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sábado, 17 de octubre de 2015

LA SANTIFICACIÓN

                             LA  SANTIFICACIÓN    
                                             Hebreos 10:10
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.”

INTRODUCCIÓN:
                               Permitirme que os exponga hoy un tema de suma importancia, para conocimiento y enriquecimiento de nuestras vidas cristianas              según las Escrituras; y que por su importancia y comprometido que resulta ser; algunos lo evaden con sarcasmo y desdén por ignorar o querer ignorar lo que ellas mismas nos revelan sobre el particular.
                               Me refiero concretamente a la Doctrina de la Santificación; doctrina que no debe ser considerada de esa forma ni tratarla con indiferencia; ya que es la razón de nuestro SER.  Por lo mismo, no me mueve al tratar este tema, el desacreditar a nadie ni hacer de ello ídolo o bandera que pueda destronar a Cristo; pues como dice Pablo: “a fin de que nadie se jacte en su presencia. Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.” (1ª.Cor.1:29/31)
                               Las Sagradas Escrituras nos revelan lo que somos, la posición en que nos ha colocado y el carácter que Dios imprime en todo creyente mediante Cristo: “por cuya voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.”  Pedro en su 1ª. Epístola, cap.1:2, nos dice que hemos sido “elegidos de Dios Padre en santificación, y en cap.2:9, nos dice que somos: “linaje escogido, real sacerdocio, nación (gente) santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.”
                               El Santoral Católico-Romano, hace santos ó santifica a los muertos; Dios mediante la obra Redentora de Nuestro Señor Jesucristo, hace Santos ó santifica a los vivos de entre los muertos en sus delitos y pecados que aceptan o han aceptado a Cristo como Señor y Salvador, haciéndonos nacer de nuevo por el Espíritu e imprimiendo en nosotros una nueva naturaleza e identidad.
I.- CONCEPTOS ERRÓNEOS DE LA SANTIFICACIÓN
                Algunos tienen un concepto erróneo de lo que es la Santificación, y creen explicar, que es algo que el creyente debe realizar para la limpieza de la naturaleza caída innata en el hombre, y que la erradicación por sí mismo de esa raíz o tendencia pecaminosa es la santificación. Esto es, como si esa virtud dependiera del buen hacer del creyente, como para santificarse por sí mismo y por sus obras, sin realizarse en él mismo obra de Gracia alguna.
                No, mis queridos amigos y hermanos, nadie por su virtud o piedad pueden ejercitar esa limpieza interior, haciendo santo lo que antes era contaminado y vil. (Léase, Hbr.1:3,- 9:14 –Tit.2:14 -1ª.Pdr.2:9/10)  Pablo nos recuerda que “librados del pecado y hechos siervos de Dios, tenemos por nuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna;” Rom.6:22  y seguidamente en el cap.7 de Romanos, el apóstol aborda la santificación mediante la muerte a las obras de la Ley.  Porque la santificación es un fruto de la nueva naturaleza adquirida al haber nacido del Espíritu a fin de que anduviéramos en ella. Rom.6:4.
II.- SIGNIFICADO DE LA SANTIFICACIÓN
                El significado de la palabra “santificación,” según la encontramos en las Escrituras es; “separación,” esto es, (poner aparte) y tiene la misma significación ó raíz de sentido, tanto en Griego, como en el Hebreo.
                La primera vez que en las Escrituras hallamos esta palabra, es en Génesis 2:3 en relación con la institución primitiva del sábado: “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó…  Es pues evidente que sucediendo esto, como sucedió antes de haber entrado el pecado en el Mundo; es imposible a todas luces que pueda relacionarse de modo alguno a pensamiento o idea alguna de limpieza de la naturaleza caída.
                ¡Oh, no os acordáis lo que dijo el Señor Jesús en el acto del lavamiento de los pies a sus discípulos!  “El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis.” Jn.13:10   Simplemente Dios puso aparte ó separo ese día de los demás, como día especial para él gozando de un reposo.
                Por la misma razón leemos en las Escrituras; de objetos, lugares y personas, santificadas; es decir, puestos   aparte ó separados como pertenecientes a Dios de un modo especial y para su servicio. (Léase, Exd.13:2 – 19:22/23 – 40:10/11 – Lev.8:30)
III.- LA SANTIFICACIÓN ES OBRA DEL TRINO DIOS
                La santificación es una obra y propósito del Dios Trino que mediante la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo a nuestro favor, el creyente que acepta y se apropia esa obra de redención, viene a ser hecho hijo de Dios, engendrado por voluntad de Dios (Jn.1:12/13 y la voluntad de Dios es nuestra santificación 1ª.Tesl.4:3, así que el creyente que ha nacido de nuevo es colocado en una posición de “separación”  con el propósito de que fuésemos hechos conforme a la imagen de su Hijo. Rom.8:29
                Así leemos que somos santificados en Dios,” pues la voluntad de Dios es vuestra santificación 1ª.Tesl.4:3 y el mismo Dios de paz os santifique” 1ª.Tesl.5:23 “nos escogió… para que fuésemos santos” Efe.1:4 “a los llamados, santificados en Dios Padre”  -Jud.1
                Mediante el sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, somos santificados: “Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla” Efe.5:25/26- “En Cristo nos ha sido hecho por Dios, santificación· 1ª, Cor.1:30 –“santifica a los santificados, por la ofrenda de su cuerpo” Hbr.10:10 – “Por lo cual también Jesús, santifica a su pueblo, mediante su propia sangre.” Hbr.13:12
                Además de esto, la obra del Espíritu Santo nos conduce a que sea una realidad, lo que ya somos en la mente y propósito de Dios: “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu” 1ª.Pdr.1:2 – “ya habéis sido santificados...por el Espíritu de nuestro Dios” 1ª.Cor.6:11 – “escogidos para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” 2ª.Tesl.2:13 – “para que los gentiles le sean ofrenda agradables, santificada por el Espíritu Santo” Rom.15:16
                Otro aspecto de la santificación del Espíritu es por la fe en la verdad, o sea, la verdad de Dios revelada en su palabra por el Espíritu Santo. –“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad… que también ellos sean santificados en la verdad” Jn.17:17-19 –“santifícalos, en el lavamiento del agua por la palabra” Efe.5:26
                Por lo anteriormente expuesto, hemos podido transcribir, lo que revela la Santa Escritura en cuanto a nuestra santificación; es una obra en la que interviene la Santísima Trinidad en el creyente, realizándola desde su interior, Efe.3:16 y afectando, su espíritu, alma y cuerpo. 1ª.Tes.5:23  Por consiguiente no puede ser obra alguna humana; pero deberíamos ser conscientes y ponderar la posición en que hemos sido colocados ante los ojos de Dios, para que independientemente de nuestras caídas, frialdades. alejamientos ó desconocimiento, (que no deberíamos justificar, sino más bien confesar) “sean afirmados nuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre. 1ª.Tes.3:13
IV.-  REALIZACIÓN PRÁCTICA Y TESTIMONIAL DEL CREYENTE
                Hemos estando considerando esta doctrina, en sus aspectos de significación y como obra Divina en donde el creyente es colocado por voluntad de Dios y ante él en una posición de santificado ó separado.
                Es importante reconocer esta doctrina como idea ó plan primario y fundamental, en el sentido de separación, porque así vemos bajo esta aspecto que no hay diferencia entre un cristiano u otro, sea joven ó anciano más experimentado. La diferencia vendrá marcada en cómo se traduce esta realidad en nuestra experiencia y vida cotidiana, en el sentido de adelanto ó progreso, (y nunca justificando un pobre y débil testimonio en detrimento de otros; esto ocasionaría un grave daño moral, nunca justificado por las Escrituras.)
                Las enseñanzas del apóstol Pablo a los Corintios, no tenían otro propósito que este; el declararles que como  “santificados en Cristo” 1ª.Cort.1:2 tenían un bajo concepto de la responsabilidad en cuanto a la realización ó manifestación de esta verdad; no podía hablarles “como a espirituales, sino como a carnales,” pues parecían ignorar que  “eran templo de Dios y que su Espíritu moraba en ellos” 1ª.Cort.3:16  de ahí esta severa advertencia: “ si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él.” 1ª.Cort.3:17
                Una cosa es el privilegio de nuestra posición ante Dios y lo que en realidad somos ante sus ojos, y la otra la manifestación de esta verdad en una vida separada de las apetencias mundanas y la responsabilidad en preservarla.
                Toda la revelación de Dios en las escrituras, es tendente a concienciarnos de nuestro privilegio y a que seamos coherentes con él en nuestra manifestación ó realización; “nos eligió para obedecer,” “nos escogió para que fuésemos santos y sin mancha,”  “para que fuésemos hechos conforme a la imagen de su Hijo,”  “para participar de su santidad,”  “para que sigamos la santidad sin la cual ninguno vera al Señor,” “para santificar a Dios en nuestros corazones,” “ para que seamos santos como él es Santo.
                No debemos olvidar que la santificación Divina, la separación hecha por Dios, es obra destinada a una realización testimonial y de uso práctico en todo creyente, así nos lo dice el apóstol Pablo; “será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.”  Y deberíamos comprenderlo así:   El hecho Divino, nuestra santificación; y la actitud testimonial del creyente nuestra consagración ó dedicación a ese hecho Divino“Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”  2ª.Tim.2:19, “ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.”  Rom.6:13-19
V.-  ACCIÓN PROGRESIVA DEL CREYENTE
                El hecho fundamental de nuestra separación ó santificación, tendrá una respuesta progresiva y positiva en el creyente, en la medida del grado de desarrollo de su fe mediante la lectura y la aceptación de su verdad revelada; algo así indica las palabras de Cristo. “santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad.” Juan 17:17  Porque el corazón y así mismo nuestra vida, deben recibir de su revelación, la virtud y la fuerza necesaria para el progreso de nuestra separación en una realidad vivible y constante.
                Por supuesto que como la luz de la aurora va en aumento progresivo, la vida de cada creyente en su carácter peculiar que en él ha sido impreso por el nuevo nacimiento ó regeneración; ha de ir acrecentándose para resplandecer como luminares en el mundo a Gloria de Dios, reteniendo la palabra de vida. Fil.2:15/16  Y en este empeño de progresar, disponemos de una valiosa ayuda y colaboración Divina a nuestro favor; cuando por voluntad propia y en el ejercicio de nuestra fe, solicitamos de aquel que nos dejo dicho: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.”  Juan 15:16  Es evidente que necesitamos la ayuda necesaria que supla nuestra debilidad natural de la carne: “si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye….1ª.Juan 5:14/15   ¡Nos damos cuenta de esto! “Todas las peticiones conforme a su voluntad”   la voluntad de Dios es nuestra santificación, nuestro apartamiento de todo aquello que no sea inherente a la nueva naturaleza adquirida por el nacer del Espíritu.
                En esta tarea ha de estar dedicado todo creyente, es parte de nuestra contribución a fin de que sea una realidad el progreso en la Santidad; “considerándonos muertos al pecado, pero vivos para Dios, al objeto de que no reine el pecado en nosotros. Rom.6:11/12  
                Mis queridos y pacientes lectores, este proceso activo, progresivo de nuestra santificación, dependerá en mucho de nuestra clara comprensión y reconocimiento de estos dos hechos fundamentales: Que Dios nos ha separado para sí como una propiedad suya para su completa posesión y uso testimonial constante; y luego de nuestro sincero reconocimiento y plena realización actual y constante de esta gran verdad, entregándonos en espíritu, alma y cuerpo para que él mismo obre en nosotros, el querer como el hacer, por su buena voluntad. Fil.2:13
                “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amen (Hebreos. 13:20/21)  
                                                                              V. Ibáñez                  
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