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viernes, 12 de noviembre de 2021

                                        CABECEARON  Y  SE  DURMIERON

                                     Lectura: Mateo 25:1 al 13

                                 Parábola de las  diez Vírgenes

                                             ( Breve reflexión )     

                Se supone que no hace falta de que se diga, que esta lectura y el episodio que en ella se narra, es una clara advertencia para todo   creyente y para la iglesia en particular; sobre la necesidad de estar con el aceite suficiente para recibir al esposo.

            Es muy significativo, que el hecho de llamar al esposo SEÑOR nos aclare y enseñe, que en esta parábola el esposo sea el mismo  Hijo del hombre, (Cristo Jesús) a quien el creyente y la iglesia han de estar expectante en esperar.

(Nótese que solamente se menciona al esposo, no a la esposa (iglesia)

                El relato es muy representativo de una situación muy aleccionadora a evitar, puesto que se trata de ESPERAR teniendo suficiente aceite y las lámparas encendidas. Nótese que unas y otras de estas vírgenes se durmieron, la diferencia está en la provisión de aceite que disponían unas y otras.

            Mis queridos lectores, la lección o moraleja que esta parábola nos enseña; es a mantener en todos y en cada uno de nosotros la llama encendida por el Espíritu, para recibir al esposo. Una actitud contraria a esta, por lo que leemos, fomentaría la relajación, la insensatez, la somnolencia y como consecuencia de todo ello, la pérdida del sentido de responsabilidad, la conciencia de la situación que se vive y el justificar la negligencia queriendo recibir de otros, los que les falta a ellos.

            “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Danos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan” (vrs.8)

            Comentarios a:

vicenteibáñezsaez@hotmail.com                          V. Ibáñez        

domingo, 29 de agosto de 2021

NI ERES FRÍO NI CALIENTE

 

                                  NI ERES FRÍO NI CALIENTE

                                          Lectura. Apoc. 3:14/22

                                              Texto. Apoc. 3:15

Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojala fueses frío o caliente!

                La lectura de estos versículos forman parte del mensaje del testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, es decir, la revelación del que como dice Juan: “del que existe, existió y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apoc.1:4y8)  en definitiva el Amén” la confirmación y la verificación de todas sus promesas por medio de nosotros, (2ª. Cort.1:20) él dice esto: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente te vomitaré de mi boca.

            Como hemos leído el “testigo fiel y verdadero” describe el estado en que se encontraba la iglesia de Laodicea; una ciudad orgullosa e independiente, donde el trafico del oro, la importancia de su brillante lana negra, la fabricación de sus ungüentos (colirios) para enfermedades de los ojos, y situada frente a otra ciudad llamada Hierápolis; famosa por sus aguas termales, que al enfriarse y volverse tibias producían nauseas. (Col.4:13)

            Siendo este el entorno en que se desenvolvía la iglesia, no es de extrañar que su menbresia  fuese un tanto desinteresada pasando de muchas cosas o más bien siendo indiferentes, por considerarse autosuficiente; - “de ninguna cosa tengo necesidad” orgullosos, -yo soy rico y me he enriquecido” y por consiguiente andando en ellos las más lamentable ignorancia, puesto que no conocían que eran unos “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”

            No es de extrañar que el Señor les reprenda, usando términos muy conocidos por ellos, como la tibieza, tal vez la más incisiva: Porque, ¿quién no ha experimentado en su vida una nausea o vomito provocado, por ejemplo, por agua tibia o sulfurosa, que al beberla u olerla experimenta una sensación de asco o repugnancia?  Sin duda que ellos tenían experiencia de ello a causa de las fuentes termales o sulfurosas de la ciudad que tenían en frente; y esta es la sensación que motiva en el Señor su reprensión a esta iglesia, ya que no puede tolerar tal circunstancia y condición sin que le provoque verdadera nausea y vomito.

            I.-  La tibieza provoca un estado indolente

            Lamentablemente no estamos acostumbrados a considerar la “tibieza” como una cosa tan perniciosa como en realidad lo es, pues produce vomito al Señor; es cierto que el creyente esta prevenido contra otros pecados más notorios y groseros de los cuales nos avergonzaríamos, pero no nos afectamos ni sentimos vergüenza por el pecado de la tibieza.

            En realidad todo pecado invita a la ira de Dios; cuando leemos la lista de pecados catalogados en la Biblia, encontramos que todos ellos merecen la indignación de Dios; sin embargo este texto de apocalipsis revela claramente el hecho que este pecado de tibieza afecta a nuestro Señor de una forma considerable, de tal modo que le provoca vomito. ¿Por qué mis queridos hermanos? Porque es un pecado que esta única y exclusivamente en cada uno de nosotros, nos pertenece por decirlo así; se encuentra en mí, en ti y en la iglesia, y no en el mundo; Me explicare: Hay pecados que pertenecen exclusivamente al ámbito terrenal o mundano, que de cometerlo un creyente, sin duda alguna se avergonzaría inmediatamente; y sin embargo, muchos de nosotros somos víctimas  - temporalmente – de la  tibieza  y no pasamos por la vergüenza que pasaríamos de cometer  esos pecados groseros detestables; porque la tibieza usa de porte respetable, vive una vida moral, cultiva la amistad, por supuesto la comodidad, ama la convivencia y desarrolla en nosotros como por contagio, la pereza, el pasotismo y consecuentemente la perdida de la verdadera identidad.

            II.- La tibieza provoca un estado de inconsciencia

            Esto es un asunto muy serio que nos afecta a todos y que a muchos ha hecho infelices, por cuanto en tal estado, no hay – en el individuo corporativamente hablando -  fuerza ni actividad, ni progreso y mucho menos sentimiento de lo que le falta; “de ninguna cosa tengo necesidad” tal estado de pereza moral induce a tener un falso concepto de la realidad que se vive, aflorando el orgullo jactándose de que no le falta nada, dice: “me he enriquecido” Efraín dijo: ciertamente he enriquecido, he hallado riquezas para mí; nadie hallará iniquidad en mí, ni pecado en todos mis trabajos” (Oseas.12:8)

            He aquí, expresiones que deben ser entendidas no en relación a los bienes materiales, sino a las gracias espirituales, aconsejándonos a que de él compremos el verdadero oro refinado en el fuego de su amor que tiene por cada uno de nosotros.

            El peligro que actualmente se cierne en las iglesias de Cristo, es la falta de discernimiento a causa de una ceguera espiritual que le ha sobrevenido por las deslumbrantes ideas y conceptos de quienes legislaron al margen de Dios, imponiendo y envaneciéndose en sus razonamientos que se han ido aceptando y tal vez propensos a complacerse con los que los practican.

            No es de extrañar pues, que el Señor nos reprenda y llame a nuestra pobre cordura, para que no se descubra la vergüenza de nuestra desnudez, y nos invita por medio del arrepentimiento a comprar de él vestiduras blancas para vestirnos de nuevo y ungir nuestros ojos con colirio, de tal forma que en nuestra ceguera temporal podamos ver y proveer claramente una dirección espiritual para estos tiempos tan peligrosos. Todos estos términos y expresiones, son acumulados para convencernos de nuestra tibieza y de tanta miseria espiritual que nos rodea, y para que nos apropiemos por su severa represión, la gracia que nos aporta su amor para tener celo y hacer nuestro un verdadero arrepentimiento.

            Mis queridos hermanos en la fe, diré que, acerca del celo por un servicio digno para Cristo y la Iglesia, el Señor no permite a nadie en su obra con los ojos vendados por prejuicios ajenos a su ministerio y mucho menos con los ojos cegados por las nieblas carnales de este mundo; porque el mensaje que se nos está comunicando por una tibieza de actitud es: “Que ya no podemos ser tan estrictos en la fe porque los tiempos han cambiado, las gentes muestran un espíritu más amplio y tolerante; que la ciencia y la técnica han evolucionado,”  cuando se nos dice esto; lo que realmente se nos quiere decir, es que el hombre moral y espiritualmente ha mejorado, se ha hecho más bueno y consecuente con su entorno. Lo cierto es que el corazón del hombre, es el mismo ahora que hace dos mil años, sintiendo y viviendo de espaldas a Dios.

            “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; (amor rescatador) sé, pues, celoso y arrepiéntete”  Si esto no es así; nos faltarán fuerzas y virtud espiritual para decir a las gentes que: “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designo, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. (Hch.17:30/31)

            Queridos hermanos, prestemos atención a los medios de gracia que el Señor pone a nuestra disposición y echemos mano de ellos con al objeto de no provocarle nauseas.

 

Comentario:                                                       V. Ibáñez

vicenteibanezsaez@hotmail.com

           

                       

 

 

miércoles, 9 de junio de 2021

LA PALABRA

 

                                        LA PALABRA

                                           (El verbo de Dios)
                    Breve reflexión sobre: Hebreos. 1:1/2
                            Lectura: Hebreos. 1:1al 4
                                Texto: Hebreos. 1:1/2

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

 

Dentro de las formas de expresión, la palabra hablada, es una de las maneras por la cual podemos expresar el pensamiento que  transmitimos a los demás; no siendo el medio único de expresión como ya he dicho; sí es y ha sido en su origen, la más noble manifestación representativa y universal del pensamiento por encima de la escritura, de cuyo valor depende en mucho del verbo mental o interior de la persona.

Así pues, se puede decir que la palabra hablada es el instrumento más perfecto que dispone el hombre para manifestar su pensamiento y establecer una verdadera comunicación de espíritu; y si nos ceñimos a la locución de los hombres por la cual manifestamos nuestros pensamientos y emociones, también por la misma razón debemos considerar, que el autor de toda vida, inteligencia y palabra, no debe faltarle el medio por el cual comunicarse con el hombre, objeto de su creación.

Y no me refiero a esa forma imperativa de hablar con que Dios ordena a todos los elementos desordenados diciéndoles: Sea la luz” y dijo: “júntese las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así (Gen.1:3-9 etc.) “Porque él  dijo: y fue hecho; mando, y existió” (Sal.33:9)  Es evidente que en este sentido la creación no es palabra de Dios, sino la consecuencia del poder de Dios que lo hace todo por su palabra. (Jn.1:1/3)

Dios para hablarnos a los hombres tiene su propio Verbo, por el cual nos manifiesta su inteligencia, pensamiento, afecto, disposición y amor, que es su Hijo: Y este Verbo de Dios según el evangelio, es la palabra de Dios que se hizo carne. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad” (Jn.1:14 y Hbr.1:1/2)

Esta manifestación de Dios en la persona de su unigénito hijo Jesucristo, responde plenamente a la necesidad del hombre sumiso en la ignorancia más supina, en cuanto al carácter de Dios y su disposición redentora; y como legado del Padre para esta misión, transmite y revela con fidelidad todo cuanto ha “oído de él”(Jn.8:26-28 y 15:15)  Este testimonio irrefutable, que por serlo así, es palabra de Dios, no hay forma de evadirlo;  porque nos dice Jesucristo: “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre y el Padre en mí, de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn.14:10/11)

En consecuencia, la palabra de Jesucristo es Palabra de Dios y como resultado de ese magisterio, sus discípulos proclamaron y consignaron en los escritos y relatos del Nuevo Testamento, todo cuanto vieron y oyeron por inspiración del Santo Espíritu. (El espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad. (Jn.16:13) difundiendo esa palabra divina sin reserva alguna y con toda la plenitud con que ellos la recibieron; cumpliendo así con fidelidad absoluta y viveza oral, no usual en hombres toscos y pescadores de galilea, la función por la cual fueron comisionados.

Desde el principio de este ministerio, los apóstoles comenzaron a enfatizar en la palabra que habían oído; y fueron ministros de la palabra, (Luc.1:2) cualificándola como Palabra de Dios” “la Palabra de la Cruz” “Palabra de la reconciliación” “Palabra de vida” “Palabra de fe El conjunto de estas cualificaciones, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, la palabra anunciada tenía todas las connotaciones de palabra divina, Palabra de Dios.

Luego tenemos que la consecuencia es obvia, si el predicador es hombre de Dios. (1ª.Tim.6:11 – 2ª.Tim.3:17)  debe usar bien esta palabra de verdad, presentándose como obrero aprobado (2ª.Tim.2:15) que no tenga de que avergonzarse: Es deber primordial de todo aquel que proclama, fuera y desde nuestras tarimas, el saturarse de esa Palabra y no admitir en su pensamiento, corazón y labios, otra palabra y gloria, que no sea la cruz de Cristo y su Resurrección. Por desgracia y lamento haber oído, que no todos los predicadores conservan limpia y sin mezcla de otros elementos esta Palabra, de tal forma me temo – la hagan infecunda.

Previene el apóstol de estos peligros a su hijo espiritual Timoteo; encareciéndole delante de Dios y del Señor Jesucristo…. Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se volverán a las fábulas.” (2ª.Tim.4:1/4)

Debemos ser conscientes de este peligro y si lo hay, responsabilicémonos más del legado que se nos ha sido confiado en lo que llamamos la gran comisión, (Mt.28:18) y exigir como cuerpo de iglesia, ver a Jesús en todas nuestras predicaciones, y que su pasión, muerte en cruz, resurrección y ascensión a los cielos sea nuestro racional mensaje y palabra a un mundo que se pierde envaneciéndose en su razonamientos.

                                                           V. Ibáñez

domingo, 7 de febrero de 2021

RECUERDA POR TANTO

 

                                  RECUERDA POR TANTO

                                    Lectura. Apoc. 2:1/7                         

                                      Texto. Apoc. 2:5

“Recuerda, por tanto, de donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras;  . .  . . . . .

            Esta lectura corresponde a la primera carta de las siete que el Señor manda que sean enviadas a las iglesias que están en Asia. (cap.1:11)  Es mismo Señor Jesús quien se describe como: el que tiene las siete estrellas y anda en medio de los siete candeleros.” Expresiones sin duda de su constante presencia y actividad en medio de las iglesias; (cap.1:20) ellas reciben de él la luz y él puede cuando quiera, “quitar el candelero de su lugar” (cap.2:5)

            Sin duda que este es el primer mensaje del Señor resucitado y está dirigido a la iglesia en Efeso, la más importante e influyente de toda la provincia de Asia Menor. El Señor que escudriña el corazón y los riñones, conoce perfectamente las obras, las actividades y las condiciones morales de cada iglesia; no solamente las de su actividad o de las acciones aisladas de sus miembros, sino todas las manifestaciones de su vida, que como cualquier árbol sus frutos pueden ser buenos o malos.

            Así pues, como podemos apreciar este mensaje tiene varios aspectos; la aprobación, la censura, la exhortación y una invitación con promesa; los creyentes son alabados por sus obras y por su paciente resistencia ante la hostilidad pagana; además habían rechazado con razón a los falsos apóstoles y las malas enseñanzas e influencias de los nicolaítas. (Los nicolaítas fomentaban la doctrina de Balaam y una mal entendida libertad, por la cual los creyentes podían permitirse consumir cosas sacrificadas a los ídolos, en contra a las observaciones del concilio de Jerusalén, Hch.15:29 y a cometer actos inmorales. (apoc.2:14)

                        No obstante esas virtudes, los cristianos de Efeso son amonestados por haber dejado su original calor de amor y devoción; las obras de la iglesia continuaban, pero no son ya las primeras obras porque les faltaba el espíritu de la caridad; ninguna cualidad digna de alabanza sirve si hay falta de amor. (1ª. Cort.13:1/3)

                        El Señor formula este áspero y severo cargo  “has dejado”  -abandonado–  tu primer amor”  severa reprensión, porque por lo que leemos la iglesia –no ha perdido- como algo irrecuperable por un acto involuntario, sino todo lo contrario,  “ha dejado” como algo que se abandona voluntariamente y que es factible de volverse a recuperar; y no deja de ser a la vez de que se nos acusa, un aldabonazo, un llamamiento a nuestra conciencia adormecida por la práctica de un servicio rutinario o profesional.   

                        I.-   Aquel primer amor

            Quienes estén en condiciones de recordar, -pues se nos invita a ello-  traerán a sus mentes aquellos primeros años de nuestra conversión; fueron de alegrías, le amábamos porque él nos amó primero y su amor fue para nosotros una fuerza impulsora en celo, y  devoción; quienes nos rodeaban nos alentaban con su espíritu de amor trabajando por el Señor y animándonos a tomar parte en ese espíritu misionero-evangelizador desinteresado, con el fin de que otros encontraran en el

Señor lo que nosotros habíamos encontrado y estábamos experimentando.

            Era un tiempo celoso en devoción, en sacrificio y trabajos, fue puro y desinteresado, solo el servirle y agradarle nos importaba, no fue carga molesta, ni una rutina obligada, sino un corazón ensanchado y agradecido, todo fue un gusto y se abrieron más puertas al testimonio. ¿No era así queridos hermanos? Un gran amor mutuo, un vivo interés los unos en los otros, un celo por no faltar a ningún culto, un espíritu misionero  (uno por uno) para la conversión de otras almas, todos pronto para orar y para hacer lo que hiciera falta; hubo armonía, gusto, comunión, gran alegría, conversaciones sobre la palabra; esto fue nuestro primer amor y sin duda el de aquellos creyentes de Efeso.

                        II.- has dejado – abandonado

            Atención hermanos, este cargo que el Señor nos imputa es un llamamiento a nuestra conciencia y una denuncia común al acto mismo voluntario que ello implica, puesto que se puede dejar una cosa, para coger otra y en esta acción interviene la voluntad. Traeré a vuestra consideración la apostasía de Israel, denunciada como aquí por nuestro Dios. Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí… ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? (Jer.2:2-5)

            Es bien evidente pues, que una especie de moral relajada libre o poco sana, que invierte los más elementales principios de un andar con Cristo nos ha invadido sino fascinado; porque ya no se trata de trabajar por amor de su nombre y hallar mentirosos a los falsos apóstoles y no desmayar en este empeño, sino de algo voluntario que hemos hecho, has dejado, por lo que todo o cualquier cosa vale si es hecho en su nombre. Sobre esto el Señor dice: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat.7:22/23)

            ¡Pero quién nos alucino! ¿habrá sido tal vez la influencia de los nicolaítas modernos, con sus ideas progresistas de libre moral que todo lo aceptan y justifican cualquier situación por estragarse en las costumbres de este Mundo? Ejemplos tenemos de cómo esta influencia actúo en la historia con perniciosos resultados.

            Balaam no pudiendo alcanzar sus objetivos de maldecir al pueblo de Israel, aconsejo a Balac para que las hijas de Madián sedujeran a los hijos de Israel, el resultado fue fornicación e idolatría (Num.25:1/2 y 31:16)                                                                                                 Sansón fue fascinado por los encantos de Dalila y sucumbió ante sus engaños, resultando con la perdida de la vista. (Jue.16:21)

            El ambiente de Sodoma y Gomorra, fomento si  duda la incredulidad de la mujer de Lot, y quedo convertida en estatua de sal.                                           Demas, amaba este mundo y por ello abandono al apóstol Pablo. (2ª.Tim.4:10)                                    

            Los ojos de David despertaron sentimientos impuros pecando con Betsabé. (2ª. Sam.11:1/4)     

            Acán, fue fascinado por el oro y el manto babilónico y fue su perdición. (Jos.7:1-20/21)

            III.-   Recuerda, por tanto,..

            El Señor formula una invitación, en orden a la causa que ha provocado este abandono y nos emplaza a recordar; esto es, traer a la memoria, donde, cuando y como fue nuestra caída, es decir, que nos examinemos muy interiormente hasta tener conciencia de cómo fue nuestro acto deliberado, de dejar” y efectuar una vuelta completa dando la espalda al camino o situación que teníamos delante.

            Este reconocimiento de donde se ha caído y el acto de salir de él, está muy bien explicado en las Escrituras: David reconoció su cruenta falta y confeso arrepentido: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos. …Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal.51)

                                                                  V. Ibáñez