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lunes, 4 de noviembre de 2013

Y AQUEL VERBO FUE HECHO CARNE


                             Y AQUEL VERBO FUE HECHO CARNE
 

   En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios

         Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…

                               Texto: Juan. 1. 1/5 y 14

                       Léase: Colosenses 1:24 al 27 - y 2:9  

             Este es el misterio que había estado encubierto y que ha sido manifestado ahora, y por las Escrituras de los profetas, según la voluntad de Dios. (léase: Ro.16:25/26)    
             Y es que nuestro Señor Jesucristo, en realidad, es el centro de toda la revelación Divina, en cuanto a la manifestación de su Gracia y amor a todas las gentes para que obedezcan a la fe.
             Desde el Antiguo Testamento, en que se esboza su figura en formas de tipos, hasta el libro de Apocalipsis, está formulada esta gran realidad de la manifestación de la Gracia de Dios, en la persona  de nuestro Señor Jesucristo: “Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres, se manifestó.” (Tit.2:11)  Y en toda esta Divina revelación aparece el Señor, en sus dos características esenciales; es Dios y Hombre.
           Estos rasgos se ven revelados en el Nuevo Testamento , tanto en su misma doctrina como a través de sus obras, dejando con luz meridiana esta doble verdad: Jesucristo es Dios, igual en esencia al Padre; pero es hombre de carne y hueso, que nace, vive y muere como todo hombre; oíd a Jesús: “Yo y mi Padre una cosa somos;” (Jn.10:30) Palpad y ved  - les decía a sus discípulos - que los espíritus no tienen carne y huesos, como yo tengo.” (Lc.24:39)
            El apóstol Pablo condensa este punto fundamental de la doctrina cristiana, en una frase tan sencilla como sublime: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer.” (Gá.4:4)
            El momento histórico, - que hoy recordamos,- en que se obró la conjunción de Dios y el Hombre representativo, esto es, en donde el Verbo de Dios tomó una naturaleza humana y la unió así, para hacer de ella un solo ser, una sola persona con doble naturaleza, es decir;  un Dios-hombre, es el más culminante de la historia humana, es en concreto, el punto de enlace de todas las esperanzas de los tiempos anteriores, con todas las realidades que nos serán de aquí en adelante reveladas.      
           La  encarnación del verbo doctrinalmente, es la llave que explica todos los misterios de la revelación premesiánica del Antiguo Testamento y que ilumina maravillosamente la doctrina del Nuevo Testamento, abriendo a la humanidad unos verdaderos horizontes de esperanza.
           Por lo que leemos en Lc. 1:26/35, toda esta revelación de orden histórico y doctrinal, tiene su marco en una pequeña ciudad de Galilea, en Palestina, llamada Nazaret y en la casa de una doncella virgen llamada María.
           Y se cumplió la palabra del Ángel Gabriel: El  Espíritu Santo, a quien se le atribuyen las obras de amor, fecundó con su poder, el seno virginal de María, bendita entre las mujeres, y quedó hecha la obra capital de Dios, el Verbo hecho carne; el verbo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, tomo en el seno de la virgen María, un cuerpo perfectísimo y a él se unió un alma perfectísima, todo en un instante, el Emmanuel -  esto es – Dios con nosotros.
           Este es el misterio de la Encarnación del que con tanta reiteración habla el apóstol Pablo: “El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, más ahora ha sido manifestado.” (Col.1:1 ) “En él (Jesucristo) habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente.” (Col.2:9)

               I.- LA ENCARNACIÓN DEL VERBO, MISTERIO DE AMOR QUE   NOS HA SIDO REVELADO.

                Dios ha hecho real y verdadero su amor hacia los mortales, en el hecho histórico de su encarnación; el apóstol Pablo nos dice: “Por amor de vosotros se hizo pobre siendo rico; para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2ª Co.8:9)
           Ya se que algunos dirán; ¿no es Dios infinito, como podrá juntarse con lo finito? ¿No es Dios trascendental, en que forma podrá abajarse hasta hacerse una cosa con el hombre. ?
           Lo primero que hace la razón dejada a su solo esfuerzo, al proponerle el  misterio inefable de la encarnación;  es oponerle toda clase de reparos y repudiarlo, tal vez como cosa absurda. Pero lo que han hecho infinidad de criaturas en cuanto se les ha propuesto esta gran verdad, del verbo de Dios hecho carne, es aceptarlo sin discusión; porque el hecho histórico, esta ahí: “Grande es el misterio de la piedad: Dios  ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu; ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado a los gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en gloria.” (1ª.Tim.3:16)
            Decidme, ¿Qué pierde Dios infinito, en juntarse a una criatura suya ?  ¡Ah, ya sé que alguien ha dicho que la unión de Dios con el hombre no se concibe sin una humillación o anonadamiento de su parte.!  Pero es que en la encarnación, no importa rebajamiento en Dios, sino el levantamiento de su criatura, así lo expresa el apóstol Pablo, cuando dice: “ El cual, -Cristo- siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó  a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición  de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. (Fil.2:6/8)
            En todo el decurso de la historia de la humanidad, no hay madre tan solicita de sus hijos como lo es Dios para con los hombres. Cien veces se les aparece y los adoctrina directamente y por sus profetas, y otras tantas, viene a ellos para colmarles de bienes,  de promesas y esperanzas; les castiga cierto, pero es el castigo la prueba máxima del amor, porque por el rigor de sus sanciones les vuelve otra vez. “Y mamaréis y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados” (Is. 66:12)
             Mis queridos amigos, es que Dios es amor y habiendo hecho al hombre criatura de su predilección, parece que la caída de éste, aumentó su atracción hacia él, al sentir la compasión de su desgracia.
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio  vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). (Ef.2:4/5)
           A  si que, el hombre sumergido en el pecado y siendo en sus consecuencias muerto en los mismos, ha venido a recibir vida juntamente con Cristo, quien nos amo y dio su vida por todos nosotros.  El verbo de Dios, vino a participar, a semejanza de nosotros,  de carne y sangre, para destruir por medio de su muerte, al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo. (Hbr.2:14/15)

            II.- LA ENCARNACIÓN DEL VERBO, MISTERIO DE  LA   GRACIA DE DIOS QUE NOS HA SIDO REVELADO.    

                Queda expuesto ante todo que el verbo se hizo carne, no precisamente para mostrar la sabiduría y el poder de Dios; sino una obra de su inmenso amor a favor de la humanidad caída. Porque Adán pecó arrastrando consigo a todas las generaciones; por consiguiente, Dios en el hecho de su encarnación quiere dejar claro y manifestar la fuente que impulsada por un corazón amante, fluyera para salvación a todo aquel que cree en él. “por gracia sois salvos.”  Y es que ese verbo hecho carne, es la pura manifestación de la Gracia  Divina, “porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres, se manifestó. (Tit.2:11)   
            Y en esta suma condescendencia manifestada por Dios hacia nosotros los hombres, tomó nuestra mortalidad para salvarnos y hacernos inmortales. Sino ved como Dios impone al Verbo, un nombre representativo de su verdadera función principal. “ Y llamaras su nombre Jesús,(salvador) porque él salvará a su pueblo de sus pecados,” dijo el ángel. (Mt.1:21)  El mismo Señor Jesús, reitera esta gran verdad, anunciando a las gentes, que: “El hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc,19:10)
            Es por su gracia, que Dios toma la iniciativa para nuestra salvación; es ese impulso amoroso lleno de benignidad para el hombre que estaba muerto en sus delitos y pecados (Ef.2:1) que le impele a ser uno entre nosotros.
           Jesús, el verbo de Dios encarnado, supo vivir de lo nuestro, para hacernos participes de lo suyo. Se hizo consorte de nuestra desdicha, para lograrnos en él, la eterna dicha. “El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia; por la herida del cual habéis sido sanados.” (1ª. Pdr.2:24/25)
            Vino del seno de Dios al de una virgen, del seno de una virgen, a la cruz , de la cruz a la tumba, de la tumba ha saltado otra vez al seno del Padre;  (cielo)  y allí intercede por todos nosotros. “Por lo cual puede salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. (Hbr.7:25)

                                                                V. Ibáñez   
vicenteibanezsaez@hotmail.com                                                                  

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