraña una tremenda
responsabilidad en la que pudiéramos incurrir si menospreciamos esta salvación
que de parte de Dios no es enviada. (Vers.40/41)
V. Ibáñez