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miércoles, 17 de marzo de 2010

Comentarios Sencillos sobre Proverbios 6:1/5

1.- Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si has empeñado
tu palabra a un extraño.
2.- Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso
en los dichos de tus labios.
3.- Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, ya que has caído en la
mano de tu prójimo; ve humíllate, y asegúrate de tu amigo.
4.- No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecidos;
5.- Escápate como gacela de la mano del que arma lazos.


El libro de Proverbios, contiene muchas y variadas advertencias sobre peligros como; la insensatez, contra la violencia, la inmoralidad, y el desprecio a la sabiduría.
El mensaje de este libro, tiene un carácter universal, porque abarca toda las facetas de los conflictos existenciales de la humanidad; enseñando al hombre el temor de Dios, esto es; respeto y reverencia, por lo que Dios es y hace a favor de todo ser humano, sea sabio, justo, insensato o injusto, con el fin de contrarrestar todo mal.
La advertencia del sabio, no va para desentenderse de los problemas de tu amigo o extraño, sino más bien contra la insensatez o ligereza en asumir deudas de otros: “El hombre falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador en presencia de su amigo.” (Prov.17:18) consejos
Similares los encontramos en Prov.11:15 – 22: 26/27.
La lección que debemos sacar de todo ello, es el peligro que corremos de ser presos o atrapados por nuestra propia palabra, dichos o acciones.
A raíz de esta lección, me permito exponer una anécdota, de allá por la edad media, donde proliferaban toda clase de oficios, como es lógico, la mayoría de ellos manuales.
Pues bien: “ Había a la sazón un herrero muy habilidoso, que trabajaba el hierro en la fragua toda clase de objetos; herraduras, arados, cadenas y cuantos objetos le encargaban.
Por ciertas circunstancias de la propia vida, fue acusado, encarcelado y atado con una fuerte cadena. Pasaban los días, y se la ocurrió examinar la cadena que le tenía preso, para ver si tenía algún defecto, que le facilitara su evasión.
La examinó una y otra vez, pero descubrió que la cadena era obra sólida, forjada con sus propias manos, obra de la cual se jactaba diciendo que nadie seria capaz de romperla.” Efectivamente, esto sucede cuando somos presos por nuestras propias cadenas de la insensatez, vicios y pecados, que nosotros mismos hemos forjado en el transcurso de la vida, de tal forma, que no hay mano humana que nos pueda librar.
El libro de Dios; nos enseña quien es el que puede, quitar nuestras cadenas de pecado que nos condenan a la muerte; si verdaderamente exclamamos con el Salmista: “Vuélvete, oh Dios, libra mi alma; sálvame por tu misericordia.”Salm.6:4. Estando preso el apóstol Pedro, ocurrió: “Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.” Hch.12:7. Dios solo puede librarte si aceptas la gracia de su perdón.

V.Ibáñez

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