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miércoles, 17 de marzo de 2010

Cristo nuestro redentor consanguíneo

Lectura, Mateo. 20. 17-19
Texto. Mateo 20. 28

Con motivo del deseo de dominio de parte de los hijos de Zebedeo, nuestro Señor Jesucristo, manifiesta su rechazo a todo egoísmo de poder, y declara que quienes buscan ser el primero, deberían anonadarse para ser servidor. Acto seguido formula la siguiente declaración: Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Ya les había hablado en tres ocasiones, Mt.16:21 – 17:22 y 20:18/19, que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los Ancianos y de los Príncipes de los Sacerdotes y de los escribas, quienes le entregaran a los gentiles, (Romanos) y le condenarán a muerte, más al tercer día resucitará.
Pero ahora, expone claramente el germen de la doctrina de la redención: El siervo dará su vida en rescate por muchos, o en lugar de muchos. La lección principal que encontramos, es que la muerte de nuestro Señor Jesucristo, no fue meramente un ejemplo de sufrimientos injustos, ni el martirio de un gran héroe; fue un sacrificio de una vida inmaculada, ofrecida por libre decisión y firme voluntad, dada como rescate por muchos, pero suficiente para todos. El apóstol en 1ª.Tim.2:6, nos dice, que: El se dio a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos.(R.V.1911)

La palabra definida de Rescate, tiene sus orígenes muy antiguos, es el precio que se da o se pagaba, para conseguir la libertad de un cautivo, esclavo o para volver a adquirir, comprar una herencia perdida o enajenada. El precio del rescate es lo que se paga; la redención es la consecuencia de haber pagado el precio por el rescate y la libertad como resultado.
Es bien evidente que nuestro Señor Jesucristo, al anunciar “que dará su vida en rescate,” esta hablando en un sentido espiritual en cuanto a la esclavitud; ya en una ocasión: Al principio de su ministerio, dejo bien claro en la sinagoga de Nazaret, las bases de su misión, ya profetizadas por el profeta Isaías, 61:1/2, donde esta escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón ; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.”(Luc.4:18/19)

En este sentido, hubo quienes comprendieron el alcance espiritual de sus palabras, y de su encarnación como el Hijo del Hombre, y entendieron que él haría mucho más que romper el yugo material de la esclavitud; por ejemplo: Zacarías dijo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo. Luc.1:68 - Simeón, tomando en brazos al niño Jesús dijo: Ahora, Señor, despide a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación” Luc.2:29/30 - Ana: presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. Luc.2:38

El sentido espiritual de esta solemne declaración, tiene también su aplicación espiritual, porque en un sentido comparativo; él no vino a entronizarse en un reino mundano para que le sirvieran, al contrario, manifiesta que viene a servir y darse en rescate por muchos; este era el designio de su venida, ser el Redentor, y por ende la remisión de nuestros pecados. Porque mis queridos amigos, nadie podrá negar que los hombres, somos esclavos de nuestros propios apetitos y pasiones; de tal forma y manera que el Señor Jesucristo nos dejo dicho: “Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” Jn.8:34 Y se nos advierte; “ que el pecado esta siempre acurrucado a tu puerta, dispuesto a lanzarse sobre ti y será tu deseo.” Gen.4:7
El mismo apóstol Pablo, declara: “ mas yo soy carnal, vendido al pecad. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. –De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Rom.7:14/17 Así que, si estamos vendidos y a merced del pecado, y teniendo dentro de nosotros el principio de raíz que produce su fruto en todas nuestras acciones; resulta imposible que cualquier parentesco natural de nada sirva, en la cuestión de nuestra redención espiritual, porque todos por igual estamos en las mismas condiciones; necesitamos cada cual la redención para sí.

Efectivamente la universalidad de la incompetencia humana en este asunto, esta manifestada de una manera categórica en el Sal. 49:7/8 “ Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás). Ya Moisés, con la mayor de sus intenciones, manifestó ser borrado del libro de Dios, a cambio de obtener el perdón para el pueblo Israelita. (Ex.32:32) El apóstol Pablo, también expreso su decidido propósito de llegar a ser apartado de Cristo, por ganar a sus familiares y hermanos de raza. (Rom.9:8) En ninguno de los casos podía aceptarse tal ofrecimiento, debido a la condición de pecado de todos nosotros, y al fallo inapelable de Dios “Ninguno de ellos podrá…(Porque la redención de su vida es de gran precio.) Si el hombre y la mujer no podemos redimirnos así mismos y nadie ni siquiera un familiar o pariente puede,, porque también están en la misma necesidad. ¿ Como podemos ser rescatados o redimidos de la esclavitud del pecado que mora en nosotros. ?
La respuesta la da el mismo Señor Jesucristo: “he venido para dar mi vida en rescate por muchos;” nuestra redención viene del propósito de Dios; ya en Isa. 49:26, nos decía: “Yo Jehová soy Salvador tuyo y redentor tuyo.” Lo único que puede explicar este propósito divino de redención, es que hay en todo, un simbolismo expresamente propuesto por el Espíritu inspirador de identificación con el hombre; se anonado a sí mismo, dice el apóstol Pablo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Fil.2.7
Es, en esta condición, como Hijo del Hombre, que cumple todo un requisito simbólico, que establece la Ley del rescate en el libro de Levíticos cap.25.47-49, “ Si el forastero o el extranjero que está contigo se enriqueciere, y tu hermano que está junto a él empobreciere, y se vendiere al forastero o extranjero que está contigo, o a alguno de la familia del extranjero; después que se hubiere vendido, podrá ser rescatado; uno de sus hermanos lo rescatará. O su tío o el hijo de su tío lo rescatará, o un pariente cercano de su familia lo recatará.” Jesucristo: el Hijo del Hombre, es el modelo ejemplar y representativo como nuestro pariente consanguíneo, Redentor: “ Por cuanto participó de carne y sangre, para destruir por medio de la muerte al que tenia el imperio de la muerte…. Y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” Hbr.2.14-15

Mi querido amigo, concluyo resumiendo los atributos del Hijo del Hombre, como nuestro pariente consanguíneo:
Parentesco natural o de sangre, él participo de lo mismo; por la encarnación del verbo. En el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios,” “ Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.” Jn.1.1 y 14
Derecho a restituir la propiedad y libertad perdida; ese patrimonio perdido en el Edén, “Vendido al pecado”
Tenia que quitar ese temor de la muerte, vencerla, y librarnos de la servidumbre. El que hace pecado esclavo es del pecado” “La paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro,” Rom.6.23
Muchos han sido rescatados, por esta obra redentora, confesando a él sus pecados, y amigo, la promesa es: “ Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1ª. Jn. 1.9
Hemos sido rescatados; “ no con oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha ni contaminación.” 1ª. Pdr. 1.18-19
“ Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos,( eficaz para muchos). 1ª. Tim. 2.5-6
“ En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.” Ef. 1.7

V.Ibáñez

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