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domingo, 21 de marzo de 2010

EL RICO INSENTASO

Lectura. Lucas. 12. 1 al 34
Texto: Lucas. 12. 20

Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte
tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?

La lectura de estos versículos, forman parte de un grupo de enseñanzas, que nuestro Señor Jesucristo pronunció; en las cuales de una forma o de otra, ponía de manifiesto, el valor de un alma, a los ojos de Dios, y el poco cuidado o importancia que nosotros, los hombre y mujeres, de este mundo, le estamos dando.

Ante una multitud, en la que unos a otros se apretujaban, comenzó nuestro Señor, este largísimo discurso, enseñándoles primero, que se guarden de las enseñanzas de los fariseos, que es, afirma, hipocresía; y que no habrá nada encubierto que no haya de saberse.
Prosigue declarándoles, que nada pueden hacer aquellos que matan el cuerpo; y les amonesta, que deben temer a aquel que es dueño del cuerpo como del alma; teniendo pues la potestad, de echarla en el infierno. Mis amigos se nos esta advirtiendo aquí, que no es a los hombres, a quien tenemos que rendir cuentas en el día postrero, sino a ese Dios, a quién debemos temer con verdadera reverencia, y que nos vigila con sumo amor; aunque para los ojos de los hombre, seamos como esos gorrioncillos que se venden por pocos centavos; él nos dice: que más valemos nosotros y que su cuidado es tan bondadoso, que ni siquiera cae un cabello nuestro, que él no lo sepa.
Sigue el Señor enseñando y advirtiéndonos, sobre otras cuestiones de sumo interés, para la vida espiritual de los hombres; cuando alguien de la multitud allí congregada, irrumpe llamándole: Maestro, dí a mi hermano que parta conmigo la herencia.(vrs.13) Creo mi buen amigo, que tenemos aquí, un buen ejemplo de actitud, del hombre frente a la palabra del Maestro. Un hombre como nosotros, como el hombre actual: ¿ No había oído hablar ha Jesús, del valor de un alma a los ojos de Dios,? ¿y del cuidado que tiene de nosotros, que como a pajarillos no somos olvidados delante de Dios,? ¿Qué él nos tiene contados los cabellos de nuestra cabeza.?

Lo cierto es que este hombre, no se daba cuenta de su significado espiritual y eterno; estaba preocupado por un problema muy común en la sociedad; le parecía que su hermano no se portaba con el bien en cuanto a una herencia, y esta preocupación material, le llena su pensamiento y su corazón.
No te parece a ti, que esta actitud es muy común entre nosotros; a menudo oímos decir, a unos y a otros; ¿ porque Dios permite, tanta desigualdad y pobreza en el mundo; ? y desearíamos que Dios interviniera y repartiera mejor las riquezas. El Señor conoce, todos y cado uno de nuestros pensamientos y actitudes, por eso dijo: ¿Quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor.?
La verdad es que nadie, le tuvo en cuenta en esta tierra, antes todo lo contrario, prefirieron a Cesar por rey (Jn. 19,15) como en la parábola de las diez minas ( Lu. 19.14) No queremos que éste reine sobre nosotros. La persecución y el odio, le siguieren hasta la cruz. Pilato confeso, que por envidia le habían entregado. ( Mc. 15.10)
Nuestro Señor Jesucristo, no había venido ha este mundo, para envolverse en las luchas materiales, conflictos y pleitos de los hombres, sino para señalarnos un camino por el cual, nos pudiéramos librarnos de todos ellos. Leyendo pues en el corazón de este hombre, preocupado y amargado por su pleito con su hermano; aprovecha la ocasión para dar una lección, sobre la naturaleza de las verdaderas riquezas, haciéndonos ver, al mismo tiempo, la locura de pasar nuestra vida aquí, preocupados en las cosas que de ninguna manera pueden durar. Y no queriéndose salir de sus funciones espirituales ; les propone una parábola, es decir, un medio indirecto que pone de manifiesto, los gravísimos peligros de orden interno y moral, que llevamos con nosotros mismos; la avaricia y la desmedida solicitud por las cosas materiales y temporales.
No es solamente la conducta de este hombre, que tal vez pida lo suyo, sino también la de su hermano que detecta la herencia; el Señor tomó la ocasión para amonestar a todos a que eviten la avaricia excesiva de poseer bienes materiales, origen de pleitos y discordias, declarando: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (vrs.15) Siempre que nuestro Señor hablo de riquezas, lo hizo con palabras de advertencia: así pues, la parábola del rico insensato, sirve muy bien para ilustrar el principio establecido en el versículo citado; este hombre necio, no tuvo en cuenta este principio, siendo un ejemplo para todos nosotros, de cómo no se debe vivir. Nos dice: Guardaros de toda avaricia; de aquella que empuja a tomar lo ajeno, y de la que hace que nuestra alma se aferre indebidamente a lo propio.
La razón de esto, es; que la vida del hombre debe ser independiente de sus riquezas; estas no son capaces de alargar su vida, que depende totalmente de la voluntad de Dios. ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo. ? (vrs.25)
Es bien evidente que este rico, tenia un falso concepto de la vida; todo su afán se desarrollaba en almacenar sus bienes y sus fruto, para que su alma los disfrutara muchos años. Se olvido de su verdadera dependencia, de su creador que le dio el ser, confió en la multitud de sus riquezas, no pensó que era mortal. No supo cual era su verdadera conveniencia; piensa, vive y dispone, como si esta vida presente, fuera la única y como si en el sepulcro acabara todo: En una palabra, no intentó ver el fin, sino probar que no hay lo que de ninguna manera quiso ver, esto es, la eternidad, el más allá, su encuentro con Dios; porque el morir no es dejar de existir, por cuanto el alma, a que tanta referencia se hace en esta porción, proviene del soplo de Dios.
Deberíamos meditar todos, en esto seriamente, sin distraernos por las cosas de este mundo, que bien podemos tener, tocar y hasta disfrutar, y que son solamente por un tiempo; y aceptar las advertencias que nuestro Señor Jesucristo nos propone: Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece. (Jn.6.27) Aquí no se trata de dejación e indiferencia, en cuanto a nuestras necesidades de la vida, sino de confianza, con respecto a la eternidad, a fin de que no nos desviemos de la dependencia y gloria de Dios. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? (vrs.24)
Este rico muestra su completa necedad al pensar dentro de sí:
¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos;? (Vrs-17 y emprende un monólogo, consigo mismo, con el fin de hallar una solución a su problema, y por fin dijo: Esto haré; derribaré mis graneros, y los edificaré mayores…. (Vrs. 18) Amigo la construcción de un granero mayor, no era cosa mala, lo necesitaba; ahora bien, la razón o el motivo para hacerlo, creo yo, que no fue muy acertada; por cuanto involucra a su alma como si esta le perteneciera y pudiera alimentarla de los cereales almacenados.
Notemos que es Dios el que le llama: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será. ? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Vrs.20/21)
Vienen a pedir lo que no es tuyo, tu alma; no tus riquezas ni tus bienes; tu alma, esa que se te dio, cuando fuiste formado cuerpo con el polvo de esta tierra. Toda esta lectura, mi buen lector, gira en torno al problema de la salvación del alma; llamando la atención del hombre y de la mujer, a considerar la realidad de nuestra vida, a fin de prepararnos para afrontar ese encuentro, inevitable, con nuestro hacedor, renunciando a cualquier otro bien sea cual fuere: Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Vers.34)
Amigo, se por experiencia, que quienes han buscado el bien temporal y las cosas fáciles y atractivas de esta vida; cada vez mas se sintieron menos inclinados a buscar lo espiritual y a ser ricos en Dios; porque el corazón se fija en lo que procuramos poseer. Nos dice el sabio en sus Proverbios: Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas. (Prv.13.7)
Mi buen lector, debo terminar, recomendándote que leas este capitulo 12 de Lucas; en el encontraras, de cuanto valor es tu alma para Dios y de los cuidados que nos prodiga: El que cuida de las aves y les da. su alimento sin faltar y a los lirios viste de hermosura tal; que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos, ¿cuanto más a vosotros, hombres de poca fe? (Vrs.27) Hay un himno de Don. F. H, Gray, y en una de sus estrofas dice así:
Almas imprudentes, sin cautela,
¿por qué a vuestro daño no miráis?
¿No veis cuán veloz el tiempo vuela
y cómo al abismo os acercáis?
¿No sabéis que el juicio venidero
a la muerte os alcanzará?
¿Qué vale el presente placentero
si os lleva a la ruina eternal?
V.Ibáñez

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