Translate

martes, 5 de enero de 2016

LA LEY DADA Y LA GRACIA MANIFESTADA


            LA LEY DADA    Y    LA GRACIA MANIFESTADA
          >Léase las Lecturas citadas; no mencionadas por evitar espacio<
            Lecturas.  Éxodo. 20.18/22  y  Hebreos. 12.18/24
 
            Estos pasajes que hemos leído y que tomo como base para la presentación del evangelio de la gracia de Dios, hallamos un claro contraste, entre el Código del Sinaí, (la Ley dada) y la bendición del Evangelio de la gracia.
            Este contraste está perfectamente de acuerdo con el tema general de la epístola a los hebreos, que es: La superioridad de la obra y sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, sobre la Ley. Es decir; entre la fundación del antiguo Pacto sobre el monte de Sinaí, y el fin glorioso y dichoso que el Nuevo pacto mediante Jesús, propone a todos los creyentes.
            La descripción del Sinaí, que tenemos en este pasaje de hebreos, está basada sobre Éxodo, cap.19 y 20. Presentándonos una escena terrible, en medio de la cual, fue dada la Ley. Monte que ardía en fuego, la tempestad, la oscuridad, el sonido de la bocina que iba en aumento, y la voz  tronante de Dios que hablaba con Moisés. Tan espantoso y terrible era lo que veía Moisés, que dijo: Estoy espantado y temblando. He.12:21  Todo ello ponía de manifiesto que esos símbolos de la Santidad y de la Justicia de Dios, quitaban al pecador toda esperanza de justificación y salvación por medio de las obras de esa ley que  así se promulgaba y de cuyo incumplimiento les condenaba. Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Gá.3.10
            En la ley, Dios, declara lo que el hombre debía hacer y lo maldice si no lo hace. Es como una piedra de toque, que se usa para saber si un metal, es o no es, oro; no es de extrañar pues, que Moisés
 dijera al pueblo, Para probaros vino Dios. Ex.20.20.  Si, mi querido amigo, cuando el hombre se examina a la luz de la ley, ve que precisamente él, es aquello que la ley condena.
            Me explicaré: La ley era y es, en cierto sentido, como un espejo perfecto, enviado del cielo a esta tierra para revelar al hombre cuanto se había desfigurado moralmente.
            Si yo me pongo delante de un espejo con mis vestidos en desorden y todo despeinado, me enseñará cuan calamidad soy y desordenado; pero no me arreglara mi desorden. Si en una habitación abandonada al desorden, dejamos que entre un rayo de la luz del sol, esta nos descubrirá, el desorden, la suciedad y el abandono; sin embargo la luz del sol, no crea la suciedad ni el abandono, ni los crea ni los quita;  eso sí, no hace más que manifestar el estado en que se encuentra.
            Lo mismo ocurre con la ley, no crea el mal en el corazón del hombre, ni tampoco lo quita, solamente hace que manifestarlo con exactitud infalible. El apóstol Pablo apoyando esta ilustración nos dice: Yo no conocí el pecado sino por la ley. Ro.7:7 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. Ro.5.13
            La reacción de aquel pueblo fue consciente y consecuente, ellos se vieron tal cual eran delante de Dios y tuvieron miedo y   temblado se apartaron y se pusieron lejos; pues no se consideraban dignos de estar ante la presencia de la santidad de Dios, diciéndole a Moisés: Habla tú con nosotros y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros para que no muramos. Ex.20.19 En He.12.20, se   nos dice, con respecto a esto:  Porque no podían soportar - o llevar – lo que se les ordenaba.
            En cambio, la bendición del Evangelio, no tiene ninguna  limitación, ni tampoco Dios se halla alejado del hombre, pues habiendo sido quitado la ofensa o el pecado, por el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, el hombre ya puede acercarse a Dios sin temor. 
            El autor de Hebreos, introduce ahora, el contraste entre el lugar donde se ha acercado el creyente, con el lugar a que llegaron los israelitas, esto es, entre el Sinaí y Sion.  De paso aclarare que Sion es el monte donde esta asentada la ciudad de Jerusalén, en Palestina, centro de la vida religiosa y espiritual del pueblo de Israel y donde Dios moraba.  Porque Jehová (Dios) ha elegido a Sion; la quiso por habitación para sí. Este es para siempre el lugar de mi  reposo; aquí habitaré, porque la he querido. Sal.132. 13/14      Luego el termino Sion, llega a usarse en las escrituras con referencia a la ciudad de Jerusalén y también con referencia a Israel como pueblo de Dios.
            Pero el escritor sagrado nos dice: que no nos hemos acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad….    sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial. Y emplea estos términos para distinguirla de la Jerusalén terrenal de Palestina.
            Es pues bien evidente que el autor habla espiritualmente,  - de algo que no se podía tocar – y se refiere al Cielo, de la que Jerusalén  ciudad en la que según las escrituras Dios habitaba, era un símbolo. Y esto se comprende  y se comprueba, en la siguiente expresión; cuando el autor de Hebreos sigue diciendo:  Y a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos.
            Así como la congregación de Israel habitaba en la ciudad de Jerusalén, del mismo modo la congregación o asamblea de los creyentes ha de tener y tiene, su lugar en la Jerusalén celestial, en el cielo: Acuérdate mi querido lector, que el Señor Jesús dijo:  En la casa de mi Padre muchas moradas hay; ….  Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Jn.14:2  También dijo;  Regocijaos que vuestros nombres están escritos en los cielos. Lc.10.20  El apóstol Pablo, nos dice:  Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo,(cuerpo) se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2ª.Cor.5:1
             Juan el evangelista, estando en la Isla de Patmos, vio a la Jerusalén celestial, descender del cielo,  Ap.3:12 y 21:10 a esa ciudad,  (Iglesia Triunfante) a esa congregación os habéis acercado, pero  la lectura dice más:   a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre  rociada  (derramada) que habla mejor que la de Abel, Hbr.12:24  
            Permíteme, mi querido lector que haga un poco de historia: El pueblo de Israel, rescatado de la servidumbre (esclavitud) en Egipto, llego al Sinaí, donde los preceptos del pacto, como se ha leído y expuesto, eran una carga que no podía más que condenar.
            Conscientes todos nosotros, que por nuestras mejores obras, no nos podemos justificar delante de Dios; nos encontramos en nuestro peregrinar, frente a Sion, donde la Gracia, el Amor y la Justicia de Dios, por medio de la sangre de nuestro Señor Jesucristo, esta a nuestra disposición; en quien encontramos no más ordenanzas, sino abundante bendición por un nuevo Pacto de gracia en su sangre.  Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Mt.26.28
            QUE ES LA SANGRE DEL ESPARCIMIENTO 
            El mismo escritor sagrado nos relata la ceremonia que Moisés efectuaba, con la sangre ofrecida como pacto que Dios mando; (léase en He.9.15/22)  para terminar diciendo: sin derramamiento de sangre no se hace remisión. La sangre del esparcimiento o derramamiento, es la representativa de la pasión, de los sufrimientos, de las vejaciones, de la humillación y de la muerte  en cruz de nuestro Señor Jesucristo; sacrificado así, cual cordero de Dios, para quitar el pecado del mundo.
            La redención de nuestras almas, costo sufrimientos indecibles hasta la muerte; la sangre derramada de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1ª.Jn.1.7  Es la verdad más profunda de la dispensación de la gracia de Dios.
            LA SANGRE DERRAMADA, ES LA VOZ DE LA DISPENSACION DE LA GRACIA.  (Léase He.9.11/17)
            En Gálatas 4:4/5 se nos dice:  Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo; nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. En  Tit.2.11, leemos:    Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres. Y en He.2.9   Para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
            LA SANGRE QUE HABLA 
            La sangre de nuestro Señor Jesucristo habla; no, nos dice que habló, sino todo lo contrario habla, que está hablando; que habla siempre, continuamente en un ruego a Dios y un testimonio a los hombres, porque tenemos redención en su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia. Ef. l.7  Habla por medio del evangelio; de perdón, de amor, de sustitución y de vida eterna.
            Habla muchísimo mejor, que la sangre de Abel: Aquella era la sangre de la envidia y del odio, maldijo el clamor de la tierra; era la voz de la ira y condujo al castigo, que marcó al asesino, y fue para muerte.  La sangre de nuestro Señor Jesucristo, habla a los hombres por Dios y habla a Dios por los hombres; de modo que nos dice:   Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Ya no hay más ira, ni juicio alguno, porque la tempestad del pecado se desato y se agoto en el calvario; habiendo obtenido eterna redención. He.9.12
            En la lectura hemos leído: Os habéis acercado... y a la sangre rociada (derramada.)  Yo quisiera mi querido amigo, que esa sangre, te la hicieras tuya, que la aceptes como solución que viene de Dios, para tu redención y salvación: Tu debes apropiártela como derramada por ti y para ti, y serás emblanquecido más que la nieve; me queda muy poco que decir; pero te ruego, que no recibas la gracia de Dios en vano.  Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desechamos al que nos amonesta desde los cielos. He.12.25  Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron. He.2.1/3  
                                                                                     V, Ibáñez
           
           
 
           

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por su visita a este blogg. Si le gustado puede dejar su comentario.