YO TE HE
PUESTO POR ATALAYA
“como
corderos en medio de lobos“ Luc.10:3
Lectura Ezequiel 3:16/21
Texto: Ezequiel. Cap. 3:17
Hijo
de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; Oirás, pues, tú la palabra de mi
boca, y los amonestarás de mi parte.
La figura del profeta
Ezequiel es muy significativa, y me recuerda el mismo escenario y condición que
encontramos en los evangelios, cuando el Señor Jesús, enviando a sus discípulos
a divulgar el evangelio del reino de los cielos; les dijo: “os envío como corderos en medio de lobos”
(Luc.10:3- Mt.10:16)
Todo nuestro
conocimiento sobre la persona del profeta, la hallamos en la narración de sus
escritos, sin más trascendencia. Por estos mismos, sabemos que fue deportado
por Nabucodonosor, juntamente con su rey Joaquín, y que al quinto año de la
deportación y a los cinco días del mes, fue llamado por Jehová el Señor a una
misión muy problemática.
Su ministerio estaba
dirigido a los cautivos en Babilonia; como
dice en Cap.2:4 “hijos de duro rostro y
de empedernido corazón: y les dirás; Así ha dicho Jehová el Señor.” Estimulándole a no tener temor ante lo que el
Señor le advierte de encontrarse entre “zarzas
y espinos, y moras con escorpiones. Cap. 2:6 Tal
era el escenario y las condiciones en las cuales debería ejercer su ministerio
como Atalaya de Israel.
El profeta fue puesto
por Dios, a la casa de Israel, para que
llevara un mensaje de restauración, siempre sobre la base de lo que Jehová el
Señor ha dicho; él no tenía un mensaje propio, sino que Jehová el Señor le
comunicaba, lo que tenía que decir, anunciar,
advertir y amonestar para que se conviertan de su mal camino y vivieran.
Es un fiel reflejo de la importancia y responsabilidad que tienen los obreros
llamados a servir a su Señor, en medio de un mundo o sociedad que se inclina
más a ser seducido por los placeres o disfrutes temporales.
La misión a la que fue
llamado por el Señor, tiene su trascendencia, por ser divina; “yo te
he puesto” y en nuestro orden o
esfera evangélica la orden es; “Yo os envío… en medio”. Lo cual significa
que el mensajero se ha de implicar en los problemas de su generación, con plena
resolución y convicción, anunciando y denunciando, lo que Dios ha dicho.
Y esto mis queridos
colegas, implica una gran responsabilidad, porque si bien Ezequiel tuvo su revelación de Dios; nosotros todos, por su gracia, tenemos una completísima
revelación en su palabra escrita, es
decir La Biblia, que contiene toda la revelación, mensaje y consejo de Dios
para todo hombre o mujer, que en circunstancias de incredulidad, quiera ser
rescatado y restaurado en el amor de aquel que murió por todos.
El profeta no fue
elegido para juzgar, sino para predicar los juicios de Jehová el Señor contra toda iniquidad e incredulidad, y lo
tenía que hacer, a tiempo y fuera de
tiempo; escuchen o dejen de escuchar, porque la
amonestación es de mi parte, dice el
señor.
El ministerio a
ejercer por el profeta refleja unas verdades importantes para los obreros y
predicadores cristianos de nuestro tiempo. No fueron mejores ni peores las
circunstancias en las que el mensaje de Dios se debía y se debe dar: puesto que
hoy día el hombre y la mujer, están tan
alejados del culto a Dios como lo estuvieron los contemporáneos del profeta y
es de suma urgencia que el mensaje único y exclusivo de nuestro Dios, sea
proclamado, con vehemencia y plena convicción, por ser el poder de Dios, para
la salvación de todo aquel que en él cree.
No tuvo Ezequiel mayor
privilegio en su tiempo, por haberle hablado Jehová el Señor y haberle puesto
por mensajero de su palabra a su pueblo; por tanto, es vital que los
predicadores de nuestro tiempo, experimentaran y vivieran también esta
realidad: Nosotros no hemos recibido el
espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo
que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu,
acomodando lo espiritual a lo espiritual. (1ª Cort.2:12/13) Esto mis queridos hermanos de ministerio, implica
mucha atención a las cosas reveladas y afinar bien el oído en una constante
comunión, para discernir lo que proviene de Dios y no de los hombres.
Oirás pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestaras de mi parte. No
cabe duda alguna, que este mandato entraña una grande responsabilidad; de ella
depende la conversión y salvación del individuo, o la condenación y muerte por
su maldad e incredulidad; pero tú habrás librado tu alma; por lo contrario, de
no hacerlo así, se nos demandara culpabilidad. Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es
impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! (1ª.Cort.9:16)
Ninguno como el
apóstol Pablo, nos ha dejado tan claro, nuestra responsabilidad, al declararnos
que: Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores
en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2ª Cort.5:19/20.
“Porque no quiero la muerte del que muere,
Dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
(Ezequiel. 18:32)
V.
Ibáñez
es muy bueno esta enseñanza
ResponderEliminarExcelente comentario,los cristianos estamos llamados a ser promotores de llevar la palabra de Dios,no debemos ser indiferentes a la Sociedad actual; dindeierden y estaniones de destrucción nuestrs jódindeestannuestrsestrs aun lo no tan jóvenes; Dios les bendiga.
ResponderEliminarOsea que un atalayas es un profetas y un profeta no jusga aló de más y corije en privado
EliminarAmén hermano Díos lo bendiga pueblo de Díos ATALAYAS
ResponderEliminarEsta muy buena esta enzeñanza
ResponderEliminarAmén.que ceamos atalayas de Dios
ResponderEliminarMuy buena palabra Dios Bendiga si vida
ResponderEliminarMuchas gracias por su apreciación y espero que cuantos lean mi blogs; Dios le recompense en fe y edificación. A Dios sea la Gloria".
ResponderEliminar