>Léase las Lecturas citadas; no
mencionadas por evitar espacio<
Lecturas. Éxodo. 20.18/22 y Hebreos.
12.18/24
Estos pasajes que hemos leído y que
tomo como base para la presentación del evangelio de la gracia de Dios,
hallamos un claro contraste, entre el Código del Sinaí, (la Ley dada) y la bendición del
Evangelio de la gracia.
Este contraste está perfectamente de
acuerdo con el tema general de la epístola a los hebreos, que es: La
superioridad de la obra y sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, sobre la
Ley. Es decir; entre la fundación del
antiguo Pacto sobre el monte de Sinaí, y el fin glorioso y dichoso que el Nuevo
pacto mediante Jesús, propone a todos los creyentes.
La descripción del Sinaí, que
tenemos en este pasaje de hebreos, está basada sobre Éxodo, cap.19 y 20.
Presentándonos una escena terrible, en medio de la cual, fue dada la
Ley. Monte que ardía en fuego, la
tempestad, la oscuridad, el sonido de la bocina que iba en aumento, y la voz tronante de Dios que hablaba con Moisés. Tan
espantoso y terrible era lo que veía Moisés, que dijo: Estoy espantado y temblando. He.12:21 Todo ello ponía de manifiesto que esos
símbolos de la Santidad
y de la Justicia
de Dios, quitaban al pecador toda esperanza de justificación y salvación por
medio de las obras de esa ley que así se
promulgaba y de cuyo incumplimiento les condenaba. Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la
ley, para hacerlas. Gá.3.10
En la ley, Dios, declara lo que el hombre debía hacer
y lo maldice si no lo hace. Es como una piedra de toque, que se usa para saber
si un metal, es o no es, oro; no es de extrañar pues, que Moisés
dijera al pueblo, Para probaros vino Dios. Ex.20.20. Si, mi querido amigo, cuando el hombre se
examina a la luz de la ley, ve que precisamente él, es aquello que la ley
condena.
Me explicaré: La ley era y es, en
cierto sentido, como un espejo perfecto, enviado del cielo a esta tierra para
revelar al hombre cuanto se había desfigurado moralmente.
Si yo me pongo delante de un espejo
con mis vestidos en desorden y todo despeinado, me enseñará cuan calamidad soy
y desordenado; pero no me arreglara mi desorden. Si en una habitación abandonada
al desorden, dejamos que entre un rayo de la luz del sol, esta nos descubrirá,
el desorden, la suciedad y el abandono; sin embargo la luz del sol, no crea la
suciedad ni el abandono, ni los crea ni los quita; eso sí, no hace más que manifestar el estado
en que se encuentra.
Lo mismo ocurre con la ley, no crea
el mal en el corazón del hombre, ni tampoco lo quita, solamente hace que
manifestarlo con exactitud infalible. El apóstol Pablo apoyando esta
ilustración nos dice: Yo no conocí el
pecado sino por la ley. Ro.7:7 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo;
pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. Ro.5.13
La reacción de aquel pueblo fue
consciente y consecuente, ellos se vieron tal cual eran delante de Dios y
tuvieron miedo y temblado se apartaron
y se pusieron lejos; pues no se consideraban dignos de estar ante la presencia
de la santidad de Dios, diciéndole a Moisés: Habla tú con nosotros y nosotros oiremos; pero no hable Dios con
nosotros para que no muramos. Ex.20.19 En He.12.20, se nos
dice, con respecto a esto: Porque no podían soportar - o llevar – lo que
se les ordenaba.
En cambio, la bendición del
Evangelio, no tiene ninguna limitación,
ni tampoco Dios se halla alejado del hombre, pues habiendo sido quitado la
ofensa o el pecado, por el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, el hombre ya
puede acercarse a Dios sin temor.
El autor de Hebreos, introduce
ahora, el contraste entre el lugar donde se ha acercado el creyente, con el
lugar a que llegaron los israelitas, esto es, entre el Sinaí y Sion. De paso aclarare que Sion es el monte donde
esta asentada la ciudad de Jerusalén, en Palestina, centro de la vida religiosa
y espiritual del pueblo de Israel y donde Dios moraba. Porque
Jehová (Dios) ha elegido a Sion; la quiso por habitación para sí. Este es para
siempre el lugar de mi reposo; aquí
habitaré, porque la he querido. Sal.132. 13/14 Luego el termino Sion, llega a usarse
en las escrituras con referencia a la ciudad de Jerusalén y también con
referencia a Israel como pueblo de Dios.
Pero el escritor sagrado nos dice: que no nos hemos acercado al monte que se
podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la
tempestad…. sino que os habéis
acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial. Y
emplea estos términos para distinguirla de la Jerusalén terrenal de
Palestina.
Es pues bien evidente que el autor
habla espiritualmente, - de algo que no
se podía tocar – y se refiere al Cielo, de la que Jerusalén ciudad en la que según las escrituras Dios
habitaba, era un símbolo. Y esto se comprende
y se comprueba, en la siguiente expresión; cuando el autor de Hebreos
sigue diciendo: Y a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los
primogénitos que están inscritos en los cielos.
Así como la congregación de Israel
habitaba en la ciudad de Jerusalén, del mismo modo la congregación o asamblea
de los creyentes ha de tener y tiene, su lugar en la Jerusalén celestial, en
el cielo: Acuérdate mi querido lector, que el Señor Jesús dijo: En la
casa de mi Padre muchas moradas hay; ….
Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Jn.14:2 También dijo;
Regocijaos que vuestros nombres
están escritos en los cielos. Lc.10.20
El apóstol Pablo, nos dice: Porque sabemos que si nuestra morada
terrestre, este tabernáculo,(cuerpo) se deshiciere, tenemos de Dios un
edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2ª.Cor.5:1
Juan el evangelista, estando en la Isla de Patmos, vio a la Jerusalén celestial,
descender del cielo, Ap.3:12 y 21:10 a
esa ciudad, (Iglesia Triunfante) a esa
congregación os habéis acercado, pero la
lectura dice más: a Jesús el Mediador del nuevo
pacto, y a la sangre rociada (derramada) que habla mejor que la de Abel,
Hbr.12:24
Permíteme, mi querido lector que
haga un poco de historia: El pueblo de Israel, rescatado de la servidumbre
(esclavitud) en Egipto, llego al Sinaí, donde los preceptos del pacto, como se
ha leído y expuesto, eran una carga que no podía más que condenar.
Conscientes todos nosotros, que por
nuestras mejores obras, no nos podemos justificar delante de Dios; nos
encontramos en nuestro peregrinar, frente a Sion, donde la Gracia , el Amor y la Justicia de Dios, por
medio de la sangre de nuestro Señor Jesucristo, esta a nuestra disposición; en
quien encontramos no más ordenanzas, sino abundante bendición por un nuevo
Pacto de gracia en su sangre. Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por
muchos es derramada para remisión de los pecados. Mt.26.28
QUE ES LA SANGRE DEL ESPARCIMIENTO
El mismo escritor sagrado nos relata
la ceremonia que Moisés efectuaba, con la sangre ofrecida como pacto que Dios
mando; (léase en He.9.15/22) para
terminar diciendo: sin derramamiento de
sangre no se hace remisión. La sangre del esparcimiento o derramamiento, es
la representativa de la pasión, de los sufrimientos, de las vejaciones, de la
humillación y de la muerte en cruz de
nuestro Señor Jesucristo; sacrificado así, cual cordero de Dios, para quitar el
pecado del mundo.
La redención de nuestras almas,
costo sufrimientos indecibles hasta la muerte; la sangre derramada de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1ª.Jn.1.7 Es la verdad más profunda
de la dispensación de la gracia de Dios.
LA SANGRE DERRAMADA, ES LA VOZ DE LA
DISPENSACION DE LA GRACIA. (Léase
He.9.11/17)
En Gálatas 4:4/5 se nos dice: Pero cuando vino el cumplimiento
del tiempo, Dios envió a su Hijo; nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción
de hijos. En Tit.2.11, leemos: Porque
la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres. Y
en He.2.9 Para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
La sangre de nuestro Señor
Jesucristo habla; no, nos dice que habló, sino todo lo contrario habla, que
está hablando; que habla siempre, continuamente en un ruego a Dios y un
testimonio a los hombres, porque tenemos
redención en su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.
Ef. l.7 Habla por medio del
evangelio; de perdón, de amor, de sustitución y de vida eterna.
Habla muchísimo mejor, que la sangre
de Abel: Aquella era la sangre de la envidia y del odio, maldijo el clamor de
la tierra; era la voz de la ira y condujo al castigo, que marcó al asesino, y
fue para muerte. La sangre de nuestro
Señor Jesucristo, habla a los hombres por Dios y habla a Dios por los hombres;
de modo que nos dice: Ahora, pues, ninguna condenación hay para
los que están en Cristo Jesús. Ya no hay más ira, ni juicio alguno, porque
la tempestad del pecado se desato y se agoto en el calvario; habiendo obtenido eterna redención. He.9.12
En la lectura hemos leído: Os habéis acercado... y a la sangre rociada
(derramada.) Yo quisiera mi querido
amigo, que esa sangre, te la hicieras tuya, que la aceptes como solución que
viene de Dios, para tu redención y salvación: Tu debes apropiártela como
derramada por ti y para ti, y serás emblanquecido más que la nieve; me queda
muy poco que decir; pero te ruego, que no recibas la gracia de Dios en
vano. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos
que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si
desechamos al que nos amonesta desde los cielos. He.12.25 Por tanto, es necesario que con más
diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.
Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión
y desobediencia recibió justa retribución, ¿Cómo escaparemos nosotros, si
descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada
primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron. He.2.1/3
V, Ibáñez
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