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miércoles, 23 de diciembre de 2020

LAS ESCRITURAS: ¡PALABRA DE DIOS!

 

               LAS ESCRITURAS: ¡PALABRA DE DIOS!  
                                          Breve reflexión                                                 
              En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios,
                y el Verbo era Dios.
                                       Texto: Juan 1:1                

      Dios es el Verbo, la Palabra; por consiguiente, Dios tiene su palabra y esa palabra tuvo que ser revelada como forma y manera de expresar su pensamiento, sus deseos, sus propósitos y la esencia misma de su persona, esto es, Amor.

            Y fue ese inmenso amor que le impulso a comunicarse con su criatura, y por medio de la palabra revelarnos su persona y propósitos divinos; manifestándose unas veces en forma angelical, otras hablando a los Padres (Patriarcas) y por medio de los profetas; vehículo este que dio origen a su Palabra escrita –amén de haber él primero con su dedo escrito el Decálogo del Sinaí – (Exd.31:18 – 32:16)

            Así, esa revelación de Dios a su criatura, si bien tuvo en su  pricipio una comunicación verbal, como de la misma escritura se desprende, puesto que, hablo a Adán en el huerto del Edén y Abraham en Harán, a Moisés en el Horeb; también otras veces ha escogido Dios a un hombre y le ha manifestado interiormente y sin el sonido vocal su pensamiento, infundiéndole conceptos, imágenes y juicios por vía extraordinaria y sobrenatural, revelándole aquello que por su conducto ha querido manifestar a los hombres, es lo que conocemos como locución llamada profética; referencias a esta forma de comunicación la encontramos en las Escrituras, con frases como estas: “Habló Dios” “Así ha dicho el Señor”

“fue palabra del señor al profeta” etc.

            Esta revelación fue recogida y escrita para que pudiera ser un medio en el que lo revelado por Dios a sus santos varones, pudiera ser trasmitido en el tiempo. a todas las generaciones como palabra de Dios o revelación de Dios a todos los hombres; inspirada por el Espíritu de Dios y útil para enseñar, redargüir, corregir, instruir en justicia (verdad) (2ª. Tim.3:16)  Su Espíritu nos guía a toda verdad… porque tomará de lo mío y os lo hará saber. (Jn.16:13/14)

            Esta inspiración emerge a través de esa Palabra revelada de una manera notable en su cualidad y distinción, porque puede leerse bajo varios aspectos, pero ninguno de ellos se interpone con el otro, ya que un rayo de luz divina traza la línea que les une, dejando fuera cualquier clase o intento breve de sentencia doctrinal desconectada de su genuina inspiración divina.

            Ahora bien, lo importante para nosotros es saber hasta qué punto las escrituras influyen en nosotros, bien en cuanto a la justicia (verdad) para obedecerla y no ya para aplicarla en nuestra particular interpretación. “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2ª.Pdr.1:20)

            No olvidemos que las Escrituras son en sí, un libro de principios unidos entre sí por el Espiritu divino y no de aforismos desconectados; tratar de apoyarse en un texto aislado, en costumbre y prácticas locales de un país o provincia, puede darse que aprobemos cosas a las cuales los principios de las Escrituras sean totalmente opuestos, y no puede haber dirección divina en aquello que contradiga o sea opuesto a los principios trazados por la revelación de Dios en las Escrituras.

            Así pues, arrancar un texto de su verdadero contexto y construir sobre él una doctrina, práctica o relación social, revela o una gran ignorancia o una perversidad farisaica en donde priven más los intereses que la armonía perfecta de toda la Santa Escritura, al desencajar dicho texto del conjunto de principios de la sana doctrina bíblica.

            La advertencia del que era la palabra hecha carne

Nuestro Señor Jesucristo; cuando los fariseos le preguntaron mal intencionadamente sobre el repudio o divorcio fue: ¿No habéis leído que al principio, varón y hembra los hizo…. mas al principio no fue así. (Mt.19:4-8)  Dios nunca muda, los principios revelados por él son inmutables. “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios yo os ordeno” (Deut.4:2) “…no añadirás a ello, ni de ello quitarás.

(Deut.12:32)

            Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso. (Prov.30:5/6)

                                                                                 

                                                                          V. Ibáñez

           

 

                       


1 comentario:

  1. Excelente, siempre leo su blog, está usted llegando a más vidas de lo que imagina.

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