NI
ERES FRÍO NI CALIENTE
Lectura. Apoc. 3:14/22
Texto. Apoc. 3:15
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojala fueses frío o caliente!
La lectura de estos versículos
forman parte del mensaje del testigo fiel y verdadero, el principio de la
creación de Dios, es decir, la revelación del que como dice Juan: “del
que existe, existió y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apoc.1:4y8) en definitiva el “Amén” la confirmación y
la verificación de todas sus promesas por medio de nosotros, (2ª. Cort.1:20) él
dice esto: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío
o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente te vomitaré de mi
boca.
Como hemos leído el “testigo
fiel y verdadero” describe el estado en que se encontraba la iglesia de
Laodicea; una ciudad orgullosa e independiente, donde el trafico del oro, la
importancia de su brillante lana negra, la fabricación de sus ungüentos
(colirios) para enfermedades de los ojos, y situada frente a otra ciudad
llamada Hierápolis; famosa por sus aguas termales, que al enfriarse y volverse
tibias producían nauseas. (Col.4:13)
Siendo este el entorno en que se
desenvolvía la iglesia, no es de extrañar que su menbresia fuese un tanto desinteresada pasando de
muchas cosas o más bien siendo indiferentes, por considerarse autosuficiente; - “de
ninguna cosa tengo necesidad” orgullosos, -yo soy rico y me he enriquecido” y por consiguiente andando en ellos
las más lamentable ignorancia, puesto que no conocían que eran unos “desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo”
No es de extrañar que el Señor les
reprenda, usando términos muy conocidos por ellos, como la tibieza, tal vez la
más incisiva: Porque, ¿quién no ha experimentado en su vida una nausea o vomito
provocado, por ejemplo, por agua tibia o sulfurosa, que al beberla u olerla
experimenta una sensación de asco o repugnancia? Sin duda que ellos tenían experiencia de ello
a causa de las fuentes termales o sulfurosas de la ciudad que tenían en frente;
y esta es la sensación que motiva en el Señor su reprensión a esta iglesia, ya
que no puede tolerar tal circunstancia y condición sin que le provoque
verdadera nausea y vomito.
I.- La
tibieza provoca un estado indolente
Lamentablemente no estamos acostumbrados a
considerar la “tibieza” como una cosa tan perniciosa como en realidad lo es,
pues produce vomito al Señor; es cierto que el creyente esta prevenido contra
otros pecados más notorios y groseros de los cuales nos avergonzaríamos, pero
no nos afectamos ni sentimos vergüenza por el pecado de la tibieza.
En realidad todo pecado invita a la
ira de Dios; cuando leemos la lista de pecados catalogados en la Biblia,
encontramos que todos ellos merecen la indignación de Dios; sin embargo este
texto de apocalipsis revela claramente el hecho que este pecado de tibieza
afecta a nuestro Señor de una forma considerable, de tal modo que le provoca
vomito. ¿Por qué mis queridos hermanos? Porque es un pecado que esta única y
exclusivamente en cada uno de nosotros, nos pertenece por decirlo así; se
encuentra en mí, en ti y en la iglesia, y no en el mundo; Me explicare: Hay pecados
que pertenecen exclusivamente al ámbito terrenal o mundano, que de cometerlo un
creyente, sin duda alguna se avergonzaría inmediatamente; y sin embargo, muchos
de nosotros somos víctimas -
temporalmente – de la tibieza y no pasamos por la vergüenza que pasaríamos
de cometer esos pecados groseros
detestables; porque la tibieza usa de porte respetable, vive una vida moral,
cultiva la amistad, por supuesto la comodidad, ama la convivencia y desarrolla
en nosotros como por contagio, la pereza, el pasotismo y consecuentemente la
perdida de la verdadera identidad.
II.-
La tibieza provoca un estado de inconsciencia
Esto es un asunto muy serio que
nos afecta a todos y que a muchos ha hecho infelices, por cuanto en tal estado,
no hay – en el individuo corporativamente hablando - fuerza ni actividad, ni progreso y mucho
menos sentimiento de lo que le falta; “de ninguna cosa tengo necesidad” tal estado de pereza moral induce a
tener un falso concepto de la realidad que se vive, aflorando el orgullo
jactándose de que no le falta nada, dice: “me he enriquecido” Efraín dijo: ciertamente he enriquecido, he
hallado riquezas para mí; nadie hallará iniquidad en mí, ni pecado en todos mis
trabajos” (Oseas.12:8)
He aquí, expresiones que deben ser
entendidas no en relación a los bienes materiales, sino a las gracias espirituales,
aconsejándonos a que de él compremos el verdadero oro refinado en el fuego de
su amor que tiene por cada uno de nosotros.
El peligro que actualmente se cierne
en las iglesias de Cristo, es la falta de discernimiento a causa de una ceguera
espiritual que le ha sobrevenido por las deslumbrantes ideas y conceptos de
quienes legislaron al margen de Dios, imponiendo y envaneciéndose en sus
razonamientos que se han ido aceptando y tal vez propensos a complacerse con
los que los practican.
No es de extrañar pues, que el Señor
nos reprenda y llame a nuestra pobre cordura, para que no se descubra la vergüenza de
nuestra desnudez, y nos invita por medio del arrepentimiento a comprar
de él vestiduras blancas para vestirnos de nuevo y ungir nuestros ojos con
colirio, de tal forma que en nuestra ceguera temporal podamos ver y proveer
claramente una dirección espiritual para estos tiempos tan peligrosos. Todos
estos términos y expresiones, son acumulados para convencernos de nuestra
tibieza y de tanta miseria espiritual que nos rodea, y para que nos apropiemos
por su severa represión, la gracia que nos aporta su amor para tener celo y hacer
nuestro un verdadero arrepentimiento.
Mis queridos hermanos en la fe, diré
que, acerca del celo por un servicio digno para Cristo y la Iglesia, el Señor
no permite a nadie en su obra con los ojos vendados por prejuicios ajenos a su
ministerio y mucho menos con los ojos cegados por las nieblas carnales de este
mundo; porque el mensaje que se nos está comunicando por una tibieza de actitud
es: “Que ya no podemos ser tan estrictos en la fe porque los tiempos han
cambiado, las gentes muestran un espíritu más amplio y tolerante; que la
ciencia y la técnica han evolucionado,”
cuando se nos dice esto; lo que realmente se nos quiere decir, es que el
hombre moral y espiritualmente ha mejorado, se ha hecho más bueno y consecuente
con su entorno. Lo cierto es que el corazón del hombre, es el mismo ahora que
hace dos mil años, sintiendo y viviendo de espaldas a Dios.
“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; (amor rescatador) sé, pues, celoso y arrepiéntete” Si esto no es así; nos faltarán fuerzas y
virtud espiritual para decir a las gentes que: “Dios, habiendo pasado por alto
los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con justicia, por aquel varón a quien designo, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos. (Hch.17:30/31)
Queridos hermanos, prestemos
atención a los medios de gracia que el Señor pone a nuestra disposición y
echemos mano de ellos con al objeto de no provocarle nauseas.
Comentario:
V. Ibáñez
vicenteibanezsaez@hotmail.com